lunes, 16 de enero de 2017

El juego de la botella


Quien lee mis historias, pensará que todo en mi vida a sido un nido de rosas, lo digo por las anécdotas que han leído de chicas bellas y sensuales, pero no, aquí les relato mi primer fracaso, mejor, mi primera experiencia, la cual, me enseñaría que en la vida no siempre se come carne (como decimos por acá)... 

Llevaríamos como unos cinco años viviendo en nuestra nueva y casa propia, ese día era un viernes, regresaba del colegio, cuando entré en mi vecindario, me encontré con que la calle estaba llena de los vecinos y curiosos del lugar, me asusté, pues no era algo cotidiano, ni algo que pasara cada llegada del ansiado viernes. No, algo malo sucedía y eso se sentía en el ambiente, mientras avanzaba con un caminar lento, cómo quien no desea llegar al lugar en donde te espera algo que no deseas recibir. Me fui acercando y, mientras avanzaba, sentados en la bocacalle, mis amigos, con unas caras; en ellas, la pena que se les salía por cada poro sucio. Las señoras, madres y vecinas, se encontraban de tal manera que parecían grupos de jugadores que planeaban la próxima secreta jugada, yo avanzaba tal cual, soldado que regresa de las trincheras y se encuentra con centenar de camillas y heridos a su paso; pensando, ese pude ser yo, llegué hasta enfrente de mi casa, en ella, otro grupo de personas tambien igual que las que recen pasé, además llorando y con el rostro muy afligido; entre ellas, mi madre dando las indicaciones de lo que habría que hacer en aquellos penosos casos. 
Entré en mi hogar y adentro un despreocupado de mi padre, alguien a quien nada lo perturbaba, salvo no leer su periódico, eso si que era un problema.

__ Buenas pa´ ¿qué pasó? que todos están afuera muy alterados.

Sin sacar su cara de detrás del periódico, escuché su calmada y paciente voz.  


__ Nada m´ijo. Se murió doña Silvita.

Eso dijo y de nuevo el silencio por detrás del periódico del día. A mí se me aguadaron la piernas, pues, era mi primera experiencia de pre-adolescente y esos temas si me sacaban de onda, yo no era mi padre, al que le interesaba lo que pasaba en la política del país, de los problemas internacionales, etc. menos lo que sucedía a su alrededor. 
De inmediato pensé en Luisito, pobre, se había quedado solo, sin una madre y en una edad en la cual la necesitaba, solo se quedaban con él, don Luis, su padre y Luisa, su hermana. 

Entré a mi cuarto, coloqué mis libros y cuadernos en la cómoda, me acosté a pensar cómo podría estar mi amigo, me puse en su lugar y cuando sentí me encontraba llorando, pues yo no sabía, pero mi mente ya me había presentado una película en la cual el protagonista era yo, el que se quedaba sin madre y vaya si mi imaginación era tan sensible, -ahora sé por qué-, me puse boca abajo para que no me escucharan, ni me descubrieran en mi pena. 
Al buen rato, entró en mi cuarto mi señora madre, ya la calle estaba vacía, todas las vecinas se encontraban en los preparativos del velatorio, pues se llevaría a cabo en la casa de Luisito. 
Mi madre entró y al verme como me halló, me consoló, -a esto me refería cuando pensaba en Luisito-, ¿quien lo consolaría?, si su papá era un taxista, quien todo el día y parte de la noche se encontraba dando servicio como tal. 
Pues, por aquellas fechas tener un auto, jaja, eso solo lo tenían los de mucho dinero, pues no era una necesidad sino un lujo, el servicio autobuses urbano y publico, era muy seguro, efectivo y barato.

Creo que después de recibir las caricias invaluables de mi madre me quedé dormido, fue mi hermana quien me despertó, para indicarme que mis amigos me buscaban, le dije, que entraran y llegaron hasta mi cuarto.

__ Hola vos, que mala onda, pobre Luisito ¿verdad?
Yo respondí con una mueca.
__ ¿Vas a ir al velorio? porque nosotros si iremos a acompañar a Luisito. Ya nos pusimos de acuerdo todos.

Ir a un velorio, eso era algo que nunca estuvo entre mis planes, ver el ataúd, escuchar a gente llorando, wao, eso era mucho para un culicagado, así que cuando me disponía a decir que no. Walter dijo.

__ Ira Vicky, ella ya confirmó que asistiría.

Vicky, pensé, creo que hasta suspiré. Vicky era la niña linda de la cuadra, la deseada en silencio por casi todos y yo, no era la excepción. Así que respondí a la pregunta que hace un par de minutos me hizo Julio.

__ Pues claro... Pobre Luisito... Es lo menos que podríamos hacer como sus amigos, acompañarlo en estos momentos de dolor. Cuenten conmigo. 

Dije, tratando de disimular mi entusiasmo.

