miércoles, 21 de junio de 2017

LORAZEPAM


Hace mucho que deseaba escribir este artículo, por ser de tanto valor, por ser de ayuda para muchos que al igual que yo, somos dependientes de esta droga tan adictiva y que el intentar dejarla, te hace mucho más daño que seguir tomándola, me refiero al: Síndrome de Abstinencia, una cosa tan desagradable, que solo quien la ha vivido en carne propia conoce los efectos tan miserables, agónicos, desesperantes y otros tantos adjetivos más, que el solo nombrarlos me causa que se me enchine la piel y hasta me altera mi sistema nervioso. 

Yo, en lo personal, conocí esta droga hace 35 años, a consecuencia de una crisis de ansiedad, el médico quien me la prescribió me la dio sin advertencia alguna, algo que creo deberían hacer por ética y por humanidad, dar la respectiva advertencia, pero, claro está, que en ese momento de angustia y de ver que la muerte te abraza, en la desesperación, tal cual, de aquel que no sabe nadar y se encuentra de pronto sin comprender de como llegó a ese lugar, en medio del mar, sin nada que vislumbre una oportunidad de sobrevivir, y si alguien te entregara algo para flotar pues lo tomas sin preguntar ni sospechar las consecuencias futuras, que en este caso, la cura sale más cara que la propia enfermedad. 

Así fue como conocí la Lorazepam, esta droga me regresaba a un lugar de sosiego y de lucidez, paz y tranquilidad, me devolvía mi personalidad y mi vida, pero claro está, solo mientras ella circulaba por mis venas, haciendo lo que mi cuerpo ya no podía hacer por si mismo, unir ciertas partes de mi cerebro para que se conectaran entre ellas y con eso volver a ser un ser humano normal, pero al terminar su efecto en mí, de nuevo me encontraba sumergido y ahogándome en aquel enorme mar, en solitario, sumergido en mí, con mis cinco sentidos atentos, en un estado de alerta rojo, pero introspectivamente, me refiero a que ellos estaban atentos a lo que yo sentía pero en mis adentros: Taquicardia, falta de aire, dolor y vacío en la boca del estómago, mareos, la visión alterada, nerviosismo que te llega del mismo hueso de las extremidades, falta de fuerza en las piernas, deseos descontrolables de salir corriendo sin rumbo, como deseando dejar atrás ese fantasma que se ha apoderado de ti, esto solo es una pequeña, muy pequeña muestra de lo que es un ataque o crisis de ansiedad y que una vez ingerida la pastilla, si es que puedes, pues, de lo contrario tendrían que suministrar una dosis inyectada, pues ya no es posible poder tragar, hasta la saliva se seca y desaparece de tu boca y no se diga tu garganta y esta en realidad la necesitas para poder respirar, pues lo que para el resto es normal, para nosotros es insuficiente, la presión se te eleva debido a tu estado de nerviosismo en el que te encuentras y a pesar de que tienes taquicardia sientes y crees que tu corazón se detendrá en cualquier momento, te hiperventilas y bueno..., es momento de otra dosis más, el tiempo pasa y cada vez necesitas otra dosis más y en veces, mucho más fuerte, pues con la que empezaste el tratamiento ya no te es suficiente para tranquilizarte, la droga benzodiazepina esta empezando a apoderarse de ti. 

