miércoles, 5 de abril de 2017

La Muerte y el Perro Negro 2


La Muerte se acercó a mí, me saludó, un frío recorrió toda mi piel, a mi lado, impávido, mi perro, este ni se inmutó cuando ella se presentó ante mí, yo me encontraba sentado sobre mi silla mecedora, como cada noche de un despiadado y caluroso verano. 
Esa noche me llegó una helada brisa la que me enrolló como si fuere una serpiente que costringe a su presa. 
Ante mí, una túnica muy negra, nunca recuerdo haber visto algo más negro e impecable que eso. Mientras levitando y con su mortal arma en mano, se me acercó con tal sutileza y pude percatarme que se trataba de ella. Esta me dijo como un murmullo a mis oídos.

_¿Puedo sentarme contigo?
_Claro, bien puedas, te esperaba.
_Gracias, pero tranquilo que no vengo por ti.

Ella se sentó a mi lado, aunque no había otro mueble, levitando y meciéndose conmigo estuvo por un buen rato, sin emitir ni un cruel comentario. 
Yo, un hombre viejo, con mil males de la tercera y última edad, no me asusté. Mentira, claro que me asuste y mucho, creo haber manchado mi pañal.  
Despues de un incómodo momento, ambos meciéndonos y sin sentir aquel horrible calor, ella me habla.

_¿Conoces a los que viven justo enfrente de ti?
_Pues, no mucho, ya sabes, casi no salgo y además, son vecinos nuevos.
_Así es, una pareja de jóvenes, quienes llevan cinco años de casados, se aman mucho, han estado intentando embarazarse todo este tiempo sin tener éxito.
_¿En serio? No lo sabía, pobres, ¿Y lo han logrado ya, o nunca podrán ser padres?
_Ya lo lograron, tienen un lindo bebe de apenas dos meses, justo el tiempo que llevan viviendo frente a ti.
_Que bien por ellos. Me alegro mucho.
_¿En verdad te alegras por ellos? ¿Cómo puede ser, si no les conoces?
_Bueno, el que no les conozca, no quiere decir que no me alegre su felicidad. Ya sabes, yo nunca me casé y nunca fuí feliz; hasta que los que vivieron ahí me regalaron este cachorro, justo antes de irse para la gran ciudad, pues allí no podían tener perros. Y este bello animal me hace compañía, me hace mis últimos días muy felices. Algo similar sentirán ellos. Por eso, me siento feliz por ellos. ¿Me entiendes ahora?
_Más de lo que te imaginas.
_Es un lindo cachorro, se parece al mío, creo son de la misma raza.
_Cómo, ¿tienes un perro?
_Uno muy noble, uno que dió la vida por una niña, algo que solo pueden hacer estos animalitos por un ser amado. Te permitiré lo veas.

Y vi al hermoso animal, este se encontraba echado al lado del mío, ambos dormitaban, con sus ojos abiertos, vaya manera de dormir de estos animalitos.

_Es lindo. ¿Pero si no has venido por mí, a qué has venido?

Pregunté a la muerte, quien seguía amaqueándose junto a mí. Esta aspiró fuertemente el aire frío que nos rodeaba y nos abrazaba. Mientras lo hizo, todo quedó en un mortal silencio, otro momento incómodo para mí. Después me dijo, con un tono que no creí fuera posible para la muerte. Me hizo pensar que no le gustaba ni disfrutaba su trabajo, tal vez algunas veces sí, pero esta vez, no era de su total agrado, eso creo.