__ Bueno, entonces pasaremos por vos.

Dijo Carlos. Y entonces nos despedimos, me levante, y pensé: -¿Me baño?, tremenda decisión, lo que me llevó otra media hora sobre la cama pensando en bañarme o no. 
Pues para aquellas fechas, no contábamos con un calentador de agua y ya era de noche, esa agua estaría como coca cola con hielo (no es que me guste, perdón si te dieron ganas, adicto). 
En eso, la solución a mi problema me llegó por medio de mi madre.

__ Si vas a ir al velorio a acompañar a Luisito, te bañas.
__ Pero madre...
__ Ya te calenté agua, pues esta muy frío y no quiero que te enfermes. ¿Qué me decías?
__ Nada... Que, claro que me bañaría, no pensabas iría al velorio todo sucio ¿verdad?
__ Si, claro.

Dijo mi madre sonriendo. Luego dijo.

__ Yo no iré, ya sabes, tengo que acompañar a tu padre.
__ Si, claro.

Dije, con ironía y mi madre con el ceño fruncido preguntó.

__ ¿Qué?
__ Nada madre, gracias por calentar mi agua.
__ Ah, eso creí. No te pases de listo jovencito, irás con tu hermana.
__ Si madre, permiso, me bañaré, no sea y se enfríe el agua.

Ya a la hora pactada, escuché afuera el típico silbido de mis amigos, entonces mi hermana grito.

__ ¡Oye baboso!, ya llegaron, nos vamos.
__ Si linda, ya voy, adelantate, no pensarás que saldré contigo ¿verdad? 
__ No. Gracias a Dios. Allá te veo.

Y así fue, mi hermana se adelantó con sus amigas y yo caminé con los míos, en mi estómago se despertaban mil mariposas de solo pensar que estaría una noche en la misma casa con Vicky, mientras avanzábamos, ella era el centro de nuestra charla, el único que no le interesaba nuestra bella chica de la cuadra, era al Fernando. Quien molesto dijo.

__ Podríamos cambiar de tema, solo Vicky por acá, Vicky por allá, qué les pasa, hay otras cosas más importantes que la tal odiosa de Vicky, por ejemplo, ¿saben que este domingo será el clásico de fútbol?
__ ¡¡Tú madre hueco!!

Dijimos indignados todos al unisono y le dimos una camorra.

Llegamos al velatorio, adentro todo era ceremonial, todos de negro, llantos por un rincón y por el otro, las señoras vecinas a quienes mi madre había dado instrucciones, eran las encargadas de dar el servicio a los dolientes e invitados. 
Al entrar, todos buscamos con ansiedad a Vicky, el cuerpo en capilla ardiente nos valió madre, tambien Luisito, quien estaba muy agusto al lado de Vicky, platicando, ella lo veía con mucha lastima, seguro lo consolaba y eso a él el gustaba.

__ Miren al condenado de Luisito, creí estaría devastado y no, esta feliz al lado de Vickyyyy.

Dijo Jaime, muy molesto, sin lograr disimular sus celos, ya en el lugar, estábamos todos los de la cuadra, entre chicas y chicos, todos rondábamos los 12 y 16 años, claro habían otros de 17 y 20, pero estos estaban en el grupo de mi odiosa hermana, que alivio. 

La noche avanzaba y nosotros simplemente admirando a la bella de Vicky, mientras que el grupo de los mayores se encontraban en uno de los cuartos con la hermana de Luisito, jugando un juego que era desconocido para todos nosotros, creo que Fernando ya lo conocía pues, fue él quien nos explicó en que consistía el juego, pero esto no lo entusiasmaba para nada.

__ ¿Y sí jugamos nosotros?
Dije con mucho entusiasmo. Además, pensé: -Quien quita y Vicky bese mis labios. Pero, yo no sé besar-, es más, creo nadie sabía besar, pues cuando sugerí que lo jugáramos no muchos se interesaron y lo digo, pues entre el grupo habíamos chicos y chicas de la misma edad, claro me olvidaba decir que Vicky ya tenía 15, yo tenía 13, bueno la mayoría teníamos 13, el escéptico de Fernando tenía 14, en fin, la media era aquella edad. 
Todos estuvimos de acuerdo en jugar a la botella, menos Fernando, bueno hubo otros que estaban emocionados y tambien asustados al igual que yo, que por un rato lo dudamos, cada quien daba su escusa, para no parecer un idiota, miedoso, un culicagado y todos los adjetivos que se nos ocurra.

__ Pero, ¿dónde conseguimos una botella?
__ Si, debe ser una especial, con el peso bien distribuido para que no beneficie a uno y el resto quede sin posibilidades.
__ Además, ¿supongo deberá ser de vidrio y no de plástico?
__ Y, si las reglas indican que debe ser un litro y no una botella de las pequeñas.
__ Y, ¿cómo eligiéremos a quien la mueva?, pues el que lo haga podría hacer trampa, ¿no creen?

