viernes, 24 de marzo de 2017

Esa Mujer (poesía de erotismo light)


Movimientos provocativos, caderas ondulantes, pechos vibrantes, ojos fijos y hacía el frente, nunca una mirada que deje perdida por un costado, ella tiene todo el control. Pies descalzos, cosa más excitante en una mujer, verla caminar con sus pies desnudos y con ese porte en su ser, hembra de alta envergadura, espigada figura, no veo una sola estrilla, ni flacidez. En su abdomen la ilusión de una abeja con su colita bien paradita...

Esa mujer, lleva con ella lo que tanto quiero y deseo, por lo que veo, otros tambien la desean, ¿quien será el que conquiste su corazón? Uno muy bien resguardado, eso seguro que así será.

Cabellera ondulante que se deja mecer con una tenue brisa, ropas que dejan poco a la imaginación, piernas alargadas bien perfiladas, con fuego en cada pisada, dejan por donde pasan estela de la cual emerge una fumarola, su andar cómo si fuera desfile militar, su rostro siempre serio, sin dejar oportunidad de ser abordada, para ello deberás pedir permiso al capitán de tan emblemática y hermosa nave...

Esa mujer, eleva estelas y aromas que me alborotan hasta el más intimo de mis secretos y deseos, entre otras cosas que me indican que estoy vivo y que desearía vivir mi vida con ella, encerrados con pena perpetua entre cuatro paredes, sin medida sustitutiva y mucho menos días de visita.

Un glúteo sube mientras el otro lentamente baja, al pisar firme el suelo por donde camina, se elevan y caen con gracias sus firmes senos, algo que me roba la cordura y al resto que la observa la compostura; le gritan piropos, unos graciosos, otros grotescos e indecentes, yo simplemente la veo y con eso me conformo, ya he acariciado en mi sueños esos glúteos y puedo asegurar que son firmes, como ahora los veo.

Esa mujer, me vuelve loco, me trasnocha, no duermo, mientras ella reposa sobre suave colchón y sedosas telas que se pegan a su ondulante figura como si se tratará de otra piel, una que no transpira, pero si que haría sudar al que mira.

Mientras avanza en su eterno caminar, veo que tiene lindos ojos azules, de los cuales se vislumbran difuminadas lineas negras del iris hacía afuera, tal cual, como su andar de gata en celo, su pelaje solo en su larga cabellera, pues imagino que ya esta depilada a lo Brasileira, vaya que morena, es pura candela, bella llama que no alumbra pero que si quema...

Esa mujer, seguro estoy que en mi cama provocaría un incendio de grandes proporciones, mi cuerpo ardería como en el mismo infierno y mientras me incinero entre sus piernas, escucharía gritos de lamentos, solo que en este caso, serían gemidos gatunos de hembra en celo que le da gusto a sus más bajos instintos animales, los que me dejarán sin aliento. Al terminar me pedirá más y más, yo con gusto le daré lo que me pide, pues tanto la soñé y la esperé que hoy no le daré tregua.

Desde mi lugar espero sin desesperar, mejor me preparo, pues ya la vi caminar de espaldas, ahora espero su regreso, para verla caminar de frente, maravilla de imagen que se avecina, el vestido se le introduce entre sus bellos muslos, por la tenue brisa de hace un rato, que ahora es un ventarrón me permite observar su zona V, quiero morder esa manzana que se ve abultada, deliciosa tajada entre mi boca...

Esa mujer, conoce todos los secretos de su lindo cuerpo, sabe como mover esa canoa para hacer perder el  equilibrio al más diestro navegante, cómo deseo navegar en esa embarcación, lo haría sin pausas para descansar, me la llevaría hasta la reventazón, para sentir los embates de las egoístas olas, que desearían darle un revolcón, pero este no es el momento ni la ocasión.

