martes, 12 de septiembre de 2017

De la ciudad al campo


Dejo atrás a la ciudad 
y me dirijo en busca 
de un mejor lugar para vivir,
no podría imaginar
que se podría 
vivir bien y sin dinero.

Las personas del campo 
viven con lo mínimo,
el sustento diario 
son frijoles con queso y café,
y un trozo de pan y felices están.

La ciudad es enorme 
y así sus gastos, todo allí es vano 
y su gente también,
las mujeres son fáciles y muy caras.

Cuando del autobús descendí lo presentí, 
los que estaban ahí, sentados en el parque
con recelo me vieron,
pero luego me sonrieron,
bienvenido me sentí.

mientras caminé en busca de un hotel,
ni uno encontré, solo habían casas 
con recamarás disponibles 
y en una descansé.

A mi puerta alguien llamó,
grité: ¿Quién? 
como se hace en la ciudad
y nadie respondió, solo entró
con charola en manos y sonrisa en labios.

Me dijo: 
¿Quiere un aperitivo, debe traer hambre?

Era una linda niña, como de dieciséis
le dije: Gracias, déjala ahí.

Ella obedeció y de nuevo me sonrió,
luego preguntó:
¿Cómo se siente en el pueblo?
y agregó: ¿Usted es de la ciudad?,
yo le dije que sí, 
a ella se le iluminaron los ojos.

Entonces supe 
que los chicos de la ciudad 
llegan con pegue.

Le dije: ¿Cómo es tu nombre? 
Ella me dijo con sus mejías rosadas
pero al natural, me llamo: María.

Y le pregunto: 
¿Quieres acompañarme un rato?

Ella dijo que sí, 
y a mi lado se sentó, luego preguntó: 
¿Cómo es la vida en la gran ciudad, 
debe ser lindo vivir allá?

Yo soy quien ahora sonríe 
y le digo: ¡No!

Aquello es una enorme selva de concreto 
y con animales mucho más salvajes y peligrosos.

Ella se asombra y me dice: 
Pero, ¿cómo es posible?
si ahí esta la cultura y la educación.

Pero también la basura
le respondí y no me arrepentí.

A la mañana siguiente 
María me despertó
y aun estaba oscuro. 

Buenos días, sonriendo me dijo.

Yo bostecé y me preocupé y pregunté:
¿Qué sucede, 
por qué me hablas si aún es de noche?

Ella me dice: 
¿No escuchaste cantar al gallo?
Yo dije que no.

Si quieres tener algo de dinero 
debes levantarte temprano
y salir al campo a sembrar para cosechar,
mientras yo haré el pan para desayunar.
Aquello me asombró, pero me gustó.

La vida en la ciudad es muy veloz,
tentadora y encantadora pero abrumadora,
puede terminar contigo antes del canto del gallo.

Yo aquí ahora soy feliz, 
tengo solo lo necesario, pero soy millonario
en calor y amor, 
tengo a una linda y joven mujer
que jamás me traicionará, 
así es mi linda María.

Me levanto al amanecer 
y luego me despide con un beso.

Mientras trabajo en el campo 
ella hace el pan y prepara el café.

Mientras que en la gran ciudad 
todos mueren por un celular




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