domingo, 6 de noviembre de 2016

Yo sé que todo terminó


Ya sé que todo terminó, ya sé que mi corazón destrozado me quedó, por mucho tiempo repetí te necesito y me ignoraste, hasta loco me llamaste.

Me repetías, ya todo terminó, olvídate de mí, eso para mí era casi imposible, pues sentía que aun te amaba. ¡Pobre de mí!

Yo seguía como sombra detrás de ti, hasta creo que te mentí para lograr volvieras a mi, pero en mi cara te reías de mí. 
Y de nuevo me decías; no seas necio ya todo terminó, ¡olvídate de mí!

El tiempo pasó y a mi vida otro amor llegó, uno que de tus recuerdos y tus insultos me salvó. 

Lo mismo a ti te pasó, solo que a quien amabas y por quien me dejaste, por otra él te cambió. 

Tú, desesperada le suplicaste no me dejes, aun te amo; él te dijo sin clemencia, ya todo terminó olvídate de mí. 

Como sombra, detrás de él un día yo te vi, pena de tí sentí; él, al igual que un día tú, de ti se rió y te repitió, ya déjame en paz, te recuerdo que todo terminó, lárgate, aléjate de mí, busca en otro el amor que yo, ya no te puedo dar.

Por fin, ella se rindió y tambien comprendió que el que la ofendió y herida la dejó, nunca la amó, nunca pena valió, ella me recordó y al hacerlo comprendió, que un gran amor de mí recibió, que decidió, recobrar lo que  de mí perdió: Mi sincero y honesto amor.

Una noche, en mi camino se cruzó, venía vestida como reina, se veía despampanante, vaya que si la reconocí, seguía bella, como la primera vez que la vi cuando de ella me enamoré. 

Con sonrisa en sus labios a mí se acercó y me suplicó la perdonará, que le diera otra oportunidad; yo simplemente la escuché, nunca de ella me reí, mucho menos la ofendí, ella seguía ahora llorando, suplicando mi perdón y pidiéndome otra oportunidad, pena por ella sentí. 

Luego que mi pañuelo le di, para secar sus lagrimas sinceras, pues había entendido que era a mí a quien amó y nunca dejó de amar, lo del otro solo fue un destello que la deslumbró. 

Yo la abracé, pero nada por ella sentí; mi corazón ni siquiera se agitó, el de ella si que fuerte latió, pues mi pecho lo sintió. 

Luego se separó y muy de cerca a mis ojos me vio y después de un silencio, ella quiza creyó, ya lo convencí, lo he recuperado, volverá conmigo. 

Me prometió, que nunca me engañaría, que me amaría; en sus ojos una luz le vi, era una mujer sincera y emocionada por recuperar el amor que un día perdió. 

Ella intentó acercar sus labios a los míos, vaya tentación, pero para mí ya no lo era, que de mi la alejé y ella sorprendida ante mi quedó.

Entonces, con mucho cariño le dije: Lo siento, el tiempo me enseñó a olvidarte y con otro amor sincero me premió, con ella soy feliz y sinceramente yo la amo mucho más de lo que un día te amé a ti. 

Ella bajo su rostro, no dijo nada, creo comprendió que ya hace mucho me había perdido, se veía realmente arrepentida y muy enamorada aun de mí, pero yo con mis palabras proseguí.

Cómo te digo ya es tarde, tengo a quien amar, a quien respetar, es tan bella como tú lo eres, pero ella es mejor que tú, por ser bella por dentro tambien; algo que tú nunca lo fuiste.

Perdona si sueno cruel, pero solo digo la verdad y como siempre tú dijiste; hoy con pena y mucho dolor, tambien te digo y te recuerdo... Ya todo terminó.

Besé su mejilla, se quedó con mi pañuelo y mi camino yo seguí. 

Desde ese día, ya nunca más la vi, no sé si ahora será feliz o si será infeliz, recordando lo que un día conmigo tuvo y por un deslumbre lo perdió y me dejó por algo que poco le duró. 

El tipo era guapo, pero solo por fuera, pues por dentro, tambien era un monstruo; de esos que andan por ahí, separando bellos amores y destruyendo corazones. 

Por mi parte, con mí mujer soy feliz, todo tiene su recompensa y mi sufrimiento tuvo frutos; frescos y jugosos, dulces como la miel. 

Mientras que, para ella, los frutos que cosechó seguro son ácidos y al tragarlos son amargos, cómo la pena que ahora vivirá sin mí. Pero como dije... ¡Ya todo terminó! 









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