El médico te da la indicación de que la dejes, pues, ya eres un adicto, al solicitarte que la dejes lo dice que lo hagas de tajo, pero eso ya no es posible pues, si lo haces así, la crisis será mucho peor que cuando empezaste a tomarla, y esto te obliga a doblar la dosis para regresar al oasis de confort que deberíamos de tener al igual que cualquier persona normal, además caes en depresión cuando estas en este estado de confort, pues ahora eres consciente de que en breve necesitarás otra dosis y que la indicación del médico de abandonar el tratamiento de golpe es una misión imposible, lo cuestionas pues, al cabo él fue quien te la prescribió y creo que hizo bien, pero le faltó darle seguimiento y de proporcionar las advertencias del caso, entonces para componer lo que ya no tiene arreglo más que en una clínica especializada en la desintoxicación y el aislamiento total del resto del mundo o por lo menos de tu mundo, lugares en donde muchas veces estarás rodeado de personas profesionales, pero que carecen de la piedad humana, me refiero que no les interesa tu sufrimiento, pues al fin de cuentas solo es un problema mental y de adicción que no te llevará a la muerte, pero creo que a muchos si los conduce al suicidio, así de grave es el asunto; pero bien, el medico tratante te sustituye la droga por otra, pero utiliza en este caso una menos fuerte, una que ellos llaman de otra familia de las benzodiacepinas, las cuales, claro no te hacen el efecto esperado pues, debieron haber iniciado la terapia con estas y no con las otras, o sea, en mi caso: Lorazepam. 

Para estas instancias ya tu problema inicial de ansiedad y por consecuencia de depresión ya hace mucho que fue superado, pero ahora tienes otro problema mucho mayor, ahora: ERES ADICTO A UNA DROGA; una mucho más adictiva que el alcohol y quien sabe y tal vez, hasta de la marihuana y quizás de la coca (pero esto no lo podría asegurar) pero en el peor de los casos igual a una de ellas, esto, creo, dependerá del tipo de paciente en cuestión.

Podría seguir escribiendo por horas de este tema que sería mi introducción, pero lo que hoy me lleva a escribir del tema no es más que la solución a mi adicción, pues si quieres leer más del tema encontraras otros en mi blog, experiencias propias de muchos años con mi amiga la ansiedad y la depresión, creo y casi estoy seguro que lamentablemente ellas siempre vivirán conmigo por el resto de mi vida, esto es inevitable, pues las secuelas psicológicas ya están en nuestro disco duro y estaremos susceptibles a caer en una crisis por cualquier motivo ajeno a nuestra voluntad, lo bueno es que ahora sabemos diferenciar cuando se nos presenta una crisis de este tipo y para ahora por lo menos ya hemos aprendido, sino a nadar, por lo menos a flotar y con nuestra lógica y ayuda de un fármaco no tan dependiente o uno natural lograremos salir a flote y seguir nuestra vida, en mi caso; yo tengo una plancha, la cual la habré desarmado y armado un millón de veces y creo que me quedo corto, me refiero con este ejemplo a la Terapia Ocupacional, cuando siento que algo me descontrola, me coloco en algo que me extraiga mis cinco sentidos que se van hacía adentro de mí y los concentro en mi entorno y al hacerlo me olvido de lo que estoy sintiendo y al cabo de un tiempo, el cual cada vez será menor ya estoy restablecido y la mayor parte de veces sin necesidad de tomar nada, pero este es otro articulo.

En mi región y puntualmente en mi país, un día que me tomé la última pastilla de Lorazepam, fui por una receta con mi médico de cabecera y una vez con ella, me dirigí a mi farmacia de conveniencia. solicité el medicamento y el dependiente me responde que la tienen agotada, regresé a mi casa y tome la guía telefónica he inicié mi peregrinaje por todas las farmacias grandes y chicas en busca de la droga, pero en todas recibí la misma respuesta: ¡Esta agotada!; con un vacío en mi estómago por el susto de no encontrar la droga que me permitía llevar una vida normal, desesperado pregunté que cuando les llegaría y ellos me respondieron que no sabían, que lo único que sabían era que se había agotado por falta de insumos para su elaboración, en ese instante sentí una sensación de terror y horror invadir mi cuerpo, y el solo pensamiento de que no encontraría mi medicamento empecé a flaquear y es que para estas alturas de mi drogadicción yo tomaba 2 mg. de Lorazepam tres veces al día, esto era demasiado, pero era lo único que me permitía estar normal y poder llevar a cabo mis labores y mi vida social en completa normalidad. Recuerdo que hubo temporadas que tomaba hasta 10 mg. en el día y noche. 

