sábado, 21 de enero de 2017

Larga Espera


Era tarde y caminaba bajo la arboleda de una alameda, mientras lo hacía pensaba en ella, en como el tiempo había transcurrido y que pronto ella regresaría, estos meses sin ella habían sido una eternidad, pero mi amor al igual que la espera había tambien crecido hasta la misma eternidad, bien dicen que uno no valora lo que tiene hasta que lo pierde, aunque lo nuestro no había sido una perdida sino una separación de común acuerdo, pero igual, mientras caminaba bajo la sombra de esa alameda, sobre los árboles, justo en las copas de ellos, un sol inclemente y es que el verano estaba encima y quedarse en casa era algo insoportable, calor, aburrimiento, soledad, lo mejor era salir, aunque fuere a caminar y sentir la frescura que proporcionaban aquella cordillera de árboles que se perdían en una perspectiva kilómetros adelante de mi nublada vista y es que a pesar de lo fresco, la iluminación de la tarde soleada me nublaba la visión, bueno tambien se perdía en esa imagen verde y pacifica que se prolongaba por varios kilómetros; yo caminaba recordándola, recordando sus besos, su risa, su cabellera despeinada por el viento, las carreras sin rumbo dejándola ganar pues, era algo que ella tenía, y era que, no le gustaba perder; pero el perder, como casi nunca sucede solía tener su premio y era sentir en mi aliento el suyo, fresco y natural, virgen y jovial, era como beber agua del manantial en un día como hoy, pero sin alameda. Mi andar pausado pero seguro saludando a quien se encontrará conmigo, escuchando a los zanates y otras aves más coloridas y de mejor trinar, tambien observando a alguna ardilla correr por la cinta asfáltica detrás de una fruta seca que se le cayó de su hocico mientras peleaba con otra que también la quería, para al tenerla consigo subir al árbol de inmediato y no ser parte del mismo asfalto, como más atrás pude observar. Seguí mi andar sin pensar en volver, la caminata me hacía mucho bien, me distraía y tambien me traía los mejores recuerdos de ella junto a mí. 
Un poco más adelante me detuve, no se porque, pero algo atrajo mi atención y que bueno, pues me habría pasado sin percatarme del lugar; al estar frente a él, me recosté sobre los alambres de púas, lo hice con mucho cuidado para no pincharme y sentí su presencia y como no, si fue ahí, hace unos cuantos años ya, una tarde, que la invité a salir, recuerdo lo hicimos en bicicleta y ella, al llegar a este punto me dijo. 

- Descansemos, pues me cansé. 

Pareciera que no es subida, pero lo es, sí lo es, lo que pasa es que por ser prolongada no se ve, ella dijo sonriendo, mientras caminaba hacia éste lugar. 

- Pero si se siente. 
- ¿Estas muy cansada? 

Le pregunté, ella solamente asintió y se sentó con sonrisa en sus labios sobre una raíz expuesta. Precisamente ésta, aun esta aquí, que bien. Yo la vi y me dije, si no es hoy, ya no habrá otra oportunidad y coloqué un pie en el alambre de púas, mas bajo y con mis brazos levanté el que le seguía más arriba y le dije. 

- Acompáñame. 
- ¿Y las bicis? se las pueden robar. 
- Claro que no, mira, no hay nadie.

Ella vió y efectivamente, aquella, tambien tarde, estaba todo en silencio. 

- ¿a dónde me llevas? 

Me dijo y luego agregó. 

- Estos son terrenos de don Romilio verdad? 
- Sí. 
- Entonces, supongo no habrá problema. ¿Cómo se llama éste lugar¡ 

Me dijo mientras caminaba siguiendo mis pasos. 

- Aquí se llama: La Joya, ¿hermoso verdad? 
- Muy hermoso, pero no más que tú. 

Le dije. Ella me vió con esos ojos tan enormes y expresivos. Seguimos caminando, hasta que llegamos a un lugar, el cual me sirvió como marco para declararle mi amor, ella no respondió nada cuando le pregunté si quería ser mi novia, solamente se acercó a mí y colocó sus brazos rodeando mi cuello y a mi boca beso, esa fue la mejor respuesta que una chica le puede dar a uno como respuesta.
Un suspiro se le escapó a quien seguía recostado sobre aquel alambre de púas, reviviendo todo lo que esa tarde sucedió, mientras lo hacía tambien sintió como si no estuviera solo, sintió como si a su lado otra persona estaba al igual que él recostado sobre el alambre observando lo mismo que él, la presencia de alguien era tan real que él se asustó, se alejó de golpe del alambre y observó por todos lados para ver si no había alguien con él sin haberse percatado de su llegada pero no, solo la cinta asfáltica, la alameda, aquel marco de árboles hacia ambos lados, pero si sintió cuando un aire arremolinado lo acorraló, se preguntó que es esto, su corazón latía muy rápido su piel se achinó, pues lo que le sucedía a él y el lugar no era nada natural mucho menos normal. El chico, sintió que alguien lo abrazó por detrás y al tiempo escuchó al oído. _Te amo, siempre te amaré. Y luego de esa rara sensación, la cual, lo tenía helado y asustado, pues fue claro lo que él escuchó, el remolino que lo tenía entre él se escabulló hacia donde un día el le declaro su amor a la chica, la cual él esperaba con ansiedad y no regresaba. La vista se le nubló, y él sus ojos los limpió, al dejar de hacerlo, todo había vuelto a la normalidad, pero cuando el chico observó el lugar de su primer beso con su chica, para regresar a su casa, pues ya no se sentía tan agusto, en ese lugar se encontraba su amada novia, ella le sonreía y con su mano le saludaba.