Todos y cada quien dio su opinión, chicos y chicas ahuevados y ahuevadas, daban su opinión. Cuando el consenso dio como resultado que mejor jugáramos a las cartas, Vicky dijo.

__ Yo creo deberíamos de jugar a la botella, me parece una experiencia que no deberíamos dejar pasar, además, ¿cuando estaremos todos juntos otra vez, cuando muera otra mamá?

Eso bastó para que nos pusiéramos en busca del lugar clandestino e ideal para no ser vistos por las madres de las chicas presentes y en busca de la bendita botella para iniciar el juego, pues la bella de Vicky estaría dispuesta a besar a cualquiera esa noche. 
Todos nos pusimos manos a la obra, menos el que no deseaba jugar el bendito juego... Sí, Fernando. 

__ Mejor juguemos a las cartas. Es más divertido.

Dijo Fernando y todos sin excepción gritamos.

__ ¡¡No!! 
__ Ya elegimos, la mayoría gana, bueno, todos menos vos, queremos jugar a la botella, ¿qué te pasa? 

Lo reprendimos todos, me los imaginé como a mi madre hace unas horas con el ceño fruncido.

__ ¿Qué pasa Fernando? ¿acaso tienes miedo?

Dijo la melodiosa vos de Vicky, Fernando dijo muy decidido, pues le habían dado donde más le dolía, su ego. Y ¿a dónde vas? Le preguntó Fredy.

__ Voy por una botella.

Eso respondió y salió de la casa de Luisito hacia la suya. 

__ Ahora, solo falta el lugar, dijo otra de las chicas, Ody.
__ Ese no es problema, sigánme.

Dijo Luisito y nos llevó al cuarto de la difunta, su madre.

__ ¡¡Aquí!! Pero, ¿no es este el cuarto de tu madre?
__ Exacto, y aquí nadie nos molestará.
__ Por mi esta bien.

Dijo quien lo cuestionó por el lugar y todos estuvimos de acuerdo, en eso regresaba Fernando con botella en mano y con ella, atravesó todo el velatorio, le peló.

__ Aquí esta la botella.

Y la colocó en el centro del cuarto, era una botella de whisky del padre de Fernando.

__ Bueno, ¿quien sabe las reglas del juego?

Dijo Carlota, quien no pudo disimular su emoción, por fin besaría a un chico, eso nos tenía a todos muy acalorados y nerviosos. Menos a Fernando, quien nos explicó la técnica y reglas del juego.

__ Bueno, el juego es sencillo, a quien apunte la boca de la botella besará a quien este al otro lado de la botella, o sea a quien señale el culo de la botella, ella o él, besará a quien este en el lado del culo de la botella.
__ ¿Y si le toca a hombre con hombre?

Preguntó Priscila.

__ ¡Qué asco!
Dijo Fernando. Y agregó.

__ No sean mulas, eso no puede pasar y si pasa, se repite el tiro. para que no pase, nos intercalamos, una chica, un chico. Así no habrá posibilidad que pase eso tan desagradable.
__ Ah. Así sí.
Dijo Jaime, quien era el más chico del grupo con 12 años. Entonces, cuando nos acomodamos, todos queríamos estar enfrente de Vicky, algo que nunca logramos controlar. De nuevo Fernando dijo.

__ Bueno, es evidente lo que pasa, babosos. Para evitar lo que todos descaradamente pretenden haremos lo siguiente. Si a Vicky la señala la boca de la botella, ella decide a quien besar, no besará al que lo señale el culo de la botella, solo si ella así lo quiere, o a quien señale la botella. ¿Estamos de acuerdo?
__ Si, así sí...
__ Pero, ¿quien mueve la botella?
Dijo la melodiosa vos de Vicky. 
__ ¿Se imaginan quien respondió? Exacto, fue él.
__ Pues muévela tú y luego, en el sentido de las agujas del reloj. ¿Les parece?
__ Sí, así sí. 
Acordamos todos, con el corazón a flor de piel. Nuestro estómago se fruncía y casi se rompía por tanta mariposa loca.

La hora cero llegó y Vicky muy segura movió la botella, la cual señaló a Jaime, el culicagado de Jaime, el más chico del grupo.

__ ¡Yo! ¿Yo elijo ahora a quien besar? Jajaja, creo que me gustará este juego. Que emoción, mi primer beso y pasó en un velorio, ¿se imaginan lo que les contaré a mi nietos?...
__ ¡Ya! Besa a Mario y cálmate.

