miércoles, 23 de agosto de 2017

El Bebe




La pareja se conducía por una solitaria carretera con rumbo hacia una vieja cabaña; llevaban tres meses de casados y estaban tan enamorados. Ella recostada sobre su hombro lo más cerquita del amor de su vida, mientras este conducía concentrado, pues la carretera a esas horas de la noche era algo peligrosa. En una curva él debió detener el auto, pues juraría que escuchó en el asiento trasero el llanto de un bebe. Se orilló, ella que dormitaba cansada por el largo viaje, se despertó y bostezó, uno largo, mientras que su esposo veía con asombro hacia el asiento de atrás.

_¿Qué sucede mi amor?
_Nada. Creí escuchar que un bebe lloraba en el asiento de atrás.
_¿Estas cansado?, ¿quieres qué te ayude y conduzca un rato mientras descansas?
_Esta bien.

Dijo el joven, con la seguridad de haber escuchado lo que escuchó, ella se pasó al asiento del conductor y reinició de nuevo el viaje, del cual aún les faltaban alrededor de un par  de horas. Cuando la chica llevaría una hora conduciendo y su esposo se había quedado dormido, ella escuchó lo mismo que su esposo, asustada freno de golpe, despertando al joven quien aturdido preguntó.

_¿Qué sucedió, se te atravesó un venado?
_No, seguramente también estoy muy cansada, pues juraría que escuché al bebe llorando en el asiento trasero.
_Seguro que estamos cansados, ¿qué dices si nos quedamos un rato aquí y descansamos?
_Está bien, solo un rato, pues nos queda como una hora de camino.

La pareja se abrazaron y se dieron un largo y apasionado beso, pero aunque se les pasó por la cabeza un momento de pasión, el cansancio los dominó y quedaron dormidos abrazados. 
Al rato de quedarse dormidos, las luces rojas y azules que se reflejaban por el retrovisor del auto los despertó, mientras tanto un oficial les alumbraba con su linterna hacia adentro del auto.

_Buenas oficial. ¿Pasa algo?
_Eso les iba a preguntar. No es normal encontrar un auto parqueado en esta solitaria carretera, pudo haberles pasado algo.
_Gracias oficial, solo descansábamos por un rato, pues estamos muy cansados pero ahora seguimos nuestro camino.
_¿Hacía dónde se dirigen?
Preguntó el oficial, mientras alumbraba todo el interior del auto, para ver si encontraba alguna evidencia de algo fuera de lo normal.
_Para nuestra cabaña, la que esta como a una hora de aquí.
_¡Ah!, la vieja cabaña abandonada.
_Hará unos cinco años que no la visito.
Dijo el joven.
_Bueno, conduzcan con cuidado esta carretera es muy peligrosa.
_Si oficial, muchas gracias.

El oficial pasó al lado del auto de ellos, sin dejar de observarlos, ellos se sonrieron y él tomó de nuevo el volante, esta vez nada los detuvo hasta que por fin llegaron a la vieja cabaña. La luz del auto iluminó a la vieja y antigua cabaña, detuvo el auto frente a ella, se vieron las caras como diciendo sin hablar, que en lugar de descanso aquello les llevaría tiempo en arreglarla para poder habitarla.

Entraron en ella y de ella se sintió el olor a humedad, de entre los viejos muebles tapados con sabanas que alguna vez fueron blancas y que hoy estaban amarillentas debido a las goteras y a los orines y otras suciedades hechas por los animales silvestres que de alguna manera usaron la vieja cabaña como madriguera.

_Esto es un chiquero, ¿no pensaras que dormiré aquí hasta que no la hayas limpiado todo?
_Nos llevará un tiempo asearla, pero una vez todo este en su lugar, quedará hermosa y dispuesta para disfrutar de nuestras vacaciones. 
_¿Nos llevará?
Dijo ella entregándose en sus brazos, este la besó de tal manera que la incitaba a tener un encuentro amoroso, a lo que ella se separó de él, diciendo.

_Ni lo pienses, no pasará nada hasta que este lugar no este apto para mi cuerpo desnudo.
Ambos rieron. 
Lo que quedaba de esa noche lo durmieron en el auto. Cuando el amanecer estaba por llegar y la noche se hizo más oscura, ambos se despertaron de golpe.

_¿Escuchaste?
Se dijeron, en sus rostros se les veía algo de miedo, pues esta vez ambos lo habían escuchado y muy fuerte.
_Sí mi amor, lo escuché.
_¿Qué sucede, nos estaremos volviendo locos?
_No, seguramente fue un animal salvaje, ya has visto en la televisión, que algunos animales salvajes imitan a algunos sonidos humanos.
Esto tranquilizó a la chica, no así al joven, quien seguía con la duda del por qué de aquel llanto de algún bebe.

