viernes, 15 de junio de 2018

TANGO 6


Hoy recuerdo que fuiste buena conmigo, cuando fui un pobretón, 
me compartías un mate que me calentaba el gaznate, 
yo te lo agradecía y vos me sonreías, creo que estabas enamorada, 
estabas ilusionada conmigo. 

Ahora sé que coqueteabas para encontrarte con mi amor, 
pero para mí solo eras una buena vecina, 
que me ayudaba en la pobreza que me abrazaba, 
mientras tú deseabas abrazarme y llevarme hasta tu habitación 
para calentar esas frías noches llenas de estrellas y nubes gélidas.

Eras una buena mujer, hoy lo debo reconocer, 
pero para ahora ya solo eso eres, un lindo recuerdo que sin condición 
ayudó a ese pobretón.

Hoy te evoco y reconozco que eras una buena mujer, 
que eras una bella trigueña, pero para mí aquello era solo un juego, 
una vecina que al igual que yo
deseábamos salir de ese hueco de ratón, 
ambos deseábamos, o al menos yo, quería ser el gato 
y no más ese pobre ratón remendado 
al que todos le pisoteaban su cola.

Mira como el tiempo ha pasado 
y de aquella ratonera que llamábamos vecindario, 
y eso sigue siendo para los que ahí viven una pálida vida, 
una en blanco y negro y sin sonido. 

Hoy que tengo la nevera llena de comida y bebida 
tengo la vida vacía como esos días que fui un pobretón, 
hoy extraño tu sonrisa, tu coquetería 
y ese mate que me calentaba el gaznate, 
deliciosa bebida que la prolongábamos 
hasta que nos oscurecía el cielo.

Las estrellas que tiritaban por las gélidas nubarrones, 
tu invitándome a tu habitación y yo sin entender 
por pensar dejar de ser aquel ratón, 
hoy te pienso y recuerdo tu color trigueño; que mujer, 
sé también que tanto me has querido, 
pero yo no comprendí tu juego,
que era un juego de amor.

Hoy, que los dos hemos salido del hoyo 
que un día fue nuestro pobre hogar, 
somos dos ricachones, tú vives bien, te lo mereces, 
por fin encontraste quien desde que te vio 
deseo compartir tu amor. 

Por mi parte, sigo siendo aquel mismo ratón 
pero que ahora no tiene un solo remiendo en su vestimenta,
solo joyas que brillan al igual que las estrellas en las noches de mate, 
en mi mano una copa de vino y en los cristales 
aparece tu rostro sonriente, ofreciéndome un mate y una habitación.

Los favores que de ti he recibido con amor te los debí haber pagado, 
pero para mí solo importaba salir de esa vieja pensión, 
ser lo que ahora soy, millonario en papel, plástico y metal, 
pero esto no me hace feliz, era más feliz bebiendo aquel mate 
sentados sobre muebles viejos recogidos por la calle,
observando nuestro cielo, escuchando tu sonrisa 
que hoy para mí sería una linda canción, 
por más que coloco sobre la tornamesa un acetato 
nada me hace olvidar esa melodiosa y honesta sonrisa 
que me entregabas con amor.

Un día me decidí salir a buscarte, 
para compartir contigo mis riquezas y mi amor, 
pero cual fue mi sorpresa al encontrar aquella buena mujer, 
quien ahora tiene más de lo que yo he logrado conseguir, 
además me llevas la delantera en las cosas del amor, 
te veo sonreír a otro, te he escuchado y mi corazón 
se hinchó con la ilusión de poder encontrar 
lo que de pobretón perdí. 

Pero solo me di cuenta que sigo siendo el misero ratón, 
aunque llevas cabellera rubia se te nota el trigueño de la piel, 
esa temperatura que un día tuve a mi lado, 
ahora le pertenece a otro, cómo desearía 
regresar en el tiempo y encontrarme cada noche esperándome 
con el mate y esa manera tan particular de verme llegar 
con la sonrisa a flor de piel, para observar nuestro estrellado cielo 
que era nuestra única diversión. 

También aquella invitación a tu habitación 
que jamás comprendí y tú pensaste que siempre te rechacé,
pero en mi mente solo deseaba salir de aquel agujero 
y dejar de ser un pobretón.

Hoy tenes todo lo que yo en ese memento desee 
y tú solo deseabas tenerme a tu lado, 
pero yo tonto no lo entendí y por eso te perdí.

Me conformo con verte desde lejos, 
sin saberlo me he comprado una casa a tu lado 
y sigo siendo tu vecino en este vecindario; 
y tú ya ni me reconoces, pues supongo que en tu mente 
y pensamientos sigues viendo aquel triste pobretón, 
aquel ratón a quien amaste con todo el corazón.

Nada te hará imaginar que a través de estos cristales 
día a día te observo y te veo sonreír, 
y aunque no te puedo oír lo imagino, 
lo recuerdo, pues jamás lo podré olvidar, 
que tentación me da ahora el escucharte decir 
sin hablar lo de invitarme a tu habitación.

Hoy solo me queda imaginarlo, 
pensar y sentir el calor que tu piel trigueña me pudo dar, 
un placer que mi dinero no podrá jamás comprar en otra mujer.

Y cuando pase el tiempo y este nos atropelle, 
seguiré esperando que quien te tiene 
se le acabe el tiempo para por casualidad encontrarme contigo, 
presentarme y asombrado decir, 
no puede ser, eres tú, me recuerdas, soy yo, aquel pobretón, 
tu vecino en aquella vieja pensión, cuando soñábamos 
ser gatos y ya no más un ratón.
Pero la salud del que te tiene es tan buena, 
creo que también me ganará esta batalla.

Nada debo agradecer a la vida 
pues con perderte me quedo debiendo 
aunque dejé de ser aquel pobretón, 
daría todo lo ganado por ser aquel mueble viejo 
en el corredor de la vieja pensión. 

Lugar donde nos encontrábamos sin tener una ocasión 
solo saborear el mate y observar las estrellas, 
sin saber que en tu mente me amabas cada noche, 
que siempre me has querido como no quisiste a nadie, 
podre de este ricachón que nunca supo 
que fue un millonario a tu lado siendo un misero pobretón. 


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