viernes, 18 de noviembre de 2016

La Madam 3 (Erotismo de Sergio Raga)


Sergei bajo el vidrio de la puerta de su pickup y luego estiró su brazo hasta oprimir el botón del intercomunicador.

__ ¿Si, diga?

Se escuchó por la bocina del intercomunicador, era la voz de una de las empleadas de la lujosa mansión.

__ Por favor, le puedes decir a la Señora que Sergei esta aquí.
__ ¿Sergei?
__ Sí, el mecánico.
__ Ok, espere un momento por favor.

Luego de esperar, por aproximadamente dos minutos, se escuchó el rugir de los metales de las enormes puertas, las cuales se abrían para permitir la entrada del auto de Sergei, mientras este conducía, veía asombrado lo bello del lugar, enormes jardines, gramas verdes y suaves, animales exóticos y prohibidos, esculturas; en fin, aquello parecía un palacio. Cuando se acercó a la enorme mansión, detuvo su pickup, descendió de él y caminó hacia la puerta principal, pero algo lo detuvo.

__ ¡Por acá, por favor!

Se trataba de la empleada, quien le abrió la puerta con autorización de La Madam.

__ Gracias.     Dijo Sergei con una mirada de asombro, pues, quien le hablaba era una venteañera como sacada de una revista para adultos, la chica era bellísima.

__ No puedes entrar por la puerta principal.      Le dijo la chica con sonrisa en labios. 

Sergei hizo lo mismo y cuando este sonrió, su sonrisa era muy parecida a la de la emblemática pintura de Mona Lisa, algo que a la chica dejó sin aliento. A pesar de que Sergei no era un Adonis, pero tenía un ángel que le hacia atractivo.

__Perdón, es la falta de costumbre, aunque le trabajo a personas adineradas, pero es la primera vez que lo haré para alguien de este nivel.

__ Te entiendo... ¿Cómo te llamas?
__ Perdón, dime Sergei. Y de nuevo esa misteriosa y atractiva sonrisa y esa mirada penetrante y tierna a la vez, la chica se ruborizó, sintió un desfile de hormigas bajo su piel, y su entre pierna se encendió.
__Sígueme por favor, te llevaré con La Madam. 

Sergei la siguió y mientras ella caminaba frente a él, este disfrutaba de una inmejorable vista, la chica, si que era hermosa y sensual.

__ No me has dicho tu nombre. Dijo Sergei en tono conquistador, a lo que ella sin que él se diera cuenta sonrió con emoción.

__ Puedes llamarme Susana.
__ No, te llamaré Susy. ¿Está bien? 

Susy, recien bautizada sintió que su estómago se llenó de mariposas y no pudo hablar solo lo vio de reojo y con su rostro le autorizó llamarla así.
Luego de caminar por aquella mansión, que más bien parecía un museo, con adornos de todas partes del mundo, cuadros con obras de arte originales, pisos que parecían espejos, algo que Sergei aprovechó para ver la tanguita de Susy metida entre dos rígidas y deliciosas nalgas.

__ Madam. Sergei. Perdón, digo el mecánico esta aquí. 

La Madam se encontraba con un traje de baño, por la parte superior, solo el brasier de color blanco y por la cintura hasta sus bellos y delicados pies, una salida de baño de una tela que acariciaba su delicada piel.

_ Yo me encargo Susana, gracias. 

Susana luego de una deferencia, tal cual se le da a la realeza se retiro, pero antes vio la enigmática sonrisa que estaba en labios de Sergei y mentalmente tambien corrigió a La Madam.   -Susy por favor-   dijo, mientras se perdía entre los corredores y enormes puertas de la mansión.

__ Sígueme Sergei. 

Dijo La Madam un poco desilusionada, al ver el aspecto del mecánico, quien era un joven de treinta años, delgado, no mayor de un metro setenta y cinco, con rostro ovalado y delgado, la calvicie anunciaba que llegaría en pocos años, una barba de dos días, pero eso sí, con sonrisa enigmática en sus labios y esa mirada en ojos profundos y tiernos, era algo que lo tenía aun ahí, caminando por detrás de un ejemplar femenino que cualquier hombre desearía, pero pocos podrían tenerla.

