miércoles, 11 de octubre de 2017

EL Carruaje


El carruaje avanzaba por estrecho camino, uno polvoriento, uno con la terrecería suelta, de las ruedas viejas de madera, salían expedidas las piedras sueltas que se encontraban con el metal que protegían la rustica y vieja madera de las ruedas del también viejo carruaje, uno de color negro, con partes más oscuras debido a las manchas y deterioro del tiempo, los caballos que halaban el carruaje negro no se detenían su galope les obligaba a resoplar, sus trines se agitaban por el movimiento y también por el viento, el sonido particular del carruaje irrumpía el silencio de los enormes, fríos y solitarios parajes, el camino era tan estrecho que no podrían encontrarse dos de aquellos halados por caballos de un negro muy brillante, tal vez, por el sudor o por ser de pura sangre, quien conducía aquel viejo carruaje era un misterio pues, no se podía ver su rostro, este estaba envuelto sobre un tipo de traje, tal cual una mortaja también negra. este viajaba cuasi inmóvil, sin siquiera emitir un solo sonido, ni mucho menos agitar violentamente sus manos para obligar a los brillosos pura sangre a aumentar su fuerza al encontrarse con una pronunciada cuesta, el polvoriento y estrecho camino, tenía surcos, como si hace poco hubiera llovido fuerte y este se erosionó, pero había tanto polvo que seguro hacía mucho que por el lugar no llovía. Adentro, como ubico pasajero un hombre, sumergido en sus pensamientos, sumergido en la tristeza o el cansancio de tan largo viaje, aquel hombre denotaba que llevaba ya un buen tiempo viajando en solitario su indumentaria llevaba una buena capa de polvo. Unos kilómetros más adelante luego de una empinada y larga subida, la cual a los caballos se les dificultó en algo subirla, una vez sobre la cúspide de la misma, se logró vislumbrar una recta totalmente plana, fue justo en medio de esta cuando el carruaje se detuvo. Se escuchó el rechinido de las bisagras que permitieron dificultosamente a las puertas abrirse, por las escalinatas se colocaron los pies de quien ahora sería pasajero más, para quien subía le era un poco costoso pues se trataba de un niño, quien hacía lo posible por abordar el carruaje que lo esperaba, los caballos veían a quien con dificultad escalaba la escalera, ellos seguían dejando escapar un vaho de sus fosas nasales, el lugar parecía ser frío; por fin el nuevo pasajero entró en el carruaje y quien estaba antes de él se movió para cerrar la puerta, pues, de no hacerlo seguirían detenidos ahí por otro buen rato, el niño se sentó justo en el frente de el viejo pasajero, observó con entusiasmo como se veía el mundo desde adentro del carruaje, sus ojos permanecían abiertos al máximo, tratando de retener por la eternidad lo bello, para él de ese paisaje, pareciera cómo si nunca antes estuvo en un carruaje. El otro pasajero, lo observó sin ningún tipo de muestra de emociones en su rostro, pero no evitó observar de que el niño estuviera solo en aquel paraje, eso era extraño, pero no le importó, él regresó a su introspección, a seguir viviendo vivencias pasadas y que las llevaba muy bien grabadas en su mente. Cuando el niño se cansó de ver a su alrededor, distrajo impertinentemente a su ahora acompañante.

_Ya me cansó el rechinar de esas ruedas. ¿A usted no? ¿No cree que el conductor debería de engrasar el eje de las ruedas y así evitar ese molesto ruido.
_No sé, no me atrevería a juzgarlo, pues, si no lo ha hecho será porque a él le gusta el rechinido de las ruedas de su carruaje.   
_¡Va! ese ruido me pone nervioso. 
_Sabes que ya llevo tiempo en este carruaje y no me había percatado del rechinido, pero ya que lo mencionas, sí es atormentador e irritante. Pero, el carruaje es de él, y nosotros no debemos de meternos en sus asuntos.
_Yo se lo diré para cuando pueda. ¿Para donde vas?
_Mejor di tú ¿para donde vas? Yo llevo tiempo acá, tengo derecho a hacer las preguntas. Dijo el señor con sonrisa en labios.
_No lo sé, y creo que usted tampoco lo sabe. ¿O me equivoco?
_Creo que no jovencito. Y no importa, es agradable llevar compañía.
_Gracias, lo mismo digo. Ya has hablado con el conductor, él debe saber para donde nos lleva.
_No, aún no tengo el placer de conocerle, al igual que tú, el carruaje llegó y yo subí a él, y aquí voy.