Entraron a la vieja cabaña y la chica lavó lo que pudo y necesito para hacer un poco de café y lograr desayunar algo, el resto del día, fue para arreglar y limpiar, lavar y colocar, en fin otro día largo y cansado, pero para la noche, luego de quemar las asquerosidades encontradas y otras más que no servían para nada, pues el paso del tiempo había terminado con ellas por falta de mantenimiento; se dispusieron ir a la cama, ella se dio un baño, salió de ahí solo con una diminuta toalla, la cual cubriría su linda figura, su joven esposo, quien la esperaba sobre la cama, al ver a su esposa aplicándose cremas y todo el ritual femenino antes de dormir, maquinaba en su mente una noche apasionada, pero el cansancio le dominó y para cuando la chica se metió entre las sábanas completamente desnuda, el esposo estaba profundamente dormido, ella no tardó mucho en hacer lo mismo y ambos quedaron profundos. 

Para la madrugada, una tan oscura como la otra, se escuchó de nuevo el llanto de un bebe, esto los despertó, esta vez ambos sentados en la cama escucharon con detenimiento y luego de hacerlo.

_Ese no es un animal imitando el llanto de un bebe... ¡Eso es un bebe!
Dijo la chica poniéndose de pie y buscando algo que cubriera su cuerpo desnudo.
_Sí, tienes razón.
Dijo el esposo, colocándose los pantalones, el llanto venía de afuera de la cabaña, este buscó una linterna y se asomó a la ventana.
_Creo que se escucha por allá.
_Sí, de allá viene el chillido.
Dijo la chica muy extrañada.
_Espera aquí, voy y veo que es, o que cosa causa ese sonido.
_Ni pienses que me quedaré sola aquí. Iré contigo.

Salieron de la cabaña, con rumbo hacía donde se escuchaba el chillido del niño, sin darse cuenta, se introdujeron en el bosque oscuro y frío que rodeaba a la cabaña, caminaron por un buen rato, se alejaron de la cabaña sin darse cuenta, solo alumbrando con su linterna, mientras caminaban el llanto del bebe se escuchaba con mayor claridad, pero nada encontraron. Por fin amaneció, y fue entonces que se dieron cuenta de que habían caminado un largo tramo. Regresaron a la cabaña sin explicación alguna.

_Llamaré a la policía.
_Espera, creerán que estamos locos.
Dijo el esposo a la chica.
_¿Los dos? Gerardo, ambos escuchamos al mocoso llorar.
_Sí, tienes razón, pero creerán que estábamos drogados o algo así.
_Que nos hagan la prueba; el antidoping ese, para que se den cuenta de que no lo estamos, pero llamaré a la policía.

La chica hizo la llamada, en cosa de unos pocos minutos llegó a la cabaña el policía que les había encontrado la otra noche.

_Buen día, veo que ya hicieron algo por esta vieja cabaña. Les ha quedado habitable.
_Oficial, queremos reportar un suceso extraño.
_¿Extraño? En este apartado lugar nada es extraño señora. Dijo el oficial, mientras se servía un poco de café. ¿Puedo?
_Si, claro, anoche escuchamos el llanto de un bebe.
Esmeralda le dejó ir la queja al policía, quien además del café tomaba un pedazo de pan tostado con mermelada. ¿Puedo?
_Si, claro, sírvase y siéntese. Dijo Gerardo, ya qué, si el oficial estaba disfrutando de su desayuno sin dar importancia a lo que Esmeralda le decía.
_¿Escuchó a mi esposa oficial? Dijo Gerardo un tanto exaltado, al ver que el oficial no les prestaba atención. 

Este con la boca llena de pan y con mermelada en las comisuras de su boca, por debajo de un bigote setentero, les dijo.

_No se alarmen, aquí muchos han escuchado el chillido del niño ese, pero nadie lo ha encontrado, al resto, y me incluyo, de los que nunca lo hemos escuchado, creemos que es una leyenda urbana inventada por alguien para hacer de este olvidado lugar, un lugar atractivo, pero ni con esa historia nadie se dignado visitarnos. A no ser...
_¿A no ser qué? Dijo la chica enojada por lo que escuchaba del oficial.
_¿Podría? Dijo el oficial señalando el pan y la mermelada.
_Sí, claro oficial, las que quiera. Respondió la chica, esperando que el oficial terminara la frase.
_Como les decía, a no ser por un evento que sucedió... Hará unos cinco años, sí eso creo, cinco o seis, no importa...
_¿Qué pasó hace cinco o seis años oficial? Dijo Gerardo. 

El oficial nuevamente con la boca llena y sin aun limpiarse su bigote setentero, agregó.

_Hubo una pareja de jóvenes esposos, cómo ustedes, los cuales, también reportaron el suceso y de pronto sin más ni para qué, desaparecieron y jamás han regresado. Sí, fue hace cinco años, ahora lo recuerdo bien, la chica era una chica muy linda... Cómo usted, y lo digo, con el respeto que ustedes me merecen. Bueno, muchas gracias delicioso café señora... ¿Esmeralda?... ¡Sí, Esmeralda!, pero debo irme, hay un 4-60 y estoy cerca de él. Que tengan un buen día y no duden en llamar por cualquier motivo; aquí estaré. 