¿Qué hago ahora? me cuestioné pues, no podré conseguir el medicamento. Entre angustia y temor, uno que se acrecentaba a cada segundo que pasaba, llegó a mi cabeza una posible solución, y es que, quienes padecemos de este problema nos volvemos unos expertos psicólogos y siquiatras, nadie nos puede engañar con placebos y con palabras rebuscadas que a la larga todos repiten lo mismo, pero bueno, mi mente inició la incansable búsqueda a la solución de mi problema presente, pero debía de darme prisa pues, el tiempo apremiaba y yo sentía como me acechaba ya la condenada ansiedad, los síntomas aunque débiles se estaban haciendo presentes, entonces recordé que anteriormente al Lorazepam, hace 35 años, tomaba otro ansiolítico, el cual considero que es menos fuerte que el mismo Lorazepam, me cuestionaba, cómo era que se llamaba este ansiolítico, luego de unos agonizantes minutos lo recordé, se trataba del: Bromazepam, conocido como: Lexotan, Brominter, entre otros nombres comerciales; llamé a mi farmacia de conveniencia y le dije a quien me atendió, que yo era quien buscaba el Lorazepam y que lo necesitaba y si en su defecto por estar agotado, si no podía despacharme en su lugar con la misma receta el Lexotan, este tuvo que consultarlo con la persona indicada y luego de unos minutos esperando y dependiendo del criterio de quien tenía a su cargo dicha responsabilidad, el dependiente me dijo que por esta ocasión tan particular harían una excepción y en cosa de media hora, me encontraba con la caja de Lexotan en mis manos, pero, ahora se me presentaba otra incógnita; cuántos miligramos de Lexotan harían el equivalente a una de Lorazepam de 2mg, recordé entonces que la presentación del Lexotan viene en miligramos de: 1.5, 3 y 6. 

Entonces tome la decisión de tomar 3 mg, pero estos no fueron lo suficientemente necesario para darme la tranquilidad que me daba el Lorazepam, así que en cuestión de cuatro horas o un poco menos y ya con un poco de ansiedad encima, decidí tomar otra dosis, esta vez me receté 4.5 miligramos o sea, una pastilla entera y la mitad, de una caja con pastillas de 3 miligramos cada una, esta dosis me funcionó muy bien, pero no para mi bolsillo, pues en el mes debía de comprar hasta dos cajas para completar una de Lorazepam, pero bueno, el fin justificaba los medios. 

Así estuve, hasta un día que hubo un evento muy especial, el cual me obligó a salir de mi casa, debo de agregar que en mi billetera siempre contaba con una pastilla de Lorazepam por si acaso, pero por ahora no había apartado aún una de Lexotan pues, resulta que aquel acontecimiento se me hizo largo y cuando caí en cuenta, la hora de mi dosis de medio día ya se había pasado como una hora, era algo raro, pues el reloj de mi cuerpo y mente eran puntuales, seguramente lo ameno del momento hizo que yo saliera de mí, y que mis cinco sentidos estuvieran justo fuera de mí, pero cuando me percate de la hora que era y a pesar de que mi cuerpo no me demandaba la droga, mi mente me empezó a traicionar y el pánico salió a escena, me dije: Buscaré algún liquido para bajarme la pastilla, al conseguirlo, extraje mi billetera, pero por más que la esculqué y que casi la desbarato, nada, en eso recordé que no había nunca apartado una de mis nuevas pastillas, regresé con el miedo en mis adentros y consulté en cuanto tiempo nos regresabamos a casa, pero esto nadie me lo supo responder, esto me elevó mi nivel de ansiedad y sentía que estaba por descontrolarme, en ese justo instante, las maravillas de Dios, llegó alguien que se robó toda mi atención y a razón de otra hora me olvidé de mi situación, es decir, que por otra hora más estuve bien, hasta que alguien de mi casa me dijo: ¿Te has tomado la pastilla ya?; esto me lo recordó y me inquietó de nuevo, pero en el momento justo en que mi mente me recreaba unas imágenes de una inminente crisis, alguien me dijo: Nos vamos; esto me devolvió la vida, me dio un respiro, una esperanza, pensé; solo debo de aguantar hasta regresar a casa, será, no más que una media hora, y así fue, en media hora estábamos en casa; entramos, era tanta mi emoción por estar de vuelta que olvide lo que me causaba esa emoción, por otra hora estuve tranquilo, hasta que ya casi se acercaba la hora para mi tercera toma fue que caí en cuenta que ese día no había tomado mi dosis de medio día, pero mi mente me traicionó de nuevo y tomé una dosis mayor que la acostumbrada para compensar la que no había tomado. 