Llegaron a otro de muchos jardines, en el cual se encontraba un piscina con aguas de color turquesa, como si esas aguas habían sido importadas del mismo caribe Beliceño. 

__ Por allá están los coches que quiero revises. 

Dijo La Madam indiferente, mientras se extraía la salida de baño dejando al descubierto una imagen digna para un orgasmo sin haberla tocado, esto con seguridad le pasaría a un adolescente calenturiento. Luego de indicar a Sergei el lugar de los autos, ella lo ignoró por completo y colocó sus bellezas femeninas sobre una camilla donde tomaría los rayos de sol.

Sergei con mariconera de mecánico en el cinto, se dirigió hasta donde se encontraban seis coches lujosos. Por razón de media hora, revisó los autos lujosos percatándose de que todos estaban en perfecto estado, como recien sacados de la agencia; se dirigió hasta donde La Madam descansaba, la figura que Sergei veía lo cautivaba al extremo, La Madam era una mujer jamás vista por él pero ni en una revista, en donde se encuentran las mujeres llamadas por alguien las más bellas del mundo.

__ Señora...

Dijo Sergei, parado al lado de la bella mujer de cuarenta años, con una herramienta en mano, una firme llave de mecánico y que brillaba con los rayos solares, ella que sabía que sus autos estaban perfectos lo vio, iniciando su viaje desde las rodillas de las piernas delgadas del mecánico hacia arriba, mientras lo hacía se preguntaba: ¿Cómo pudo haber excitado tanto a Nikita este tipo? Por fin, llegó al rostro de Sergei, quien la veía con admiración,

__ Madam... 
Dijo la señora, Sergei no entendió y con extrañeza la vio. 
__Me refiero a que no me digas Señora, dime Madam.
__ Ah, perdón Madam, pero como le dije sus autos están perfectos.

La Madam, pensó: - Solo hay una manera de averiguarlo. Refiriéndose a los orgasmos que Nikita sintió al hacer el amor con el mecánico.

__ ¿Puedes, por favor aplicarme una crema en mi cuerpo? 

Dijo La Madam mientras se extraía el brasier que ya no podía sostener más a sus duros y perfectos senos, dejando a la vista de Sergei, quien apretó la herramienta con tal fuerza que casi rompe los guantes desechables que usaba para no ensuciarse, claro que con aquellos autos, jamas pudo ensuciarse de grasa, eso era imposible.

__ Será un placer Madam. 

Dijo Sergei mientras se extraía los guantes y colocaba la dura y larga herramienta en su lugar, en el cinto que le rodeaba su delgada cintura.

__ Me da por favor el frasco con la crema. 

Con nerviosismo Sergei le pidió la crema a La Madam, mientras por una de las ventanas, Susy los observaba, preparándose para masturbarse, pues sabía lo que a continuación se avecinaba.

La experta en cuestiones del sexo, La Madam, se sentó y quedó a la altura de la cintura del mecánico, al cual le quito el cinto de herramientas y luego de ello, lo haló de la hebilla de su cincho hasta colocarlo muy cerca de su bello rostro.

__ Ahora te doy la crema para que me la apliques. 

Dijo La Madam, mientras le bajaba los pantalones hasta la rodilla y en sus manos tomó la mejor herramienta que Sergei tenía abajo de su cintura, una de tamaño un poco mayor a lo normal o convencional del genero masculino, la tomó entre sus delicadas y finas manos, ella sintió la dureza y recordó la herramienta que brillo con los rayos de sol, luego la introdujo en su boca y en breve dijo, como toda experta que era en el arte del sexo.

__ No tiene mal sabor, sabe muy rico. 

Luego la introdujo de nuevo en su boca, ella sabía que presión hacer y donde hacerlo, tambien sabía cuanto succionar y el lugar idóneo para con su lengua masajear aquella dura y firme herramienta que Sergei poseía entre sus piernas, la cual cuando se salia de la boca de La Madam, produciendo un sensual sonido, esta apuntaba hacia el cielo.