_Sí, seguro, tendré lista la mermelada y las tostadas. 
Dijo la chica con sarcasmo, a lo que el oficial simplemente sobo su brazo por sus bigotes setenteros y luego de limpiarlos, se levantó el sombrero como señal de respeto, y como llegó, se largó. Bueno, con el desayuno en la barriga.

_¿Qué piensas? Dijo Esmeralda enojada.
_Pues, que debemos de divertirnos y olvidarnos del extraño suceso, ven vamos a bañarnos al lago.
_Que hablo en serio. Dijo Esmeralda afligida, pero su enamorado esposo, la tomó y sujetándola por la cintura, la colocó sobre su espalda y se la llevó, de nuevo se internaron en el bosque, ella pataleaba exigiendo que la bajara, pero este no lo hizo y entonces cayeron al suelo, rieron mucho cuando estuvieron en el suelo. 
Llegaron tomados de la mano al espectacular lugar, ella quedó maravillada y dijo.

_¡Es Hermosísimo mi amor!

Pero él, ya estaba quitándose los pantalones, ella al verlo procedió a hacer lo mismo, ya una vez desnudos corrieron hacia el hermoso lago, y entraron en sus frías aguas.

_¡Está fría!
_Ven, acércate a mí, que la calentare para ti. Y se abrazaron, luego se besaron, realmente las aguas se ponían calientes para los enamorados esposos, cuando estuvo a punto de ebullición, escucharon al condenado niño llorar, como si muriera de hambre.

_Escuchaste, es el maldito bebe.
_Sí, claro que lo escucho.

Salieron del lago, se vistieron y el bebe seguía llorando, a todo pulmón.

_¡Maldición!, ¿quién es? ¡¿dónde estás?! Gritó Esmeralda histérica, el grito de la chica espantó a las aves que descansaban sobre la arboleda. El sonido de la parvada de aves hizo que el llanto del niño callara.

_Ya no llora...
_Está jugando con nosotros, lo sé, lo presiento. Dijo Gerardo.

El niño no lloró más, pareciera que alguien lo cobijó y alimentó. Ella tomó sus cosas y se dirigió hacia la cabaña.

_¡Esmeralda! ¡Espera!

Cuando Gerardo llegó a la cabaña, Esmeralda se encontraba preparando sus maletas.
_¿Qué haces?
_Nos vamos...

La discusión dio inicio, pero fue el ruido de un auto el que los trajo a la cordura de nuevo.

_¿Quién es?
_Es el hambriento del oficial. Dijo Gerardo.

Salieron a la puerta a recibir a quien los visitaba. Este se extrajo de nuevo el sombrero indicando su respeto hacia ellos, de sus bigotes setenteros un poco de glacial fruto de las donas que
 recién se comía.

_¡Hola amigos!
_¿Qué lo trae por acá oficial?
_Algo que les va a interesar, y mucho.
_Esta bien, pase adelante.
_¿Habrá un poco de café? Preguntó el oficial, mientras se sentaba en una de las sillas.
_Ahora se lo sirvo. Dijo Esmeralda.
_Bueno oficial, ¿qué es eso qué según usted nos va a interesar?
_Estoy seguro que les interesará Gerardo. Siéntense pro favor. Es algo del chillón del niño, ese de quien todos hablan, incluyéndolos a ustedes. No se asusten, pero creo que están en grave peligro.
_¿Qué no nos alarmemos? ¿Qué estamos en peligro? ¿Y usted, nos dice qué estemos tranquilos?
_Tranquilízate mi amor, escuchemos lo que nos tiene que decir el oficial. Hable por favor, y vaya al grano.
_Bueno, ¿recuerdan que hoy les hablé de una pareja muy parecida a ustedes?
_Sí, ¿y qué con eso? Dijo ella.
_¿También recuerdan que me llamaron por radio reportando un 4-60?
_Sí, pero al grano oficial. Dijo Gerardo.
_ A eso voy amigo. Pues bien, ese llamado era para reportar a unos cadáveres. ¿Y adivinen qué?...
_¿Qué oficial?, ¡hable por favor! Dijo la chica ya descompuesta. El oficial bebió del humeante café y continúo.
_¡Eran ellos! Falta hacer unas pruebas forenses, ya saben peritajes, pero estoy seguro que eran ellos.
_¿Ellos?... ¿Quienes ellos?...
_La pareja de esposos, los como ustedes, que también reportaron el chillido del bebe. Están muertos al otro lado del lago.
_¿Del algo? dijo. Preguntó Esmeralda muy alterada.
_Sí, ¿sucede algo Esmeralda?
_Sí, oficial, -intervino Gerardo- hoy nos bañábamos allí con Esmeralda y lo escuchamos de nuevo, solo que esta vez lo escuchamos tan cerca y muy alto, estaba como muriendo de frío o de hambre.
_Sin duda Gerardo que tiene hambre, y mucha, pero no hambre de la que ustedes se imaginan..., tiene hambre, pero de otras almas, ese engendro del demonio, es un asesino.



Continuará...



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