El vestido lo trae pegado en toda su linda figura, se observa bien su cintura de avispa y en cada paso que da, se le ve bien el aguijón, quién pudiera ser por él envenenado. Ahora por la ventisca, su vestido lo trae a su cuerpo pegado; sus senos siguen con ese eterno vaivén, como adorno antiguo de auto, el del perrito que movía su cabecita arriba y abajo. 
Imponentes se ven sus pezones, los cuales dicen presente, será por el implacable frío aire o por sentir mi mirada sobre cada uno de sus poros, se siente deseada y besada por mi alma que hace un instante abandonó mi cuerpo, este quedó con un rostro, en el cual, se denota ilusionada sonrisa o cara de pasmado enamorado, excitado e ilusionado. Así quedo mi cuerpo, mientras mi alma la cual se regocija en cada centímetro de su morena piel, retorna a mi cuerpo para no quede este sin vida...

Esa mujer, ahora que se acerca, sabe que siempre la espero y que la deseo, por ello su andar felino y en cada paso deja esa quemante estela, de la cual, solo me llega su bruma, ya esta por pasar a mi lado y mi corazón que casi ya no puede impulsar más sangre, porque ahora la necesito en todas partes de mi cuerpo, en todas, sin excepción, mejor me cubro, pues se dará cuenta de lo que ella le provoca a mi cuerpo.

Ahora la veo como en cámara lenta, sus senos van para arriba, los pezones rasgan la tela de su vestido, la pierna derecha va al frente y la izquierda se a quedado retrasada, su manzana ahora la muerdo con mi imaginación, ella escucha el crujir del mordisco y yo siento en mi boca lo dulce y jugoso de su fruto prohibido, pero extraño, veo en su rostro la satisfacción, su cintura da giros como un trompo, permitiéndome observar parte de su aguijón. Sus pies, aunque van descalzos, me producen una rara sensación de ponerme justo al frente, aunque podría en seguida perder mi vida, pero valdría la pena...

Esa mujer, conoce muy bien lo que trae en su piel, perfección de mujer de pies a cabeza, mirada salvaje de gato siamés, me obsequia una aniquilante mirada que me ha dejado helada la sangre que circula a mil por mis venas y en sus labios gruesos y rojos, pero sin maquillaje, pareciera que se los muerde en señal de deseo, una enigmática sonrisa que me eriza hasta el más insignificante cabello que tengo en recóndito lugar de mi cuerpo, todo me lo ha erectado, ella conoce y sabe como lograr esa sensación en el cuerpo de quien la ve andar con sus pies desnudos. Lo hará a propósito. Seguro que sí, en ella lleva la perdición y tambien la traición, con ella el perdón y el vehículo para ascenderte hasta el cielo y si me descuido, nos quemamos en una incursión al mismo infierno para extraer de él, el más rico orgasmo...

Esa mujer, de mirada felina, de andar, que por donde pisa prende fuego, de piernas bien torneadas y sin estrillas, ni flacidez. Ella se dice. Eso qué es. 

Esa mujer, con tremendo chutón, lugar en donde lleva ese aguijón, lleno de veneno y lindas peras que ascienden hasta el cielo y su caída es graciosa y en cámara lenta.

Esa mujer, que la tela le tapa, pero no le oculta esa deliciosa manzana, me ha regalado una picara mirada y de sus jugosos y gruesos labios, una disimulada sonrisa, que a mi alma de mi cuerpo me ha sacado y con ella entre sus poros se la ha llevado, dejando un cuerpo con estúpida sonrisa en sus labios y mirada perdida en sus nalgas bien formadas y levantadas.

Esa mujer, tiene entre sus muslos un volcán en erupción, en sus labios la mejor miel, dos deliciosos higos y en ellos, deliciosas guindas. 

Esa mujer, se ha robado además de mi alma, a mi corazón y me ha dejado desangrado y desgraciado, tambien me ha robado mi imaginación, pues de tanto que la he descrito ya me dejo sin palabras para seguir con mi relato. 
Deberán imaginarlo, me refiero a cómo termina esta inquietante y excitante historia, de una mujer como ninguna... 

Esa mujer.



 

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