miércoles, 4 de octubre de 2017

El Salón Estilista


Hacía horas que un auto de lujo pasaba por en frente del vecindario, yo pensé, que aquello era raro pues, cuándo un auto tan lujoso se veía por aquí, nunca, estos carros solo eran vistos por la zona de la gente adinerada o en alguna película de un domingo sin nada que hacer; me encontraba en el Árbol de don Mario, esperando a que más de un atarantado llegara para hacer planes de vagancia, pero nada que aparecía ni uno solo; a punto de ir a vagar solo estaba, cuando vi que por la esquina apareció mi primo Rolmy, traía una cara de hueva, que el solo verlo me la contagió, de echo, yo ya tenía la mía.

_¿Qué pasó primo? Qué carita traes.
_Hola Sergio, una tremenda hueva nada más. ¿Nada qué hacer hoy verdad?
_Pues lo de siempre, ir a vagar para conocer a una nueva amiga.
_¿Amiga?, no me hagas reír, vos no tenes una sola. ¿Creo qué nunca has tenido una amiga verdad?
_Pues como que no, claro, ¿y si no de donde crees que me llegan las novias?, jejejeje.
_Baboso.
_Oye, cambiando de tema, ha estado pasando un auto nítido, uno que jamás antes vimos por aquí, es uno bien lujoso.
_¿En serio? Extraño ¿no?
_Lo mismo he pensado. ¡Mirá ahí viene!
_¡Puta primo, qué nave!
_Sí, lo sé, has como que no la ves.
_¿Y quién no podría ver a tremenda nave? ¿Escuchas?, que equipón el que debe traer, hasta aquí se oye el musicón.

Para nuestro asombro el auto lujoso, de color blanco, con vidrios polarizados, aros de magnesio y llantas radiales de perfil bajo, algo que no era común en aquellas fechas, se detuvo justo frente a nosotros, esto no dejó de ponernos algo nerviosos, pues, de pronto y los o él que estaba adentro del auto no era más que alguien del bajo mundo, alguien que nos podría hacer daño, pues al final de cuentas que hacía esa nave por nuestro barrio. Escuchamos cuando el vidrio empezó a descender y mientras lo hacía, tanto mi primo como yo, a la expectativa de quien podría ser y lo peor; ¿qué podría querer? 

_¿Qué pasó par de babosos? Dijo el mula del Oveja.

¿El Oveja manejando esa nave, pero cómo, a penas si manejaba la bestia.

_No se queden ahí como idiotas, vengan y suban. 
Nos dijo el estúpido, algo que nos dejó mucho más estupefactos que cuando lo vimos conduciendo tremenda nave. Mi primo fue el que se acercó, a aquel todo le valía madre, cuando se acercó a la portezuela por donde estaba la cara estúpida del colocho del Oveja, mi primo dijo.

_Hola, mucho gusto. Rolmy, y ese que sigue ahí con cara de menso es mi primo Sergio. Ven primo, es un amigo del Oveja.

Me acerqué, y saludé, quien estaba como copiloto era el dueño del auto, pero, ¿cómo el Oveja había conocido al tipo ese y dónde?

_¿Van a subir o no?
Dijo el Oveja muy confiado y acelerando el motor del auto.
_Suban si pena.
Dijo quien era el dueño del auto. Mi primo abrió la portezuela trasera y se acomodó, dejando un lugar para mí, yo entré con mucha pena, el auto era algo increíble, no pensé volver a subir en otro igual en toda mi vida.

_Con permiso amigo.
_Dale sin pena, mi nombre es Johnny.

Cuando habló se le escuchó el acento un tanto afeminado, pensé; -ahora todo empieza a tomar sentido, este Oveja no se mide el cabrón, con tal de manejar esta nave se conectó a un afeminado-. Pensé en bajar del auto, pero el cerote del Oveja aceleró y cuando sentí, estaba hundiéndome en el asiento, si que eran cómodos, Rolmy no pudo evitar que se le escapara un grito de emoción o de susto, al final de cuentas era lo mismo, pues quien manejaba era el idiota del Oveja, alguien que no sabía conducir. Al rato supe por qué sabía manejar ese auto, un auto para señoritas decíamos en aquella época, uno automático, ¡ah! todo tenía ahora más sentido y yo no sabía como bajarme del auto. 
Pues mi hermano una vez me contó como era el modus vivendi de este tipo de personajes, algo raro de encontrárselos por aquella época; mi hermano también decía; que primero le tocaba a uno, y que luego, a ellos les tocaba hacérselo a uno, y yo no estaba dispuesto a perder mi virginidad trasera nunca en la vida, algo que me puedo jactar hasta la fecha de que sigue como vino al mundo.

