miércoles, 16 de agosto de 2017

La Eterna Luna de Miel


Hubo una vez alguien que amó tanto, que su corazón no lo pudo soportar y este murió, murió de amor por amor, por un amor que no lo comprendió. Esta, que sin querer terminó con una vida llena de amor por ella, siguió su vida sin encontrar a quien amar, pues sin quererlo, ella lo había asesinado, lo mató con su desprecio, con ignorarlo, con no aceptarlo. 

Con el paso del tiempo y al ver que a ella no le llegaba un amor, se dijo. -Debí amar a quien un día me lo entregó y yo lo ignoré, si lo encontrara le entregaría todo mi amor, todo el amor que tengo para entregárselo a alguien, no me gustaría volver a donde vine con todo el amor completo con el que de ahí un día salí, se me recomendó que ese amor era para compartirlo con alguien, y que al verlo sabría quien era, pero me equivoqué, no supe reconocer para quien era todo este amor que hoy conmigo y adentro de mí se marchitan. 

Ella le dijo al amor que burlado quedó. -Perdón. Y el amor que todo lo perdona, la perdonó y al final ella también deseando amar, se murió. 

Al lugar de donde vino con tanto amor regresó, se presentó ante aquel que le entregó todo el amor con el que regresó, Él, al tenerla enfrente le dijo. 

_Ven que haremos cuentas. 

Las hicieron, y al terminar, este se dio cuenta de que ella regresó con todo el amor que le había entregado.

_Pero has vuelto con todo el amor que te entregué para que lo compartieras.
_Lo siento, es que no supe a quien entregárselo.
_Eso no es cierto, pues hubo alguien que tanto te amó que de amor murió, deseando de ti todo lo que te entregué para que lo compartieras con alguien, ese alguien no recibió nada de ti.
_Es que nunca lo vi.
_Eso tampoco es verdad, pues siempre estuvo frente a ti.
_Os juro que nunca lo vi, de haberlo visto lo habría sabido y se lo habría entregado.
_Que pena siento por ti, pues de nada sirvió tu viaje, haber estado en ese lugar sin amar si que fue duro, ese fue tu castigo, uno bien merecido.
_Seguro que si, fue un largo tiempo sin ninguna emoción, ninguna sensación, algo tedioso, no me volvería regresar ahí.
_Es que no lo harás, para que me vuelvas a hacer lo mismo, regresar de nuevo con todo este amor que le podría haber servido a alguien, para ser feliz y hacerte feliz. Me has decepcionado.
_Perdón, realmente lo siento Señor.
_¡Retírate por favor!

La chica salió del cuarto de cuentas de amor con su rostro cabizbajo e iba meditabunda, ya sin el amor que se le recomendó para compartirlo con alguien especial de donde recién regresaba. 

Al pasar por enfrente de otro que estaba sentado esperando hablar con el que hacía las cuentas, cuentas que él un día también entregó, pues también al igual que ella había regresado con todo el amor que se le recomendó, solo que para él fue otro caso. 
Él, al verla pasar sintió que su pecho se le movió, se dijo. -¿Cómo es posible sentir esto si ya devolví todo el amor que tuve un día en este ahora vacío pecho. Levantó la vista y logró ver a quien a su lado recién pasó, pero solo la espalda le vio. 

Ella seguía su andar muy triste por haber decepcionado al que hace las cuentas del amor entregado. No la pudo reconocer, pero su pecho seguía con una sensación extraña que decidió perseguir a quien le causó esa rara emoción que solo una vez sintió cuando estuvo en el otro lugar. La chica seguía caminando, pues al regresar ya no era una mujer marchita, era otra vez una chica normal, ella caminaba muy desganada que para quien la seguía no le fue difícil darle alcance. 

_¿Qué pasa contigo? recién regresas del otro lado y seguro alguien como a mí te asesinó.

La chica se detuvo y se volteó, al hacerlo creyó creer conocerlo.

_¿Te conozco?
_No sé, solo sé que siento algo en mi pecho, eso me trajo detrás de ti, pues ya no tengo en mí amor para poder sentir este sentimiento que me provocas tú.
_No puedo decir nada al respecto, pues nunca nada sentí cuando estuve en el otro lugar,
_¿Puedo acompañarte, pues te veo muy acongojada?
_Está bien.

Dijo la chica sin entusiasmo ni otro sentimiento, pues el único que seguía con aquella sensación en su pecho era solo él.

