lunes, 20 de febrero de 2017

El Cobrador Motorizado.


Por la calle escuché cuando llegó Carlos en su moto marca Fahonda de color verde pálido, de cien centímetros cúbicos, no sé si era su color de fabrica o ya estaba así por el uso. El rugido ya no se escuchó, lo que sí se oyó fue el timbre, corrí para abrir, efectivamente era Carlos, este me tomó entre los brazos y me hizo cosquillas hasta que me dolió la barriga y entonces ya no fue divertido, fue tan molesto que me encabroné, creo eso era lo que a él le gustaba y por eso me chingaba hasta hacerme rabiar. Una vez yo, como la gran, se dirigió en busca de mi hermano, no sin antes pasar saludando a mis padres.

_Hola Machochoco, ¿nos tomamos unas chelas?
_Tú madre, ya te he invitado un vergo y vos nada, andate a la...
_No te enojes Machochoco, ahora yo te vengo a invitar.
_Ah bueno, así ya cambia la chingadera, esta bien, pero ¿de dónde sacaras dinero si estás sin trabajo? No te mandaron a la mierda la semana pasada por impuntual y huevón, además, el dinero de tu indemnización ya nos lo chupamos.
_Si cabrón, pero mira lo que tengo aquí.

Carlos extrajo de su chaqueta negra y de cuerina, pues no se podía comprar una de cuero genuino; unas cuantas tarjetas de cobro. 

Resulta que Carlos, había trabajado para una mueblería: "La Estrella" era su nombre, como cobrador motorizado. 
Pues un día mi hermano leyó en el periódico que se necesitaba un joven chispudo y con carácter, para el puesto de cobrador, mi hermano se alegró, pues no tenía chance y dijo que ese estaba bueno para él, pero al continuar leyendo el anuncio de prensa, se encontró con el inconveniente de que era necesario y requisito indispensable tener moto propia. 
Entonces mi hermano le contó a Carlos y este se quedó con el puesto, pero por huevón en poco tiempo lo despidieron, tambien era por llegar con olor a licor a trabajar y la verdad, que aquel era la informalidad andando. Bueno, por esto aun tenía unas papeletas de cobro, las cuales no devolvió a la mueblería "La Estrella".

_¿Y para qué putas me enseñas esas mierdas si ya no trabajas ahí?
_No por gusto te digo: Machochoco, ¿no vez?, vamos, cobramos y luego nos chupamos el dinero ¿eh?

Mi hermano había tenido un accidente de niño y tenía un ojo con el cual no veía muy bien, de ahí su apodo de: Machochoco.

_Ah, me parece, ¿pero no será mala onda y nos encontremos con un problema grave?
_No seas marica, vamos, que te importa, si a quien chingarán es a mí, vamos que tengo mucha sed.
_Vos como estas desahuciado, te vale verga todo ¿verdad?
_Jajaja, tu madre, levántate y vamos a chupar, hoy me quiero poner a verga.

Carlos estaba desahuciado, pues padecía un cáncer terminal, pero eso no le quitó nunca las ganas de vivir y vivir al máximo, por eso, todo le valía madre, pues decía; pronto me voy a morir, así que a chingar la vida antes de que ella me chingue a mí. (Por increíble que parezca Carlos sobrevivió al cáncer, se casó, se "formalizó" venció a su cáncer terminal, un milagro seguro, pues los médicos nunca se lo explicaron, pero algo si era cierto y era que, si a Carlos le decían que comiera mierda, él lo hacía y de tanto que probó y tomó con fe, se curó) 
-Leer el cáncer de Carlos-.

Escuché cuando rugió el motorcito de cien cc. de su Fahonda y se fueron quien sabe con qué rumbo.

En un campo, lugar en donde encontraron a mi primo con la paja de que rea novio de una chica -ver: Mentiroso, Mentiroso-
Ahí se detuvieron a chequear las tarjetas, buscaron las que estuvieran más cerca y las seleccionaron, salieron con rumbo a unas que les quedaba cerca de una cantina donde acostumbraban ir a chupar hasta colocarse hasta atrás (ya saben a verga, como decimos aquí).

_¡Ya voy!