- No puede ser.

Dijo él asombrado.

- ¿Has regresado mi amor? ¿en dónde estabas oculta? Espera voy para allá.

Ella seguía ahí, sonriendo y esperándolo, mientras él se metía entre la alambrada para luego correr a su encuentro, así lo hizo, ella seguía en el lugar, ella no se movía de ahí, ella no corría hacia donde él iniciaba su caminata hacia donde le esperaba el amor de su vida. Pero, ella entonces dejó de saludar, ahora ella con su mano se despedía, le decía adiós, él no entendía a que estaba jugando, seguramente, pensó, ella deseaba ser alcanzada, abrazada y besada como tantas veces ya antes lo hizo. Pero entre ella y él se interpuso una extraña bruma, y de nuevo el remolino a su cuerpo lo abrazó y en sus oídos escuchó la voz de la chica quien le dijo.

- No olvides que te amo, que no te abandoné y como prometí regresé, pero ahora debo irme. 

La chica, inició su andar en sentido opuesto a donde él estaba, ella se introducía en los terrenos de don Romilio, sin voltear, con paso firme, preciso, inclaudicable, un paso seguro, así ella continuó su caminata, mientras que el chico, sin entender nada le pedía que esperara por él, pero ella no se detuvo.

- ¡Oye Claudio!, que bueno que te encuentro.

Claudio volteó para donde se encontraba su primo, Esteban, quien con el rostro pálido le pedía que se acercara, pues tenía que darle una noticia.

- Espera Esteban solo alcanzo a...

Cuando Claudio vió para donde caminaba su novia, esta ya no estaba, algo extraño que él no comprendió pues el terreno de don Romilio, era plano y enorme, nada la pudo haber escondido, simplemente ella se esfumó. Claudio ahora estaba muy descompuesto y desconcertado.

- ¿Alcanzar a quien Claudio?, si aquí solo estamos tú y yo, deja tus bromas y ven pronto, es importante lo que tengo que decirte, date prisa. 
- Ya voy.

Respondió Claudio, mientras caminaba daba vistazos para atrás, para entender que sucedía y ver si lograba divisar a la chica, pero nada, solo el terreno, el cual aún no le nacían las primeras ramitas a la siembra. Claudio regresó hasta la alambrada y ya enfrente de Esteban, le preguntó a su primo.

- ¿Qué es lo importante que me contarás y te te tiene tan agitado?
- Primo debes de ser fuerte.
- ¿Fuerte? Ya habla pronto que me estas asustando.
- Es Gilda...
- ¿Gilda?

Dijo Claudio viendo de nuevo hacia el terreno.

- La viste, ¿qué se hizo? estaba ahí y de pronto ya no, ¿tú sabes que sucede?
- ¿De qué me hablas primo? ¿Acaso ya lo sabías y por eso estás aquí?
- ¿Saber qué? No entiendo, habla ya por favor, ¿qué pasó con Gilda?
- Primo, Gilda, regresaba, pero el autobús en donde viajaba se accidentó en la Conora. 
- ¿Qué?
- Eso primo, lo que oíste, debemos ir, para ver si Gilda está bien. ¡Vamos, no perdamos más tiempo!

Claudio cayó sentado sobre las raíces que sobresalían y en donde un día Gilda descansó, colocó sus manos sobre su rostro y empezó a llorar.

- Claudio ¿qué haces?, deja de lloriquear, vamos para saber si Gilda está bien.
- No es necesario primo, Gilda no sobrevivió.

Dijo Claudio entre sollozos, su primo lo vio con cara de qué le sucede a este, cómo sabe que no sobrevivió si apenas se enteró del accidente.

- Vamos primo, deja de decir tonterías y sal de ahí, vamos Gilda nos necesita, apúrate.
- No primo, Gilda vino y se despidió de mí. Ahora lo entiendo todo.
- ¿Entender qué? ¿De qué diablos hablas? ¿Cómo sabes que no sobrevivió?
- Apaga el motor del pick-up y ven, siéntate aquí, te lo contaré todo, fue algo de otro mundo, algo muy especial...

Claudio le contó su experiencia a su primo y este supo entonces, que su primo tenía razón, Gilda no sobrevivió al accidente, Esteban consoló a su primo, quien ahora lloraba por el amor de su vida. Un gran amor, que venció los limites de la muerte para despedirse de su amado antes de su ultimo viaje. Allí quedaron los dos, por largo rato, hasta que empezó a oscurecer; entonces fue que volvieron al pueblo.

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