Dijo Carlos, su hermano mayor, quien ya contaba con 15, muy molesto, por la suerte de Jaime, la verdad que todos le sacábamos la madre en ese instante al idiota de Jaime, quien todos pensamos besaría a la lindura de Vicky, pero sorpresa, no fue así, Jaime eligió a la menos agraciada del grupo. Sí, quien le gustaba a Jaime, era la menos agraciada, otra culicagada de 12 y medio años. 
Jaime se levantó y caminó con rumbo hacia al chica que omitiré su nombre, podría colocarle uno ficticio pero no, prefiero omitirlo. 
Entonces, todos quedamos pasmados de ver a Jaime dirigiéndose en el rumbo equivocado y a la vez, sentimos alivio de ver cuando Jaime le daba un beso con lengua a la chica que le gustó. Pues, cada que le tocaba, iba con ella y ella con él cuando le tocó besar a alguien, seguramente le gusto sentir al lengua de Jaime en su boca...  ¡Guácala!

Luego de varios tiros, no me tocaba aun mi turno y varios ya habían besado a Vicky, pero en la mejía, pues ella no permitía que nadie la besara en la boca, los que aun esperábamos por nuestro turno, pensábamos que ella esperaba besar nuestra boca, el siguiente de aquella ronda fue Fernando.

__ Yo paso.

Dijo. Y todos lo vimos con cara de, ¿qué le pasa a este insociable, será qué no le gustan las mujeres?, más de alguno pensó eso -Lo supimos al otro día de comentarios del juego, uno que no se volvió a jugar, pues esa noche todos quedaron emparejados, con novia, por ello nadie quiso jugarlo más-.

__ Bueno, me toca.

Dijo por fin Vicky y de nuevo giró la botella, fue el giro más largo de la noche, todos ansiosos, por esperar, su turno, pues resulta que luego del primer tiro y de que Jaime besara de lengua a la chica en cuestión se cambio la regla y se dispuso que a quien besaran, ella o él giraría la botella, esto lo dijo Fernando. 
Así que, así fue. Mientras la botella seguía girando y girando, todos con la vista puesta en la botella de Whisky, y luego de unos largos segundos, los cuales parecieron horas, la botella se detuvo, su boca apuntaba a quien la giró, a Vicky. Y no pudimos evitar gritar.

__ ¡¡Síiiii!!

Vicky se levantó, mientras lo hacía, nos parecía que lo hacía en cámara lenta, qué el viento le movía la cabellera, que cada paso que daba iba con rumbo hacia mí -eso pensábamos cada uno de nosotros, claro, menos Jaime- 
Pero, esperen... ¿Qué pasa? Vicky, ¿a dónde vas? yo estoy aquí. 
Eso pensábamos todos, incluyéndome yo.
Pero Vicky caminó hacia él, ante la mirada incrédula de Fernando, se paró frente a él, se agachó, le tomo el rostro y beso su boca, un beso interminable, todos lo veíamos muy desilusionados, pues a cada quien le había tocado y ella no permitió le besaran la boca; ella se comía la de Fernando, ese beso era interminable, hasta que en el cuarto entró mi hermana.

__ Aquí están ¿eh? Oye baboso, nos vamos.

Me dijo mi linda hermana con todo el diablo encima, nunca supe que le pasó, quiza lo mismo que a mí, no losé, lo que sé, es que me hizo un enorme daño social, pues perdí mi oportunidad de besar a alguien o que alguien me besara a mí, recuerdo que mientras le rogaba que nos quedáramos un rato más, Vicky no terminaba de besar a Fernando. 
Yo le rogué, le suplique, hasta le dije que se fuera sin mí, pero dijo las palabras clave y todo se terminó para mí, mi amor de pre-adolescente por Vicky y la oportunidad de tener mi primera novia, aunque sea otra como la que Jaime consiguió esa noche, la cual según me enteré al día siguiente, fue la mejor de todas para cada uno de los presentes, pues cada quien esa noche consiguió novia, menos yo. 
Y una prima de Luis, que era la que pudo ser mi pareja, pero ella solo llegó al velorio y esa misma noche se fue, por tanto no quedaba nada, para el chico de la gorrita roja. 

Ah, las palabras mágicas que me sacaron de ahí aquella noche, fueron.

__ Si no te vas conmigo, le cuento a mi mamá que están jugando a al botellita y ella te vendrá a sacar del pelo. ¿Ya la conoces? 

Todos gritaron. 

__ Mejor vete con la linda de tu hermana. 

Y tocó irme.


Triste ¿no creen?, ya ven, no todo a sido nido de flores, no todos los días se come carne, y mil refranes más. 
Pero de algo estoy satisfecho y es que, más tarde, la vida me devolvió con creces lo que aquella noche me negó y entonces, ni Fernando, ni Vicky, todo fue mejor. 
Ni Fernando, quien se ennovió con Vicky aquella noche, tuvo mejores prospectos que yo en un futuro cercano a aquella noche de vela en mi barrio. 
Pero esas historias ya las conocen y las que me faltan por contar. ¡Hasta la próxima!






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