El niño regresó a la ventana y por otro momento este se quedó con el paisaje, el caballero también regresó a sus pensamientos de hace un rato, ambos se silenciaron, ahora el rechinido era mucho más alto, junto al sonido que producen las ruedas contra el suelo y el sonido de los cascos de los pura sangre junto al resoplo de ambas bestias, estos sonidos eran adormecedores y si le agregamos el balancear del carruaje debido a la topografía casi que se adormitaban los pasajeros.

_¿No te has aburrido?
_No, no he tenido tiempo para eso.
_¿Y qué has hecho para no aburrirte, pues has viajado solo por mucho tiempo?
_Nada, solo pensar.
_¿Y qué piensas?
_Cosas, ya sabes momentos vividos, cosas del pasado.
_¿No piensas en el futuro?
_Tal vez de vez en cuando ¿y tú?
_Yo no pienso, bueno, extraño a mis padres, a mi hermana, a mi perro, a mis amigos, a mi casa, a mi pueblo. (Suspiro).

Luego les llegó otra pausa, otro silencio, el que duró unos pocos minutos, ambos se sumergieron en sus pensamientos, pero una roca les hizo regresar al presente, al sacudirse por dentro del carruaje.

_¡Epa! ¡fíjate por donde vas! 
Dijo un molesto niño, quien casi estaba entre las piernas de quien llevaba enfrente, este le ayudo a regresar a su lugar.
_¿Estas bien, no te hiciste daño?
_Estoy bien, más bien solo fue que me asusté.
_Jajaja, ¿sabes algo?, también yo me sobresalté. Pero no debemos de culpar al conductor, si te fijas el camino es muy estrecho y no hay manera de maniobrar esta cosa, además los caballos no pueden tomar decisiones, ellos solo halan el pesado carruaje.
_Cómo sea, fue divertido después de todo, jajaja. ¿Cuanto faltará para llegar?

El caballero extrajo su reloj, el cual pendía de una lujosa cadena, vio la hora y luego lo guardo en su bolsillo, pero no dijo nada.

_¿Y bien?...
_¿Y bien?...
_Sí, has visto tu reloj y luego lo guardas, no dices nada.
_¡Ah! eso, es que no sirve, hace tiempo se quedo en una hora, así que no sé que hora será. Perdón amiguito, pero es la fuerza de la costumbre.
_¡Mmmmm!

Otra vez más quedaron en silencio, el viaje continuaba y nada lo detenía, los lugares por donde pasaban eran casi que iguales, no variaban en lo más mínimo, esto llevaba al niño aburrido y desesperado, algo de lo que se dio cuenta el caballero, esto le hizo sentirse mal, era solo un niño, este no debía ir junto a él no debía hacer aquel inesperado viaje.

_Cuenta algo. para que nos distraigamos y no sintamos largo este viaje.
_No tengo ganas, me siento muy perezoso, mal humorado, ¿cómo puedes estar tan tranquilo y sin aburrirte?
_Supongo que por llevar más tiempo aquí, supongo que por ser mayor que tú, supongo que tengo muchos más recuerdos que tú que me distraen, supongo que...
_Ya, ya entendí.
_¿Y si jugamos a algo? 
_¿Estás loco, a qué podríamos jugar aquí adentro?
_Pues nada más es de hacer uso de nuestra imaginación, ya si nos ocurrirá algo para matar el tiempo, ¿no crees?
_Mmmmm, no, la verdad que no me parece.

Mientras los pasajeros se ponían de acuerdo, en qué si jugaban algo y pensaban en qué, el carruaje se detuvo en un lugar muy peculiar, uno muy diferente al lugar en donde ellos subieron al carruaje, los caballos se inquietaron cuando se detuvo esta vez el carruaje, hasta relincharon unos instantes que el conductor tuvo que actuar para que estos se tranquilizaran, una vez echa la maniobra el conductor ordenó al nuevo pasajero que ingresara, por vez primera los pasajeros escucharon la voz del conductor.

_Ya voy, ya voy...

Dijo el nuevo pasajero, este subió al carruaje, cómo quien sube a un carruaje de su propiedad, del tipo que recién llegó se denotaba una mala vibra, era alguien que al parecer no tenía escrúpulos, no tenía educación alguna, era un personaje repugnante, despreciable y se acomodó al lado del niño, pero este de inmediato se hizo al lado de su ahora amigo de viaje.

_Que bueno que te has quitado mocoso, porque yo como niños, jajajaja.

