viernes, 13 de octubre de 2017

El Mall


Había pasado ya un buen tiempo de que la delincuencia me despojó de mi tienda, lugar en donde trabajaba por casi diez años, tienda a la cual la tenía bien acreditada, el dinero se me terminaba, pues, vivía de mis ahorros, y ya habían pasado cerca de ocho años, entonces me cuestioné, me dije. ¿Y qué haré cuando me quede sin un céntimo? Tomé mi ordenador y revisé mi cuenta monetaria y mis inversiones a mediano plazo, sabia qué, aunque era una considerable cantidad si no la invertía se terminaría y ya no habría posibilidad de emprender otro nuevo negocio, entonces, salí de mi casa, me subí a mi auto y me conduje hacía los centros comerciales más cercanos a mi hogar, para evitarme el odioso transito, al segundo mall que visité, observé que había un local desocupado, observé su ubicación para pensar qué negocio podría funcionar ahí; en otras palabras hice un estudio de mercado, pero claro, ese estudio estuvo basado en mi experiencia en otros negocios, pues, sabía que ese local comercial no estaría por mucho tiempo desocupado, así que una vez observado el movimiento, el tipo de personas que llegaban, en los vehículos en los que estos llegaban, la pinta que vestían, observé también que negocios habían y cuales eran los mayormente concurridos. en cosa de unas cuantas horas me encontraba en la administración del centro comercial  y al termino del tiempo me encontraba firmando un pre-contrato. Como a razón de tres semanas me encontraba abriendo mi nuevo negocio, fue entonces cuando alguien se acercó a mí y me reconoció, este ahora desconocido para mí me llamó por mi nombre, y es qué como dicen siempre, no he cambiado casi nada, pero quien me habló ni su sombra, vaya que el tiempo había pasado para muchos, me alegraba que para mi la vida me recompensaba de alguna manera mi desgracia de juventud hasta la fecha permitiéndome seguir cuasi igual; este me ofreció un negocio el cual no pude rechazar y en cosa de unos días tenía mi tienda complemente surtida con todo tipo de electrodomésticos para la venta y lo mejor a consignación, esto cambió mi idea original, pero no podía dejar pasar aquella oportunidad (y luego dicen que los milagros no suceden). A los meses en mi negocio con mucho éxito y ya con nuevos amigos, los vecinos de mi tienda, un día uno de los propietarios entró a mi tienda y agitado me dice.

_Sergio, ven a ver lo que está sentado en aquella banca.

Josué, se encontraba a la entrada de mi negocio, salí apresurado pues, creí que algo andaba mal y como ya tenía una mala experiencia con los insociables, esto me asustó, al salir vi para donde Josué me indicaba con la vista desorbitada, efectivamente en la banca a unos cinco locales del nuestro se encontraba ella, sentada leyendo un libro, era una mujer verdaderamente guapa, pero eso no era para la alharaca que hacía Josué, si bien era cierto que Josué era un calenturiento incorregible no era para que se pusiera así.

_Linda chica amigo, ¿pero eso qué tiene de novedoso, a diario entran a nuestras tiendas mujeres como esta?
_No has entendido Sergio, esa chica no es una visitante, es una nueva trabajadora del centro comercial, lo que significa que la veremos a diario, no es eso excitante. ¡Ah, pero que quede asentado que quien la vio primero fui yo! Eso me hace acreedor de ser quien la invite a salir primero que nadie. Ya vuelvo debo ir a hacer la aclaración a todos los calenturientos de este nivel.

Se dirigió Josué a los locales de nuestros vecinos y amigos, claro, solo los varones, a las propietarias no había necesidad de hacerles la aclaración. Por mí, no le tomé importancia, siempre fui de la idea de que lo que es tuyo no te lo quita nadie, además si yo estaba en aquel lugar era para recuperar mi vida, no para meterme en problemas con mujeres, vaya si salen caras.

_Hola amor, ¿cómo esta el día, cómo va el negocio?