Se escuchó la voz de una mujer algo cansada, la cual tardó un poco en abrir la puerta. Por fin llegó a la puerta y la abrió.

_Si jovencito, ¿en qué le puedo servirle?
_Vengo de la mueblería: "La Estrella", usted tiene una deuda con nosotros y necesito nos la cancele.

Dijo Carlos con una voz firme y segura, además con el ceño fruncido, para intimidar a quien le cobraba y la cual, debía como tres meses de atraso. 
Mi hermano, pensando en que aquello no estaba bien, se quedó alejado, para que si había un clavo solo a Carlos lo chingaran.

_Ay, míjito, lamento que hallas venido por gusto, pero como puedes ver no tengo ni para el pan, si quieres te llevas el trinchero, pues no tengo dinero para pagarlo, el único quien me ayudaba era un mi nieto, pero la mujer lo vergueo cuando supo que me ayudaba y desde entonces estoy pasando frío y hambre.

Eso dijo una veterana en los asuntos de deudas, que hizo que a Carlos se le aguara el rostro de malhumorado con el que llegó y esto le dijo a la viejita.

_¿Sabe que señora?, usted ya no nos debe nada, la mueblería: "La Estrella" en su afán de ayudar a las personas jodidas económicamente como usted, le condona la deuda. ¡Usted ya no debe ese trinchero, el mueble ya es suyo!
_En serio mijito
Dijo la señora mientras Carlos le anotaba a la tarjeta de cobros: Cancelado y se la entregaba.

_Aquí tiene señora, si viene otro cobrador, usted el dice que ya la canceló y le enseña esto y tranquila, el mueble es suyo. Adiós madrecita. Dios la bendiga.

Dijo Carlos y le besó la frente a la viejita, la cual cerraba la puerta sin dejar de reír por ser la propietaria de su trinchante, claro luego de darle mil bendiciones a Carlos.
Cuando llegó al lugar en donde esperaba mi hermano con  ansias para ir a tomarse unas chelas, Carlos dijó.

_Nada Machochoco.
_¿Nada, cómo qué nada? pero si era una anciana. ¿sería fácil no?
_No vos, la pobre esta más jodida que vos y yo juntos.

 Carlos le contó a mi hermano todo y este después de oírlo dijo.

_Bueno, ¿ahora a dónde toca?
_Esta aquí cerca, como a unas siete cuadras, vamos.

Llegó Carlos y tocó con fuerza la puerta.

_¡Ya voy!

Se escuchó una voz fuerte y profunda. Y apareció un tipo que parecía boxeador.

_¿Que se le ofrece señor?

Dijo este con un tono en su voz de malos amigos, desafiante, pues seguramente sabía a que llegaba Carlos.

_¿Es usted un cobrador verdad? No se imagina como odio ese trabajo tan vil y cobarde.

Dijo el tipo amenazante y amedrentador. Carlos tragó saliva y sintió como se le aguadaron las rodillas, creo que hasta humedeció un tantito su calzoncillo.

_Buenas señor, mucho gusto y felicidades, le traigo una increíble noticia, no se lo imagina ¿verdad? Vea, usted a sido elegido entre centenares de clientes de la Mueblería: La Estrella y como cliente VIP. ¿Qué cree?, vengo a informarle que usted no debe absolutamente nada, la cama que usted compró y de la cual solo dio el enganche... ¡Ya es suya! Vea...

Dijo Carlos con los huevos en la garganta a quien lo veía con asombro, sin explicarse que sucedía. Carlos rompía la tarjeta de cobros frente al grandulón.

_Qué disfrute de cu cama señor, feliz día.

Y se alejó Carlos con la cola entre las patas, mi hermano al verlo regresar se frotaba las manos, pues al fin irían a chupar.

_Nada Machochoco.
_¿Nada? pero ¿qué putas pasa con voz, qué otra viejita? O no, ahora un viejito, claro baboso.
_Tú madre, era un monstruo y asesino serial, creo que lo vi en la tele, como uno de los más buscados.
_Bueno, ya déjate de pendejadas, ¿ahora a dónde vamos?, pero si esta vez no cobras nos vamos a la casa.
_Bueno, ¿y por qué no vas y cobras vos? ya que te estas quejando tanto.
_Dame esa mierda, te demostraré como es que se hace.