Al paso del tiempo, Johnny se hizo muy amigo nuestro, la verdad que era un tipo genial, pero seguía la incógnita de si era o no era, mi madre decía; que no todo el que se comportaba de esa manera era uno de ellos, eso me permitió estar en ese particular grupo mientras duró y la verdad, que éramos la novedad en el barrio, primero porque nadie tenía auto y cuando alguien aparecía con uno, era del papá, bueno del trabajo del papá, y este se lo dejaba manejara a su hijo solo para ir a guardarlo a los boxes, pero claro, este no dejaba pasar la oportunidad para dar unas vueltas y chilerear para llamar la atención de las chicas y es que toda la vida esta máquina ha sido un imán de enorme fuerza para las féminas. Pero andar en esa nave que por dentro parecía un avión, eso era andar sobre una nave extraterrestre y si las carcachas de los tatas de la mara eran un imán, este era un potente electroimán. 

Los días seguían pasando y el Oveja no soltaba la nave, solo llegaba Johnny y este se prendía del asiento del piloto, mientras que mi primo y yo, atrás, pero eso no importaba pues, el Oveja tenía la primicia por haberse conectado al Johnny. (Hasta la fecha de hoy no sé y nunca supe cómo se conocieron el Oveja (+) y el Johnny (?)).

Un día, que me encontraba... Sí, en el Árbol de don Mario, escuché el musicón del auto del Johnny, este se parqueó, bajó el vidrio y para mi sorpresa, nada del Oveja.

_¿Qué pasó mi Johnny y dónde dejaste al Oveja?
_No sé donde estará, pensé que estaría aquí con vos, ¿y Rolmy tampoco está?
_No, aquel se fue para Mazate, a ver a su abuela. Estoy solo y aburrido.
_Pues yo venía para ver si me acompañaban a cortarme el cabello, ya necesito un corte. ¿Qué dices, vienes?
_Yo, pues, no sé, es que estoy algo ocupado. 
Dije como algo ahuevado, a lo que el Johnny me dijo.
_¿Ocupado encaramado en el Árbol de don Mario?, vamos, busca otra casaca. Ven, sube, vamos, acompáñame, no te arrepentirás.
_Eso me temo. 
Dije entre dientes.
_¿Qué decís?
_No, nada, que me temo que algo bueno nos espera sin duda.
_Ya verás, el Oveja y el Rolmy cuando se enteren se van a dar de golpes en la cabeza.

Johnny aceleró y yo como ya era costumbre me hundí en el asiento, solo que esta vez, en el del copiloto.

_Colócate el cinturón.
Dijo Johnny. Yo me vi el cincho del pantalón y dije.
_Lo tengo bien apretado amigo.
_Eso es lo que me gusta de vos amigo, tu carácter, siempre echando bromas.
_Así que te gusto. Digo, ¿qué quieres decir con lo del cinturón?
_Este, ¿acaso no sabes que en los USA es prohibido andar sin ellos?, estos han salvado muchas vidas.
_¡Ah estos!... ¿Y cómo se ponen?

Johnny detuvo el auto y me ayudó a colocármelo. Para hoy dirán; que mula soy o era, pero en aquella época los autos que venían para acá, no traían estos cinturones, creo que a los Japoneses les valía madre si moríamos accidentados, para ellos mejor si valíamos madre los de por acá. 

En cosa de minutos nos encontrábamos en un lugar mega lujoso, y cómo no, si no sabíamos lo que era la hora pico, es más, ni habían muchos autos, eso sí, el servicio publico era muy bueno.

_¡Llegamos!
_¡Ah ok.!
_Vamos.

Yo seguí a Johnny, entramos en un edificio que ni sabía que existía, para mí lo único que existía y era mi hogar, era la Sexta avenida de la zona uno. Nos encaramamos a un elevador que nos llevó hasta el último piso, al salir del mismo, un lugar super especial, era como la entrada a un lugar enorme, un lugar que ocupaba todo aquel piso, no se veía nadie en el lobby, al salir del ascensor, pisé una alfombra de color negro, por encima de ella unas tijeras y un peine raro, debajo un letrero que decía: Members Only yo  dije; será la peluquería o barbería, pues para mí solo estos dos términos eran validos, eso de Salón Estilista nunca antes lo escuché. nos acercamos a un lugar que aduje que era la puerta, Johnny extrajo una tarjeta muy parecida a lo que hoy día es una tarjeta de crédito, otra cosa que no conocí hasta hará unas cuantos años. 

La introdujo y se escuchó que la puerta se abrió, Johnny entró, yo lo seguí una vez que él me lo indicó, del lugar se escuchaba una música de la época, el lugar era para que se te abriera la boca.

_¿Los dos se cortarán el cabello? 
Dijo una linda chica por el otro lado del mostrador.
_¿Te lo quieres cortar amigo? Yo invito.
_No, no gracias, así estoy bien. 

Decisión que me duele hasta el día de hoy, fui mula sin duda, cuándo podría volver a un lugar como aquel por un corte de cabello; sí me los hice pero fue en la barbería de don Poncho, el viejo Poncho, con sus temblorosas manos y sus revistas prohibidas, recuerdo cuando nos quisimos sacar una del lugar, casi perdemos la cabellera y las manos, que bárbaro don Poncho se las tenía bien controladas.

_Síganme por favor. 
Dijo la linda chica. Quien salió del otro lado del mostrador, caminó por enfrente de nosotros ¡¡y la chica iba desnuda!! solo llevaba por enfrente una bata, de esas que usan los estilistas hoy día, atada del cuello y de la cintura, de color negro, ¡qué cu...zo!, qué mujer mas linda, solo las había visto en las revistas de don Poncho. 

_Pase por aquí. 
 Le dijo a Johnny, quien me dijo a mí.
_Vos espera en esa sala, ya vuelvo. 

Yo estiré el pescuezo para lograr ver hacía adentro del misterioso lugar para mí, lo que vi y quemó para la posteridad mis retinas, si aquella chica estaba linda, las de adentro y quienes cortaban el cabello, eran unas diosas, todas desnudas con el mismo atuendo que la que me dejó sentado solo en aquella sala esperando por Johnny, yo me recriminé, me dije; -maldita sea, ¿por qué no acepté la invitación al corte de cabello que me hizo el Johnny-.

El tiempo pasaba y el Johnny no salía de ahí, yo que no sabía que hacer para poder ver aunque sea a la chica que nos atendió, solo la lograba ver cuando llegaba otro cliente nuevo y entraba al lugar de Members Only, yo debería de estar ahí, qué sucedía adentro, cada que entraba alguien yo veía lo que lograba ver, adentro solo gente de mucho dinero con copa de whisky en mano, y quien sabe qué otras cosas. Las dudas respecto a Johnny se fueron de mi maliciosa y desconfiada mente.

Al termino de un largo, muy largo tiempo, salió el Johnny, las chicas además de ser unas diosas, eran unas artistas en el arte del corte de pelo, pues el corte que le hicieron al Johnny jamás lo pudo hacer don Pocho, por más que le llevamos revistas, jamás pudo, más bien nos trasquiló. 

Mientras regresábamos al barrio, yo era un niño necio preguntando al Johnny todo lo que podría preguntar, pero este solo respondió las preguntas que él quiso responder, otras no las respondió, era un caballero sin duda. Solo dijo.

_Debiste haber entrado.
_¿Y cuando volvemos? Cuando regresemos, no invites a ninguno de los mulas de mi primo y el Oveja, esos la van a cagar con seguridad.
_Lo siento amigo, pero creo que no podrá ser, este fin de semana me voy a Londres, a estudiar a una prestigiosa universidad del Reino Unido. 

El cabrón del Johnny se fue, y hasta ahí llegó la oportunidad de montar tremenda nave, la oportunidad de regresar a aquel lugar, que ni sabría como llegar al edificio donde estaba ubicado ese maravilla que nunca imaginé que existiera. 

Rolmy y el Oveja dejaron huella en las paredes del barrio dando de cabezazos, cada que les comentaba de aquel mágico lugar, al cual, que como Johnny ya no estaba entre nosotros, yo le inventé un poco más para no seguir siento el IDIOTA  que fui. 





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