_Es algo triste lo que me trae por acá.
_¿Sí? ¿Y qué podría colocar triste a la muerte?
_Pues aunque no lo creas, a veces disfruto mi trabajo, pero otras veces lo odio, pero no me queda alternativa, cómo es el caso hoy.
_¿A qué te refieres?
_A lo que me trae hoy por acá.
_¿Y que te trae hoy por acá?
_Vengo por el bebe de tus vecinos, hoy morirá de muerte súbita.
_¡¡Qué!! No puedes hacerles eso, menos después de lo que me has contado.
_Y eso no es lo peor.
_¿Qué podría ser peor que eso?
_Que la chica ya no puede quedar embarazada de nuevo, eso quiere decir que ya no podrá celebrar nunca el día de las madres.
_Qué crueldad...
_Lo sé, a esto me refiero cuando te digo que hay veces que odio mi trabajo. Pero, puedo hacer cosas, pues me han dado esa potestad.
_¿Hacer cosas? ¿Qué cosas? ¿Qué quieres decirme?
_¿Por qué crees que estoy aquí contigo esta noche? Vengo a preguntarte si podrías hacer algo por esa pareja.
_¿Hacer algo? ¿cómo qué podría yo hacer?
_Ves a mi perro, él se sacrificó por una niña enferma mortalmente. ¿Y sabes lo cruel de esta historia?
_No, ¿qué podría ser más cruel que lo que me has dicho?
_Que la niña por la que se sacrificó mi hermosa mascota, es tu vecina, quien hoy sufrirá por la muerte de su pequeño bebe.
_¡No! ¡Eso no es justo!
_¿Y quien dijo que mi trabajo era justo?
_Te pediré algo para que me ayudes y al tiempo a tus vecinos.
_¿Qué quieres de mí?
_La vida de tu perro por la del niño de tus vecinos? Sé que amas más o tanto como a tu vida a este animalito, el único que te ha hecho feliz, el único que le dió significado a tu miserable vida.
_¡No! eso nunca. No sacrificaré la vida de mi hermosa mascota.
_Lo imaginé. Bueno. La hora llegó, me tengo que ir, hasta dentro de unos años.

La muerte desapareció instantáneamente y el viejo despertó bañado en sudor, no por el inclemente calor, sino por la pesadilla de la que recién se despertaba. Vio a sus pies y allí se encontraba dormido y respirando su hermoso perro negro. 

_Vamos a dormir Black.

Dijo el viejo a su perro negro, este solamente levantó la mirada y el viejo vió en ella una profunda tristeza, este gimió de dolor, esto llamó poderosamente la atención del viejo.

_¿No fue un sueño verdad Black?

El perro se levantó y subió sobre sus piernas las de él y movió su cola, pero seguía gimiendo como si tuviera tremendo dolor y pena.

_Pero no te quiero perder mi Black, eres muy joven aún para morir, te amo tanto, eres la razón de mi vida. Perdona, pero no puedo hacerlo.

Ambos entraron a la casa, el viejo se acostó en su cama y a su lado Black, este se enrolló, luego de dar unas vueltas y de lamer sus patas. Ambos quedaron dormidos, profundamente dormidos.

A la mañana siguiente...

_Sabía que lo harías, eres un hombre bueno, por fin, tu vida valió en algo la pena.

Dijo la muerte al viejo y este le respondió.

_Pero seguro que mi Black estará bien. Me lo prometiste.
_No te preocupes, ellos, tus vecinos, lo adoptarán luego de que encuentren tu cuerpo. Recuerda que a la chica la salvó este perro negro, ella conoce su historia y Black será un perro feliz, crecerá haciendo felices a los esposos y al niño, quien ahora es sano gracias a ti. Mira mi perro negro te lo agradece tambien.
_¿Cómo es que puedes cambiar una vida por otra?
_Te dije, que tengo mis potestades y puedo tomar decisiones al respecto. Yo personalmente te lo agradezco, pues tenía una deuda moral con mi mascota. A dónde vas, estarás mucho mejor. Y aunque no estoy autorizado para decir esto, te digo, pronto tendrás otra oportunidad y esta vez será mejor que la anterior. Te lo debo amigo. ¿Ves aquella luz muy blanca?, ve hacia ella, yo no puedo ir, pero aquí estaremos hasta que entres en ella.

Ambos, muerte y viejo se abrazaron, el perro negro le dió las gracias; el viejo lo escuchó muy bien, le sobó su pelaje e inició su camino hacia esa incandescente y blanca luz.




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