miércoles, 28 de diciembre de 2016

La mujer con la que soñé


Alguna vez soñé con bella mujer. 

Cuerpo de maniquí.
Ojos de un profundo mar azul.
Cabellera como de fresca cascada entre montañas.
Labios carnosos, pero delicados, de donde podría beber la más embriagante y adictiva de las bebidas. 
Cejas que cubran como marco perfecto a sus ojos. 
Pestañas perfectas y curvas y alargadas para protegerlos del sol y que solo le permitan ver mi rostro. 
Mejías rosadas, pero no por vergüenza, sino de rubor al escucharme decirle mi amor. 
Brazos alargados y fuertes pero femeninos, que puedan dar calor a mi cuerpo desnudo. 
Manos con dedos delgados y alargados que hagan vibrar mi cuerpo como cuerda de violín.
Senos con un tamaño ideales para que quepan en mi boca, poder saborear de ellos la miel que trae en su cuerpo de mujer, como fruta prohibida del viejo Edén. 
Un dorso largo y plano, donde se le note disimuladamente una costilla, para recordar que me perteneces, pues eres parte mía, poder sentir ese calor que guardas para quien pueda abrir cada poro de tu piel. 
Un vientre no tan largo para encontrar de inmediato el lugar donde aplacar mi sed, agua tibia y cristalina, manantial de placer solo para mí. 
Piernas largas y muy bien torneadas, que con vestidura parezcan flacas, pero al desnudo sean perfectas maravillas, para enloquecer a cualquier mortal que desee a bella mujer.
Y que finalicen en un par de pies, bellezas que no se puedan ver en ningún otro mortal, por ser fabricados en el mismo cielo y solo por mí acariciados. 

Sí alguna vez soñé con bella mujer, estas fueron sus características físicas y me encontré con muchas así, al verlas me dije; ella es la mujer con la que soñé, pero al tratarla me desilusioné, luego vi otra y lo mismo fue, después otra, más tarde otra, hasta que comprendí que no podría ser, pues habían muchas y todas con un denominador común; la frialdad y la ambición, una que brotaba en cada poro de su linda piel. 
Entonces me senté como el pensador de Miguel Ángel*, por largo rato así quedé, que casi me convertí en esa bella estatua, seguro así fue como nació la inspiración para magna obra de arte.

Sí alguna vez soñé con bella mujer y con estás características, reconozco que me equivoqué, pues lo más bello en una lo encontré, me dije, qué tonto, tan equivocado todo este tiempo estuve, no niego que ella es bella, tal vez no como la que soñé, pero sí, la que encontré cuando me senté a meditar y mi error analicé.

Sí alguna vez soñé con bella mujer, debo decir que la encontré, porque mi rumbo redireccioné y ahora lo que en ella busqué, simple fue, solo deseé que fuera y tuviera un corazón perfecto, bello, hermoso, similar en características que alguna vez soñé, ese era el verdadero valor. 

Y ¿qué creen? Cuando en ella vi su valor como ser humano, para mis ojos fue exactamente la mujer que al inicio describí. 
Sí, la mujer con que alguna vez soñé. Así de bella la veo hoy, pero me quedaría corto, pues es mucho más bella, pues su belleza le brota por cada poro de su piel.





*Estatua del escultor: Auguste Rodin

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