El caballero protegió al niño quien no temía, pero lo hizo para que quien recién llegaba supiera que el mocoso, como le llamaba el que recién llego, no abusar del muchacho.

_¿Eres su padre?
_No, pero no me molestaría serlo, es un niño muy inteligente y noble.
_Mierdas, eso son, solo sirven para chingar la paciencia, y yo, no la tengo, así mocoso que mejor será que no me hagas perder la poca que tengo.
_Y usted para donde va, estará mucho tiempo acá con nosotros. Dijo el muchacho, sin el menor temor a quien trataba de asustarlo.
_No lo sé, y no me importa, pero espero que no sea mucho pues, ya me has colmado la paciencia mocoso del demonio.
_Le agradeceré que no le hable así al muchacho, caballero.
_Caballero, jajaja, y tú, será mejor que también te calmes porque podría perder más rápido la paciencia, ¿entendido?

Tanto niño, como caballero, se quedaron callados, el niño muy cerquita del hombre, quien lo protegía de quien los deseaba amedrentar, pero que aún no lo lograba del todo, a pesar de su personalidad tan brusca y de su manera de comportarse desde el momento en que llegó al carruaje.

_Así me gusta que se callen, ya me tienen irritado. Además, esas mierdas de ruedas como rechinan me crispan los nervios. ¡Oye tú! ¿Por qué no engrasas esas mierdas? Será mejor que sigan así, calladitos. 

Los dos y originales pasajeros se vieron a la cara, sin decir nada, pero diciendo mucho.

_¿Entonces ya pensaste qué jugaremos?
_Creo que tengo un juego que te gustará.
_Yo tengo otro que les gustará... ¿Qué les parece este? El que habla se muere. Jajaja. Eso pensé; sabía que les gustaría. Dijo el malvado y despreciable.

En eso se detuvo el carruaje otra vez.

_¿Qué sucede? Ya legamos a nuestro destino. Vaya que pena, que viaje tan corto, me habría gustado compartir mucho más con ustedes.

Una de las puertas se abrió, el rechinar de esta no se hizo esperar, enfrente de la puerta, un camino largo, recto, muy recto, pero también largo, muy largo, rodeado de árboles, estos hacían una alameda, era el lugar más bello, aún mucho más que los que al niño le llamaron tanto la atención mientras viajaba al inicio de su misterioso viaje.

_Vaya, no está nada mal, pensé sería algo horrible, pero si así es el inicio, no puedo esperar como será el final de esta hermoso sendero. 

Dijo el maluco, quien se prestaba a abandonar el carruaje, pero algo se lo impedía, sus harapientas ropas se habían quedado atrapadas en el asiento, él sentía una enorme fuerza que lo atraía hacía su asiento, sentía como si su cuerpo le pesara miles de kilos, como si sus pies fueran los de docenas de elefantes, su voluntad era la de ponerse de pié, pero su no la de su cuerpo; no era así para los otros, quienes bajaron del carruaje sin tener problema alguno, una vez ambos abajo, la puerta se cerró de golpe, además se escuchó como si echaran mil cerrojos, los caballos de nuevo relincharon, se pararon sobre sus dos patas traseras y corrieron como nunca antes de este viaje lo hicieron, como que llevarán prisa por deshacerse de la carga, era tanta la prisa que llevaban que el rechinido tomaba un especial y desesperante chirrido.

_Vaya que es hermoso este lugar, ¿no crees, adónde conducirá? Dijo el niño.
_Para averiguarlo deberemos caminarlo ¿no crees, estás listo?
_Lo estoy. Dijo el niño entusiasmado.
_¿Cuanto crees qué caminaremos?
_No lo sé, pero tampoco me tiene con cuidado. es tan bello que lo mejor será disfrutarlo, ¿verdad?
_Pues claro que sí.

Ambos caminaron y caminaron, por cuanto tiempo a saber, pero no se cansaban, solo observaban y hablaban, pero mientras avanzaban olvidaban, los recuerdos que el hombre traía mientras viajaba en el carruaje se le iba difuminando, esfumando, en cuanto al niño también, ya no extrañaba a todos los que al inicio dijo extrañar.

_¿Sabes algo? 
_¿Qué?
_Ya olvidé de donde vengo y no me importa para donde vamos.
_Yo siento lo mismo, es más creo no tener recuerdos. ¿Tú, recuerdas algo, extrañas algo?
_No, no recuerdo ni cómo es mi nombre, no extraño a nadie, no recuerdo a nadie; pero me gusta tu compañía, me gusta ser tú amigo.
_A mí también. 

Siguieron caminando, mientras lo hacían, seguían observando lo que les ofrecía el lugar, entre las copas de los árboles les llegaban rayos de sol que les acariciaba el rostro, una fresca brisa que les hacía mucho bien, les daba fuerzas y esperanzas de que el lugar que habría más adelante era algo inimaginable.

_¡Mira! 

Gritó el niño tomando de la mano a su acompañante. este observó lo que al niño entusiasmo, al grado de gritar y tomarlo de la mano, ambos veían muy ilusionados, pues, sabían que su andar estaba a punto de terminar.

_Oye...
_¿Qué?
_Tienes tus manos muy extrañas, como ásperas, no se, siento algo extraño en ellas. ¿Acaso fuiste alguien que trabajó en el campo, o acaso fuiste un carpintero, o algo así?
_Nada extraordinario hijo, nada fuera de lo normal, nada que tenga que afligirte o intrigarte. Mejor mira, no es hermosa esa luz que apareció al final de esta vereda, creo que es nuestro nuevo hogar.
_Aún está lejos, es muy pequeña la luz, pero se ve fuerte y se siente su calor, ¿verdad? 
_Así es hijo, se siente muy bien. Esto dijo observando el esplendor en su rostro, sus mejías rosadas, sus ojos muy abiertos en incendiados de felicidad y luz.
_Me esta sucediendo algo extraño.
_¿Qué?
_Siento una sensación extraña en mi espalda, un cosquilleo, una sensación extraña pero agradable, pareciendo algo bueno, pero no sé qué será. ¿No lo sientes tú?
_No, no lo siento, pero seguro es el ambiente, nada de que temer.
_¡Mira, la luz está ahora más fuerte!
_Es porque estamos llegando, por eso la ves más fuerte, pero en realidad es que estamos muy cerca.
_Qué emoción, estamos a punto de llegar.
_Estás listo hijito.
_Sí, lo estoy.

Entonces de lo que parecía ser una intensa luz, salió una bruma igual de blanca que la luz que les atrajo y emocionó, esta los abrazó y ellos entraron en ese lugar, mientras lo hicieron ellos se fueron difuminando hasta desaparecer, pero mientras lo hacían de la espalda superior del niño, la sensación extraña que él sintió tomaba una bella forma, este las agitó y por unos instantes la bruma con ellas las apartó, pero de inmediato la bruma extremadamente blanca se los tragó, y solo se escuchó la risa del niño.

Mientras en el carruaje, este se detuvo en lugar horrible, un lugar jamás igualado al otro, el único y último pasajero escuchó cuando las bisagras rechinaron, esta vez el sonido fue estridente y amplificado, al abrirse la puerta del carruaje, este se quiso agarrar de algo, pero no pudo, quería evitar salir del carruaje, pues se aterraba el saberse solo en aquel horrendo lugar, sentía un ahogador calor, sentía un miedo que nunca sintió, a su mente llegaron de golpe todas las maldades que este hizo, su arrepentimiento le cayó de golpe, esto lo atormentó y mucho, se negaba a gritos a salir del carruaje, pero este lo vomitaba, no lo soportaba, él se detenía aferrándose de la puerta y de entre la oscuridad total del lugar, salieron unas sombras negras, las más negras posibles, amorfas, levitando y de las cuales se escuchaban los más horribles lamentos, que él escuchaba le resonaban en sus sienes, lo tomaron y sin misericordia lo arrancaron del carruaje, este al ya estar en poder de ellos, gritaba, forcejeaba para evitar ser metido en el que sería su hogar por la eternidad, entonces mientras aquellos, que parecían sombras sin forma lo encaminaron y mientras estos lo hacían de la nada, de la oscuridad total se abrió una especie de puerta y lo que en el otro lugar fue una hermosa y cálida luz aquí era una enorme pero colorada y ardiente, mucho más fuerte que el magma y la erupción del más potente volcán, cuando este fue tragado por esa oscuridad se escuchó algo parecido al contacto de una mano humedecida por la saliva en contra de la ardiente plancha.   

Las puertas del Carruaje se cerraron de golpe y con fuerza, quien conducía el carruaje gritó a sus pura sangre y al hacerlo, estos de nuevo relincharon y se pararon sobre sus patas traseras, esto hizo que la capucha del traje del conductor se cayera de su cabeza dejando al descubierto la identidad del conductor, al lado de él un bello y enorme perro negro.

_¡Arre, que tenemos otros viajes por hacer...!



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