Al día siguiente, transcurrió parte de la mañana y me percaté de ello cuando me llegó la hora de la toma de medio día, me dije: ¡Dios mío qué es esto!, se me esta olvidando tomar los medicamentos y sin goma, sin Síndrome de Abstinencia, además, pensé: El milagro se esta dando. Ya saben, nosotros somos quienes ansiamos que el milagro se nos de, y en mí se estaba dando, pero esto me asustaba, no comprendía como era posible aquello, pues la primera vez que me quite esta droga por decisión y lo logré, fue algo muy traumático, recuerdo que llevaría unos seis meses con la Lorazepam cuando decidí dejarla, sabiendo que era adictiva y en el termino de mes y medio lo había logrado, me la quite de tajo, como lo dijo el médico, pero por lo menos, el mes fue horrible, el medio mes siguiente fue de acomodamiento desde todo punto de vista, lamentablemente a los tres meses de aquella hazaña que me dio tanto orgullo, empece a sentirme nervioso y llegó el dilema; me tomo aunque sea un pedazo de la pastilla, no, para qué, ya la dejé, le haré ganas y lo superaré, pero no fue así, cuando menos lo imaginé me dio una crisis que me obligó a tomar de nuevo la droga, me tomaba una cada 24 horas, pero con el tiempo no fue suficiente y decidí tomar una cada 12 horas, hasta que llegué a tomar una cada 8 horas de 2 mligramos, el máximo de esta droga. 

Dirán, dos miligramos no es nada, pero es el equivalente a otras de muchos miligramos, esta droga es capaz de dormir por casi un día a un alcohólico y en algunas series televisivas de salas de urgencias, he visto y escuchado, cuando alguien entra en crisis en una operación o cualquier otra eventualidad, que el médico le indica a la enfermera que le inyecte 2 miligramos IV (intravenosos) de Lorazepam o Ativan, otro nombre comercial de esta droga, así de fuerte es este medicamento. 

Por qué les comento esta experiencia, lo hago porque consciente estoy de que aunque ahora ya no la tomo, sé que en algún momento la necesitaré de nuevo, como la necesitaría cualquier otra persona normal, pero esta vez no la subestimaré, si la necesito la tomaré, pues, en un tutorial de una Dra. y Psiquiatra Inglesa, ella dice¿: Que dependiendo del paciente se necesitará de hasta cinco años más o menos para desintoxicarse por completo, lo cual significa que, aunque lleve un año o dos sin tomar estas drogas, puede ser que un día la necesite y deberé administrármela, pues estaré aun en el proceso de desintoxicación.

A la fecha de hoy en que escribo este artículo, digo con mucha esperanza en mi corazón, orgullo y valentía, que ya casi cumplo mi primer año sin tomar más benzodiacepinas, en este caso propio, Lorazepam y Lexotan, para mí, sin duda, esto es un milagro, pues debo decir que estos existen y que Dios obra de maneras que a veces no tienen sentido para nosotros, pero les debo contar cómo fue que yo creo y es más, estoy seguro, fue el método que sin saberlo utilicé para lograr el dejar de tomar estos medicamentos sin sufrir del Síndrome de Abstinencia, y lo hago, porque debo y es mi obligación, para que quienes hoy día tienen mi problema puedan al igual que yo, dar testimonio y vivir una vida plena, además, si es, lo que para mí es: Un Milagro, es mi obligación con Dios de compartirlo pues, al final de cuentas lo que he sufrido tiene un propósito y quien quita y el mío sea este.