En la enorme casa, Susy gemía de placer, pues ya estaba a punto su segundo orgasmo.

La Madam extrajo de su boca la virilidad de Sergei y la masturbó, mientras ella lo hacía el se extrajo la camisa; dejando a la vista un cuerpo delgado y con algunos vellos en su pecho, un vientre plano, el cual había que trabajar en un gym; eso pensó La Madam, respecto al vello de su pecho, eso sería del gusto de sus clientas, pero el vello de abajo del cuerpo de Sergei el cual estaba afeitado, parecía como su barba de pocos días, lo cual daba un roce que excitó a La Madam, algo que le pareció extraño, pues era raro que esto le sucediera, ella empezó a comprender a Nikita, pensó: - Con una depilación profesional, quedarás como culito de bebe. 
La Madam pensaba en Sergei, como negocio y estaba probando el producto que pronto ofrecería, pero lo que ella sentía la confundía, pues entre su mente de negocio sexual, ella sentía una extraña excitación, se recostó de nuevo sin dejar de ver la herramienta de piel y extrajo su diminuta prenda, la cual la deslizo muy sensualmente por sus bellas y largas piernas, la cual cayó sobre el turquesa de las aguas tibias de la piscina. 
Luego, ella le dio la espalda a Sergei y le pidió se acercara, Sergei estaba que no podía mover un musculo, pues la belleza de la mujer era para verla y con eso era más que suficiente para alcanzar el orgasmo deseado y ansiado, pero ella tomó a Sergei de la parte que tuvo en su boca y la colocó en su vulva húmeda y caliente, ella estaba en posición de perrito y Sergei inicio su viaje hacia el mismo universo, pues ella tenía una vulva apretada, hirviente y húmeda; la combinación perfecta; algo extraño de encontrar en una mujer de su edad. 

La Madam sintió como Sergei avanzaba hacia adentro de ella y mientras lo hacía, sentía como si lo que en ella entraba, se tratará de un fierro de color rojo y candente, como si fuera la herramienta recien extraída de las brazas para marcar a un res; caliente y al rojo vivo. Ella sentía como le quemaba hasta las entrañas y él, que la penetraba muy suavemente como aquel taladro que entra en el concreto, lentamente pero haciendo un agujero perfecto, dejando el lugar caliente por la fricción de la broca contra el duro concreto. 
La Madam no pudo evitar que de sus sensuales labios se escapara un delicioso quejido, algo que la asombró. 

Por fin, Sergei estaba completo en ella, el rojo y caliente de su taladro inició ahora el vaivén; entrando y saliendo de ella rítmicamente, a veces lento, muy lento y otras con fuerza casi violento, el cambio de ritmo hizo que La Madam dejara salir de sus labios los ansiados gemidos por cualquier macho que posee a su hembra, luego, cambio los movimientos penetrantes por unos circulares, Sergei parecía un tiburón sacudiéndose con la presa en su boca por dentro de una vagina que estaba a punto de explotar; después Sergei combinó los movimientos y lo hizo primero con movimientos lentos, a los cuales gradualmente les subió de revoluciones y La Madam explotó, sintió que las cosquillas le bajaban del ombligo y como tornado paso por sus vagina y le siguió hasta las largas y perfectas piernas; su orgasmo no terminaba y hacia mucho que no sentía uno, pues todos eran fingidos. 

Cuando Sergei estaba por entregar la crema que ella dijo necesitaría para su cuerpo, su taladro se puso más rígido y se enrojeció tanto, que irradió un calor mucho mayor, uno más intenso que casi quema la vulva de La Madam y ambos sintieron como el tanque del bello vehículo era llenado de combustible blanco. La Madam no se pudo controlar y gimió y tambien gritaba...

__ ¡Dámelooo...! ¡Llé..nameeee...! ¡Wao!, ¡queee ricoooo...!

Desde la ventana, en la mansión, tambien Susy gemía y gritaba... ¡Ricooooo! 



Capitulo 3



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