El tiempo transcurrió y ellos seguían viéndose, pues, de volver al otro lugar eso ya no era posible, no sacrificarían a otro amor para que llegara a desperdiciarse nada más. 

Pero mientras más pasaba el tiempo, los chicos empezaron a sentir algo raro uno por el otro, el primero fue el chico y por la manera que él la trataba, ella empezó a sentir en su pecho sensaciones extrañas y nunca antes jamás sentidas por ella, y cómo podría, si cuando estuvo en el otro lado solo mató a quien la amó y nunca a nadie le pudo entregar ni una pizca de amor. 

Quien hacía las cuentas los observó durante mucho tiempo y al hacerlo se preguntaba. ¿-Qué pasaba entre ellos, cómo podrían sentir algo si ambos regresaron con todo el amor que se les entregó?

Un día, quien hacía las cuentas estaba en su oficina metido entre miles de libros llenos de amor, a la oficina llegaron los que se consolaban y entraron.

_Disculpe señor, ¿podría explicarnos cómo se siente el amor?

Este seguía sumergido entre sus libros que no les prestó atención, luego de un buen rato, suspiró, se estiró, y sus lentes para leer se los quitó; al hacerlo, ellos seguían frente a él, este al verlos se molestó tanto que les gritó, algo que retumbó por todo aquel lugar, pues siendo Él quien hacía cuentas del amor, Él era todo amor, pero esta vez estaba tan molesto, pues las reglas eran claras y quien regresaba con el amor completo e intacto, no podría jamás usar nada del amor el cual él administraba...

_¿Cómo han podido?
_¿Cómo hemos podido qué señor?

Dijeron los dos asustados ante los gritos del que hacía las cuentas del amor. Tomados de la mano y muy pegados el uno al otro, como dándose apoyo ante la cólera del que estaba enfrente de ellos.

_¿Cómo han podido tomar amor sin mi consentimiento? Para ustedes este hermosos sentimiento ya estaba vedado, era prohibido, al igual que para otros más que andan como almas en pena por ahí.
_Señor, nosotros no hemos tomado nada de usted, nosotros hemos venido para que nos explique esto que estamos sintiendo en nuestros pechos el uno por el otro.
_¿Qué? Dejen ver, Donde los puse, deben estar por aquí, pero qué digo, corrijo, pues seguro ya ustedes lo tienen y solo me están engañando, diré; deberían de estar por aquí.

El asombro del que hacía las cuentas del amor fue mayúsculo cuando se encontró con el amor de cada uno en el lugar donde Él un día los colocó. 

_¿Qué diantres pasa? Si aquí están.
_¿Quienes señor?
_El amor que un día les dí. Un momento, esto nunca antes sucedió. ¡Jajajaja! Que dicha, permitan que los abrace hijos míos.

Aquellos, quienes seguían tomados de la mano y muy juntos, recibieron un amoroso abrazo, ellos sintieron algo que no imaginaban, el abrazo del que hacía las cuentas del amor, nada menos que del mismo Amor.

_¿Así que, esto se siente? 

Dijeron los dos reprendidos.

_¡Sí Hijos! eso se siente. Lo que ustedes han estado sintiendo sin saberlo es el amor. Lo que un día les di y con el que regresaron. Pero lo extraño es que ustedes han encontrado su propio amor, no han necesitado del que yo les presto. Ustedes tienen un amor propio, uno que no me pertenece. ¡No es grandioso!
_¿Lo qué usted nos dice es que lo que ambos sentimos uno por el otro, es Amor?
_Exacto, el mismo que no usaron cuando fueron al otro lado.
_¡Wao! Es hermoso, es divino, es lo máximo... ¿Y, ahora que hacemos señor?
_Pues nada. A disfrutarlo, preparen maletas pues en una hora regresaran al otro lado a disfrutarlo, y lo llamaré: Luna de miel, pues regresaran hoy por la noche con ella. 

Llegaran al otro lado junto a ella y su propio amor. 

_El Señor les bendiga y que sean muy felices, hasta cuando un día regresen, pasen a visitarme pues no tienen que hacer más cuentas conmigo porque el amor que se tienen es propio de ustedes. ¡Ya, váyanse!

Y la pareja regresó al otro lado, pero esta vez con un lindo y enorme amor el uno por el otro, uno que les a durado por la eternidad pues, cada que llegan, a la noche siguiente regresan siendo jóvenes a seguir amándose, en otras palabras... A vivir una eterna luna de miel.


                                  El Fin



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