miércoles, 28 de junio de 2017

La telaraña y el escorpión


Araña que teje su telaraña entre dos muslos para atrapar entre ellos a mi corazón, junto a mi pasión.

Sobre tus piernas un escorpión, con el aguijón erguido, listo para entregar su ponzoñoso liquido, dejar un largo ardor y luego una rica comezón, que no soportarás sin rascar o arañar y con ello destrozar la telaraña que era la trampa para cualquier otro insecto, pero nunca se preparó para atrapar a un enorme y ágil escorpión.

Cuando este caminó por entre tus muslos, sentía desfile de mil hormigas que le hacían grata sensación, nunca imaginó que la que quedaría atrapada entre la trampa de seda sería la araña que tenía en tu piel.

Sin moverte, esperando el más leve movimiento, te mantenías a la espera del incauto que te daría de comer o tal vez placer, a la espera dormitabas, seguro te has dormido y no sentiste el movimiento de cada paso que daba sobre ti el escorpión. 

Solo sentías una comezón que te daba un poco de placer en tu piel erizada, pensando que eran mil hormigas que por ellas deambulaban como un atajo, con rumbo hacia donde esperaba tu miel, esa flor mortal y carnal, flor carnívora y hambrienta por alimentarse, fue quien tejió la trampa, mientras te escondías por detrás de tus senos, elevaciones como las entradas al hogar de las mil hormigas que te han causado tremenda confusión.

Creíste que estaba pronto a enmarañar al que se atreviera a recorrer esa piel morena, fumarolas expedías por cada poro para recrear un ambiente acogedor para quien buscaba un poco de calor, tus ojos verdes por detrás de cada pezón observaban pero la bruma que salía por los poros de tu piel no te permitieron ver quien caminaba por tu piel. 

Tus piernas se adormecieron deseosas de aquel masaje que te propinaban cada paso que te confundieron, creyendo que sería rico alimento, que luego sería atrapado por la telaraña de tu entrepierna, para una vez con la desesperación de escapar de tu trampa sacudirían cada uno de tus vellos produciéndote placer, esa comezón que deseabas satisfacer con una sencilla caricia que despertara todos tus sentidos, lograr hacer emerger de ese delicioso montículo toda esa cantidad de agua dulce y agridulce, según fuere el tamaño del placer. 

Pero el dardo te llegó  sin que te dieras cuenta y una vez, después del ardor del piquete inesperado por parpadear y quedar brevemente adormecida, te llegó la picazón que te obliga a rascar con desesperación toda esa zona donde acomodaste la telaraña para atrapar a quien alimentaria a tu carnívora flor la cual ya moría de hambre.

Hoy de esa telaraña no queda más que escombros de seda y tus vellos alborotados por cuando rascaste esa picazón, esa comezón que te dejo la ponzoña del escorpión, agotada logras ver sobre tus pezones como se aleja sobre tus piernas el escorpión con su aguijón aun erguido, ese que te dejó primero enorme ardor, para luego dejarte el placer de una rica comezón, la cual has rascado hasta encontrar con cada arañazo de tus largas uñas el deseado placer, ese alimento que demandaba esa bella y carnívora flor que nació hace poco sobre ese hermoso montículo y que broto de tu piel.

Así quedó burlada la telaraña que la mujer había tejido sobre su piel, atada a cada vello que cubría y protegía a su linda flor, flor carnívora y hambrienta que deseaba ser alimentada, pero no por la cola erguida y llena de ponzoña del escorpión, ella nunca se imagino que quien llegaría atraído a esa telaraña sería tan enorme animal, de haberlo sabido hubiera tejido otra trampa mucho más fuerte, para solamente saciar su hambre por pequeñas raciones, pero la que hoy le quedó, solo lo puede satisfacer el aguijón de quien le enmarañó la telaraña y le robo el hambre a la flor, le desordenó sus frágiles vellos que escondían o camuflaban a tan deliciosa flor.

Hoy, ella espera ansiosa a que regrese el escorpión con su erguido aguijón, esperando que su ponzoña sea más fuerte para que la picazón sea mucho mayor y así, le dure más para satisfacer esa picazón. Las hormigas que ella siente que desfilan hacia sus pezones, ella las espera escondida por detrás de sus pechos, junto con el escorpión.




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