Dijo mi hermano muy envalentonado, ya con la experiencia de la viejita y del malhumorado. Se dirigieron a la siguiente dirección seleccionada.

_Ya abro, espere por favor.

Se escuchó una voz muy sensual, mi hermano se encontraba con el casco de Carlos y su chumpa de Cuerina. De pronto abrió una linda chica envuelta en una diminuta toalla, la chica dejaba ver sus bellezas de fémina fatal.

_Gracias, que te vaya bien, entonces así quedamos, acá te espero.

Dijo la chica y mi hermano se dirigió hasta donde esperaba Carlos, mi hermano iba con una enorme sonrisa en sus labios y los ojos desorbitados, algo que a Carlos entusiasmo mucho, pues hasta se le hizo agua la boca, pensó, por fin una fría y refrescante cerveza.

_No mano, nada.
_¿Nada, cómo que nada y esa sonrisa en los labios y esos ojos desorbitados?

Dijo Carlos muy molesto y pensando que mi hermano lo engañaba y que seguro se quería quedar con el botín.

_Era un ángel caído del cielo...

Dijo mi hermano entusiasmado y le contó todo a Carlos, este se puso como la gran chingada.

_¡Hijueputa!, ¿cómo no fui yo?, tenes suerte cabrón, ese teléfono y esa cita son mías, dame acá.
_Tu madre, a voz te hubiera sacado la madre por feo.

Mi hermano le condonó la deuda de una cuenta habiente muy sexy, con tal de que le diera una cita y eso lo traía muy feliz.

_Bueno, ahora nos queda esta, creo esta a la vuelta, vamos. 

Salieron hacia la dirección los dos, pero esta vez nadie quiso quedarse esperando y se dirigieron juntos a la dirección, llamaron y un señor los atendió, este muy honesto los recibió y hasta agua les ofreció, luego de ello, les canceló todo el mueble, era un amueblado de comedor.

Los dos salieron dando brincos y felices, pues les habían pagado una buena suma de dinero, se olvidaron del resto de tarjetahabientes y se dirigieron al lugar de siempre, donde se colocaron la tan ansiada y esperada embolada, ahí estuvieron bebiendo y comiendo boquitas, hasta que les amaneció, salieron abrazados a ver los primeros rayos de sol. Viendo esa maravillosa madrugada, Carlos le dijo a mi hermano.

_Machochoco, ¿sabes que estoy pensando?
_¿Qué estás pensando?, yo no quiero ir a cobrar hoy.
_No mula, acompáñame.
_¿A dónde? 
_Vos seguime.

Subieron en la Fahonda 100, y Carlos se dirigió con rumbo a la orilla de un barranco, aun tambaleantes se acercaron a la orilla, mi hermano sin saber que haría Carlos. 
Este, al estar frente al profundo barranco, se extrajo el resto de tarjetas que le quedaban pendientes por cobrar y dijo.

_¿Sabes Machochoco, todo lo que pasó ayer me hizo reflexionar? qué si fuera yo quien debiera todo este pisto me llevaría la gran puta, aunque no hay carcel por deuda, pero pobre gente y esos malparidos de la Mublería, son unos hijos de puta, ya vez que me echaron a la mierda, así que...

Sacó las tarjetas que aun tenia, las hizo pedacitos y las dejó para que el viento se las llevara; con ellas se iban las deudas de mucha gente pobre, a las cuales, la borrachera de un personaje desahuciado les perdonaba su deuda.

_¡¡Ya no deben nada!!

Gritó Carlos y mi hermano le aplaudió.

_Bien hermano, sos buena onda, ¿y ahora sabes qué?
_¿Qué?
_Hoy es el cumpleaños de mi abuelita, cumplirá 75 años y le van a hacer una fiesta, ¿qué decís si nos vamos para allá?
_Machochoco, vamonos, quiero ver a tus lindas primas.

Salieron del lugar abrazados, así como llegaron, se encaramaron en la moto Fahonda 100 y le llenaron el tanque y salieron con rumbo a Jutiapa. 

Pero esta es otra historia. Solo les puedo adelantar que llegaron de noche y se accidentaron... 

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