jueves, 21 de diciembre de 2017

Mi amiga la Vaquita


La noche anterior Adalberto conoció a una linda chica de nombre Brenda, con quien bailó toda la noche, ambos se veían muy entusiasmados el uno con el otro que Adalberto la invitó a salir la próxima semana pero Brenda fue honesta con él y le dijo que solo podrían ser amigos pues, ella tenía novio y que en esta oportunidad si había bailado con él era por que su novio no la había podido acompañar, esto entristeció mucho a Adalberto pero agradeció mucho su honestidad. Pero tampoco fue motivo para no continuar disfrutando de la fiesta por los quince años de la hermana de una amiga en común de ambos, Adalberto y Brenda no se sentaron para descansar ni un minuto, bailaron hasta el cansancio y hasta que la fiesta concluyó. Al despedirse ella le ofreció su mano, pero Adalberto le besó la mejía.

_¿Te volveré a ver un día, aunque sea como amigos?
_No lo sé, quien sabe y a lo mejor. Tenemos una amiga en común y de pronto nos reunimos en otra fiesta, siempre y cuando no venga con mi novio. Adiós, me gustó mucho bailar contigo.
_A mí también.

Y como el cuento de la Cinderella todo terminó, Adalberto regresó para su barrio en su calabaza, aunque en realidad era una cucarachita sesentera.

A la mañana siguiente con el cansancio en el cuerpo, el desvelo en los ojos y los pensamientos puestos en Brenda, la chica con vestido celeste, largo con aniño en el cuello de donde se desprendía una especie de triangulo que moría por detrás antes de dejar al desnudo sus caderas y la espalda completamente expuesta; esta era la imagen de la chica que le robaría el sueño por meses. Aquella fiesta de hace varias semanas seguía siendo la charla de Adalberto entre sus amigos, a los cuales ya les molestaba el mismo tema, pero para él seguía siendo como un sueño que deseaba se hiciera realidad, deseaba solo verla de nuevo, pero cómo hacerlo.

_Aló... Dijo la amiga en común de Adalberto y Brenda.
_Hola soy Adal, ¿cómo has estado?
_¡Adal! y ese milagro, cuánto hacía que no me hablabas por celular, hoy que lo recuerdo desde que terminamos ¿verdad?
_Creo que sí. ¿Cómo estás?
_Bien, muy bien, aquí preguntándome cómo estarías.
_Adal, te conozco demasiado que no me puedes mentir. ¿Por qué me estás llamando?
_Si que me conoces. Quería saber de tu amiga Brenda.
_¡Wao! Sí que te gustó ¿verdad?
_Un poco.
¿Un poco? para que me estés preguntando por ella, es porque seguro te gustó y mucho. Pues no se de ella últimamente nos hemos distanciado, pero si quieres le llamo y le cuento que tú estás preguntando por ella.
_No, no, claro que no, Olvídalo, sabes qué hablamos otro sía. adiós.
_Adiós. ¿Qué pasa conmigo, soy un completo tonto? ella fue clara conmigo, seguro estará feliz con su novio, tengo que olvidarla.

Esto se propuso Adal y aunque fue muy difícil para él se prometió no hablar más de ella con nadie, algo que a sus amigos les vino bien. Pero en su mente seguía la imagen de Brenda, pero como el tiempo todo lo borra, o al menos eso creemos, con el paso del tiempo Adal empezó a olvidarse de ella, no del todo, pero sí ya no era tan frecuente como para decir que estaba obsesionado con ella.

Al paso del tiempo, de muchas otras fiestas más, de otras reuniones en compañía de su ex y amiga de en común de ellos, un fin de semana Adal decidió ir a visitar a su abuelita, a quien no veía quien sabe hace cuanto, a la viejita le alegró mucho ver a su nieto y se extrañó el que este la visitara, pues casi no lo hacía desde que dejó de ser un niño.

_Hijo, que bonito que me has venido a ver. Dijo la abuelita de Adal, doña Beta.
_Si abuelita, ya ratos que deseaba venir a verte y recordar mis tiempos de niñez y tus deliciosas viandas.
_Pues tú di que quieres y yo lo haré para mi nieto consentido.
_Eso les dirás a todos abuelita. Jajaja.
_Sabe qué jovencito, salga a ver si encuentra a alguno de sus amigos y al estar la comida te aviso. Dijo doña Betía y sacó a su nieto.

Este afuera de la casa de su abuelita, le llegaron mil recuerdos de su niñez, de sus amigos, de sus primeras novias de manita sudada. 

_Hola Adal que rico verte por acá. Dijo Sergio.
_Hola mi hermano, ¿cómo estás?, no has cambiado nada, ¿qué te cuentas?, vamos te invito a un refresco.

Se dirigieron con rumbo hacia la tienda de la esquina, la que queda al lado contrario al Árbol de don Mario.