Se trataba de mi esposa, quien me llegó a visitar, de vez en cuanto me caía de sorpresa y era bueno, pues, a veces era mucha la afluencia de personas en la tienda que necesitaba de una ayuda, de la cual aún no podía darme el lujo de contratar a alguien para esto, había que recuperar algo de la inversión y de acreditar bien el negocio para una vez esto alcanzado, pensar en contratar personal, ya tenía la experiencia de otros años en mis otros negocios anteriores y eso de lidiar con empleados no era nada sencillo, que si se enferman, que si llegan tarde, que si se pierde algo, que si dañan algún producto, que si enamoran de algún cliente y este lo pierdo, en fin, era complejo.
Un día llegué un poco más temprano que lo acostumbrado y ella se encontraba en el mismo lugar de siempre, solo que esta vez la observé desde mi auto y ella estaba tranquila, pajareando, en eso se detuvo el auto de Josué justo enfrente de ella, este al verla se bajo inmediatamente, ella al verle abrió un libro e hizo como que estaba sumergida en su lectura, era una excelente actriz, pues parecía que la novela o lo que fuere, le robaba completamente su atención, Josué se dirigió hacía ella, creo que la saludo, esperando escuchar respuesta al mismo y así poder abordarla, pero esta lo ignoró, aduciendo estar inmersa en la lectura, pero todo eso era una treta de parte de la chica para pasar sin ser molestada por nadie del centro comercial, una vez la dueña del negocio para quien trabajaba abría, ella cerraba su libro y se dirigía a iniciar sus labores. Este pasaje se repitió mucho, con Josué y otros más del lugar. Recuerdo que hubo otra oportunidad en la cual me encontraba parado en el portal de mi tienda una vez la abrí y ella se encontraba según nosotros en su lectura, del mismo libro o de otro nuevo, eso quien podría saberlo, entonces se le acercó Josué ya desesperado y le habló, ella al principio se hizo la desentendida, pero Josué no se quitó de enfrente, ella bajó su libro y lo colocó sobre sus piernas, vio a la cara de Josué como preguntando; ¿qué diantres quiere no ve que estoy ocupada leyendo? Pero al cara dura no le importó e inició su casaca, ella lo escuchó muy educadamente, respondió con monosílabas y al ver que nada funcionaba para deshacerse de Josué, fingió que su celular vibró y tuvo que responder, Josué quiso esperar sentado a su lado pero ella se puso de pié y se fue, yo me metí en mi comercio para no hacer sentir mal al aventado y ahora obsesionado de Josué. Él entró en mi tienda muy contento.

_Ya le hable mi amigo, creo que este arroz está por cocerse.
_Me alegro mucho por ti amigo, suerte.
_Esto no es cuestión de suerte, es cuestión de huevos, y esos a mí me sobran y me pesan; jajajaja.
_Es bueno saberlo. Dije con un tono de vos que Josué mejor se fue.

Los días, las semanas y los meses pasaron y la historia se repetía, con Josué y otros inquilinos más, y es que la chica era muy linda, en figura, cara, estatura, en todo lo que se podía ver a distancia las llevaba de ganar. Las fechas navideñas se acercaban y nuestro centro comercial estaba muy concurrido, que hubo necesidad de abrir los siete días de la semana, recuerdo que un domingo, me tocó quedarme y almorzar en la cafetería del mall, cerré la tienda coloqué el rotulado que indicaba que me encontraba almorzando y la hora en que regresaba, llegué al restaurante y nada que había una mesa vacía, me dije toco esperar a que se desocupe una, mientras observaba me encontré que en una mesa se encontraba ella, y en las mesas de los lados los chuchos de mis amigos, pero ni uno solo me invitó a que me sentara con nadie de ellos. Entonces, sucedió lo inesperado, algo que casi termina con mi amistad de aquellos amigos y vecinos, la chica levantó su mano e hizo señas invitando a alguien a su mesa, pues, ella estaba sola con su eterna lectura yo la vi, agitar su brazo y entonces regresé la mirada para mi parte de atrás, y nada, luego a mi diestra y tampoco, entonces vi a mi izquierda y nadie, regrese la vista hacía donde ella estaba y seguía invitando a alguien a su mesa, yo no comprendía, pensé debe ser otra de sus tretas para evitar que alguno de aquellos se pase a su mesa, y en el fondo tuve la razón, a mi lado un mesonero.

_Señor, la señorita del fondo lo está invitando para compartir su mesa, sígame por favor.
_Oiga joven, ¿esta seguro que es a mí? 
_Es correcto señor, ella misma me envió.

Bueno dije, y seguí por detrás del joven quien me condujo hasta la mesa deseada, al estar enfrente de tremenda mujer, jamás la había visto de tan cerca, era impresionante, realmente causaba tal impresión que hasta intimidaba. 

_Siéntese por favor Sergio. 
_Dios mí y hasta conoce mi nombre. Pensé. 

Y claro una vez con el permiso de la dama tomé asiento, esto hizo que el hormiguero se pusiera en son de guerra, sus miradas eran fulminantes, pero yo también al igual que ella los ignoré. Almorzamos, tocó invitarla, pero no era por eso que ella me invitó a su mesa, creo que fue por la presión de los acechadores que estaban a su alrededor. hablamos de sus libros y ella me confesó que no le interesaba la lectura y que si ella lo hacía era porque siempre le funcionó en todo lugar en donde trabajó, que aquello era una treta para evitar ser abordada por cualquiera y que cuando eso fracasaba estaba la técnica de la llamada del celular, yo recordé y sonreí, luego la felicité.

_A propósito, aún no sé su nombre.
 Mentiroso, como no saber su nombre si Josué y el resto lo repetían incansablemente.
_Georgina, ese es mi nombre, pero mis amigos me dicen Gina.
_Lindo nombre, mucho gusto.

El momento terminó y cada quien para sus comercios, el mío fue invadido por mis amigos, entre ellos un insistente Josué quien deseaba saber los detalles, los cuales, no llegaron, lo único que dije, fue;      -que ella sintió pena por mí y me ofreció lo que ni uno de ustedes condenados hicieron, eso fue todo.
_No te creo, la quieres para ti, eres un mal amigo, eso eres.

Eso dijeron los indignados y se fueron, ya era hora de abrir los comercios y al mío había que atender a quienes me visitaban.

Una mañana de la siguiente semana al suceso del almuerzo, me encontraba arreglando la mercadería y limpiando, cuando escuché.

_Buenos días Sergio.
_¡Ah! Hola, buenos días, adelante, que agradable sorpresa, en que le puedo servir. Sí era ella, Gina.
_Le quiero preguntar, ¿cuanto me costará la visita de un técnico para que revise mi refrigeradora.
_Bueno tengo entendido que cobran solo por la visita y... Le expliqué todo con detalle, allí estaba frente a mí, con su pantalón blanco, el cual no entendía como había hecho para entrar en él, uno de cintura baja, lo cual dejaba al descubierto su ombligo, sus abdominales perfectas, y la linea por donde empieza su ropa interior, era imposible no ver a tremendo ejemplar femenino, mi duda, realmente era aquello lo que deseaba saber o la traía otra cosa por mi humilde tienda.
_Me dice mañana los detalles, mi jefa ya llegó y si no me regaña.

Salió de mi tienda, se dio la vuelta y me dejo a la vista ese par de glúteos, esa diminuta cintura, esas largas y verdaderas obras de arte que eran sus piernas, su cabellera que le caía como cascada hasta mediana espalda, yo quedé impávido, por un buen rato, pues en mis retinas seguía la imagen de esa linda mujer de apenas unos veinticuatro años si mucho.

_¿Qué quería, a qué vino? ¡cuenta!
_Nada, vino a...
_Mentiroso, ¿qué se traen entre manos?
_Nada. Y perdona, debo atender a un cliente.
_Pero esto no termina aquí. Estas advertido.

Lo sucedido aquella mañana fue cosa de todos los días posteriores, su visita me dejaban enfermo y con tremenda duda, ¿por qué? Recuerdo que en una oportunidad, ella estaba muy cerca mío, con esas diminutas ropas tan sensuales, cuando mi esposa hizo acto de presencia, ella creyó que se trataba de una clienta, muy educadamente me saludó con una seña de lejos, pero yo la llamé.

_Ven amor. Te presento a Georgina una vecina del local de enfrente.
_¿Cómo está Georgina? dijo amablemente mi esposa.

Gina se despidió de nosotros y se fue, ese día no hubo oportunidad de verla, llegó con una minúscula falda siempre cintura baja, en tacones altos, algo que casi la hacían más alta que yo.

_Que linda niña, parece modelo. ¿Y qué quería?
_Pues, me imagino que viene por acá, a esperar a que abran en su trabajo.
_¿Y eso por qué, por qué no espera en una de las bancas? 
Dijo mi esposa, no celosa sino intrigada, y cómo no estarlo. Entonces tocó explicarle todo lo que hasta ese día sucedía con ella en aquel lugar.

_¿Y a ti no te interesa?
_Cuidado, piensa bien la respuesta, es una pregunta capciosa, peligro, peligro. Pensé...
_Pues, tanto así como interés, no, ¿por qué habría de tener interés?, no niego que es muy sensual, pero di; ¿qué posibilidades tendría yo con ella, hay un buen trecho de diferencia de edad entre nosotros. ¿Tú qué dices? Si crees que tengo alguna chance con ella tal vez me tire al ruedo. Le devolví la braza caliente. Ella muy inteligente me dice.
_Pues tienes razón, no tienes ninguna chance, podría ser nuestra hija, jajajaja.
_Pero no lo es... Pensé. Sí, claro, yo creo que viene por acá para evitar a mis vecinos, ellos la tienen copada, la asechan mucho. Pero que lindo que vengas.

Una noche, después de muchas mañanas que Gina me acompañaba y que nunca me atreví a decir nada para sondear si ella se interesaba en mí o solo era un refugio el que ella buscaba y que en mí encontró a un amigo, alguien que jamás prestó evidente interés por ella, pero que era obvio que si lo hubo, pero siempre he tenido mis pies bien puestos sobre la tierra y no me arriesgaría a perder su amistad  y llevarme una decepción y eso si me dolería mucho más que nada, el saber que ya no tenía en mí, lo que antes tuve, ese magnetismo, ese ven para acá, esa casaca de don Juan que nunca me falló, eso si me habría dolido mucho, además, estaba el respeto a mi esposa, quien confiaba en mí, a sabiendas de que aquella mujer era el modelo idóneo para deshacer cualquier hogar.

_Hola Sergio.
_Hola Gina, ¿qué sucede, la veo muy apagada, muy triste?
_Lo de siempre, Sergio. El esposo de la señora se quiso propasar conmigo y eso me costó mi trabajo, es una maldición. Solo con usted nunca recibí eso, usted es un buen amigo, envidio a su esposa, tan linda ella.
_Gracias Gina. Lamentable realmente, pero es comprensible, usted es una mujer muy hermosa, además una madre soltera, eso es algo que confunde a muchos.
_Pero no a usted.
_Bueno Gina, la vida ya me dio muchas Ginas, entiende. ¡Jajajaja! Reímos los dos. Ella se acercó a mí y me dice.
_¿Puedo abrazarlo?  
_¡Claro Gina!

Nos fundimos en un abrazo que no pude definir si era de un par de buenos amigos, o si era de alguien interesado en mí, yo lo estaba pero mi realidad me regresaba de golpe a mí actual actitud; el abrazo duro mucho, sin decir nada, mi cuerpo sentía el de ella, uno tan joven, sensual y deseado por muchos y yo la tenía entre mis brazos, ambos estábamos tristes, pues, seguro no volveríamos a vernos jamás. Qué bueno que en esa oportunidad mi esposa no cayó de sorpresa como era su costumbre sino se me abría complicado todo. Después de un delicioso y corto rato, para mí y a lo mejor también para ella, ya saben la ley de la relatividad, nos separamos y ella me regaló un regalo que aún recuerdo y mucho, ella me beso en la comisura de mis labios, era como un beso en la mejía que se sale de control, uno muy sugerente, uno muy caliente, uno que me dejó con más dudas que hace unos instantes, uno que jamás creí recibir; ella me vio directo a los ojos y sonrió luego nuestras manos no se querían sotar pero ella, se alejó y sin dejar de verme y yo a ella, me dijo.

_¡Adiós!

Yo sentí una rara sensación en mí, una que no sentía hacía mucho, pues de la manera que lo dijo y de la manera que me veía, era para que yo creara en mi mente mil fantasías. Se fue, con su estigma, quien sabe a donde. Nunca volví a saber nada de ella, solo espero que haya encontrado lo que su corazón buscaba, la tranquilidad de una relación y un trabajo que no la persiga por su increíble belleza. 



Para ella, para su belleza, para su amistad (creo) es esta historia. Que la vida le de la oportunidad de encontrar lo que buscaba para ella y su hijo.


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