Resulta que desde hace aproximadamente 4 años, que un día empecé a comer cómo mínimo un banano (plátano, banana, en otras regiones) y digo, como mínimo, pues hay veces que me he comido hasta cuatro en el día, y en otras ocasiones, además del banano mínimo por la noche unos plátanos cocidos o fritos, por cuatro años. Sin yo saberlo, estaba en camino a mi cura de la dependencia y digo sin yo saberlo, al día de hoy esta fruta a dejado de gustarme, diríamos por acá al estilo de mi abuelita que me empaché, pero en rara vez, aún a la fuerza me como uno por lo menos a la semana. 
Además debo indicar que el tipo de banano que he consumido, por que así me gustan, son los que están casi verdes, los que empiezan a colocarse amarillos, pues los muy maduros y pecosos no son de mi agrado, prefiero a esos que les cuesta hasta quitar la cascar, los que al paladar son hasta como ácidos. Esa fue mi dieta como postre por casi 4 años, unos días más u otros menos. 

Me encontré un día en meditación, me dije: ¿Por qué motivo pasó? (todo lo dicho), ¿por qué dejé de tomar estas drogas tan adictivas de un día para otro?, ¿por qué el cuerpo y mente ya no me exigió más droga? Y más interrogantes que no vienen al caso, pues me llevan a lo mismo.
Y al ver en retrospectiva, la conclusión a la que llegó, pues fue lo único que cambio mis costumbres de años, lo único que agregue a mi dieta, lo único que fue diferente de toda una vida anterior y con lo que me encontré, fue con eso, el consumo de los BANANOS. 

Hace un mes, quizá, no lo sé a ciencia cierta, pero el caso es que, hace poco, me encontré con una página que un familiar compartió en las redes sociales y esta decía: Come un banano diario y no creerás como te sentirás... Abrí la página y ahí me llegó la respuesta que tanto busqué, decía entre otras propiedades, que esta fruta era un fuerte antidepresivo y antiansiolítico muy potente y natural, eh ahí mi respuesta. Yo dije: Gracias Dios mío por responder como siempre a mis preguntas y suplicas y a mis oraciones. 

La medicina alternativa, homeópata y/o naturista..., son efectivas, lo que sucede con ellas, es que no son rápidas, los resultados no son inmediatos ni de corto plazo, es tardado y de tenerles mucha paciencia, pero ahora yo puedo dar testimonio de que son efectivas.

Esta es mi historia, la comparto para que lo haga quien este desesperado y desee dejar de ser un adicto más a estas drogas, no puedo asegura el tiempo, ni los resultados, pues todo es diferente en cada individuo, somos diferentes y quizás habrá quienes necesiten más tiempo que el mío, o también, puede que habrá quienes necesiten menos tiempo, creo que también dependerá del tiempo que se lleve de consumir esta droga, en mi caso, fueron 35 años.  

También es bueno anotar de que no se garantiza de que un día no nos veamos en la necesidad de tomar una de nuevo, hagámoslo sin temor, pues ya las conocemos y con inteligencia podremos saberlas controlar y administrarlas, pues no debemos subestimarlas como hace 35 años yo lo hice.



Este artículo va con mucho amor para mis hermanos en la enfermedad de la depresión y ansiedad.
Dios les de fe y paciencia y mucho coraje para decidir un día, no muy lejos, de abandonar esta adicción. 


Como siempre, será hasta la próxima, con el afecto de siempre, su amigo: Sergio Raga. 
  



3 comentarios:

  1. Gracias por compartir la historia !!

    ResponderBorrar
  2. Buscando una ayuda para dejar de tomar Lorazepam porque noté el camino por el que estoy yendo encontré este articulo tan pero tan valioso y necesario para mi en estos momentos!!! gracias de corazón por tomarte el tiempo de contarlo, abrazo enorme desde Bs. As. Lola

    ResponderBorrar