_Doña Blanky nos regala un par de refrescos. Para mí una orange crush y para mi amigo ¿Qué te tomas?
_Lo mismo doña Blanky.
_Ahora muchachos.
_Y entonces cuenta ¿qué has hecho todos estos meses? te veo cómo raro.
_Pues nada, todo está bien.
_No, no es cierto, cuenta para eso son los amigos.
_Bueno, te cuento, pues tengo muchos meses de no hablar de ella que siento que me vuelvo loco.

Y Adal le contó a Sergio, este lo escuchó y emocionado se imaginó a la linda chica quien le robó el corazón a su amigo de infancia, lo veía tan mal que hasta sentía pena por él.

_Cómo me gustaría ayudarte mi querido amigo, pero en estas cosas no hay nada que hacer. Sabes quizá si te presento a otra logras olvidar a tu misteriosa amiga. ¿Brenda has dicho que se llama verdad?
_Sí, pero nadie me la ha logrado sacar de mis pensamientos. Además conozco a todas las chicas del barrio. ¿A quién podrías presentarme?
_Mmmm, en eso tienes razón, pero conozco a alguien que te podría gustar o al menos te podría hacer olvidar a esta chica.
_Así ¿y quién es, la conozco?
_Pues, no sé, la verdad que no conozco su nombre, aquí en el barrio la conocemos por la Vaquita ya supondrás por qué. Jajaja. Es linda la chica, pero sabes no le hace caso a nadie, ahora que lo pienso, se ve rara, tal como tú ahora. Quien sabe y tiene algún problema parecido al tuyo y entre los dos logren hacerse compañía y les cambie la vida.
_No, no creo que sea buena idea.
_Esta niña la Vaquita es una señorita muy linda, con lindos atributos ¿sabes a lo que me refiero no? Dijo doña Blanky quien escuchaba la conversación.
_Vamos ¿qué puedes perder?
_Esta bien, pero sin compromiso y al primer mal gesto o algo parecido me retiro. ¿Ok?
_Está bien amigo, pareces un viejo cascarrabias. Vamos.
_Seguro que le gustará la Vaquita mijo.

Adal y Sergio, salieron con rumbo en búsqueda de la Vaquita.

_¿Vaquita? Es en serio, tanto así.
_Sí amigo tanto así, Jajaja, te gustará sin duda alguna, por acá nos gusta a todos, pero primero que si su novio y después de un tiempo para acá, terminaron y desde entonces quedó igual que tú.

Caminaron por varias cuadras, justo a un lugar a donde Adal no recuerda haber estado en otros tiempos y es que el bario había crecido, nuevas caras, nuevos vecinos que Adal no conocía.

_Aquí es, ya verás que te gustará mi amiga la Vaquita.
_¿Oye pero si sabes su nombre verdad, no le dirás la Vaquita o sí?
_¿Cómo crees? Lorena es su nombre. 

Llamaron a la puerta y al rato apareció la madre de la requerida.

_Buenas señora ¿cómo está?
_Sergio, qué agradable sorpresa, ya tenía tiempo de no venir, pero pase adelante.
_Le presento a un amigo, que digo amigo es casi mi hermano, hacía tiempo que no venía a visitarnos. ¿Estará Lore?
_Sí mijo ahí está, ya sabe, igual que los últimos meses desde que terminó con su novio, ojalá y esta visita le levante el ánimo. Mucho gusto, pero entre mijo esta en su casa.
_Gracias señora con permiso.

Los amigos entraron y se dirigieron a la sala, se sentaron mientras que la señora se acercó a las gradas que conducen al segundo nivel y desde allí gritó.

_Hijita aquí está Sergio y un su amigo que te vienen a visitar. ¿Puedes bajar?
_Ya bajo madre, gracias.
_Ya escucharon, ¿les ofrezco algo?
_No, nada, no se preocupe ya tomamos algo en la tienda de doña Blanky.
_Bueno los dejo en su casa, la nena no tarda en bajar y yo tengo algo en la lumbre, con permiso.

La señora madre de Lorena se fue apresurada hacia la cocina y en cosa de quince minutos apareció por las escaleras una señorita de muy buen ver, con unos jeans ajustados, en zapatillas y con una franela de color blanco sin sostén, lo que permitía ver sus firmes senos, los cuales no se movían a pesar de ser considerablemente grandes y sensuales, su rostro uno muy lindo, pero en sus ojos y su expresión una rara tristeza.

_Hola Sergio, ¿cómo estás?
_Bien Lore, vine para presentarte con un mi gran amigo, al que quiero como si fuera mi hermano y ya que aquel está en las mismas tuyas pensé se podrían apoyar, ven te lo presento. Mira él es Adalberto, mi hermano.
_¿Brenda?...





Ah, no especifiqué el por qué de su apodo. Era alguien muy linda, extremadamente linda, pero aduciré que lo de su apodo no necesita explicación alguna. Con cariño para mi amiga La Vaquita.
Ah otra cosa más, creo que ella nunca supo que le decíamos así, o sí. Eso ahora ya no importa.




 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario