miércoles, 6 de mayo de 2015

Amor Eterno


Ayer me encontraba escribiendo una carta, era un simple papel, el mismo de cada año, al fondo un CD sonando. Recordando y deseando, que aun aquí estuvieras, pero eso no era posible, ya habrán pasado nueve años desde que de mi te separaron. Pues, si por ti fuera no te habrías ido y yo, no te habría dejado ir.
Como cada año en éstos días, era una costumbre ya; escribir esa carta, entregarla con un ramo de flores rojas, sus preferidas; aquellas, que colocabas en jarrón y presumías a tus amigas. Por fin la terminé y como siempre al pie firme: Tú Hijo. 
Salí y al cementerio me dirigí, cuando llegué, antes de entrar bajé y a la misma vendedora compré tus rosas rojas, estaban más caras pero no importó, te mereces eso y mucho más. Regresé al carro y entré al lugar en donde estarán; los brazos que una vez me arrullaron, en donde estarán las canas que una vez besé, al menos eso espero. 
Baje de mi auto y caminé, como siempre ahí, la misma persona de todos los años, haciendo lo mismo que yo, solo que ella enfloraba a un hijo y yo a una madre, me acerqué y la saludé. _ ¡Señora! Ella con dificultad volteó y dijo _ ¡Hola m´ijo! 
Coloqué mis flores, las rosas rojas y mi papel, el mismo de cada año. Ella, de reojo me vió y sonrió al darse cuenta que una lagrima me traicionó, una que con disimulo la eliminé. _ ¡No te avergüences por demostrarle amor a tu ser querido! Me dijo. 
Yo me incomodé pues, me había cachado en la llorada.   _  ¿Las mismas bellas rosas rojas y el papel de cada año? Dijo muy complacida.    _ ¡Si señora!
Por un momento ambos nos callamos y aproveché para realizar mi oración; mientras oraba, en mi mente desfilaban imágenes que nunca jamás podré olvidar: besos, consejos, desvelos, regaños, enfermedades, juegos, paciencia. etc. esas eran las imágenes que en mi mente pasaban, como si se tratara de una película, con ella, mi madre y yo, de protagonistas.
- ¿Sabes hijo? dijo la anciana y yo que no podía hablar, con una mueca le dije 
- ¿Qué? Ella entonces me dijo:
- El amor entre un hijo y su madre es un amor diferente al de una mujer, ellas se olvidan de ti, al encontrar a otro. Pero una madre, ¡nunca encontrará a un hijo que te sustituya! ¿Entiendes?
Yo le dije sí, moviendo mi cabeza pues, aún no podía emitir sonido sin poder evitar ser sorprendido con un nudo en mi garganta. Ella continúo..
- El amor de una madre para su hijo, es un amor eterno, no dudes que aunque no esté, ella te sigue amando, es un amor tan grande que ha superado a la misma muerte, y sin que lo sepas, ella estará ahí. Sufriendo cuando sufres, feliz cuando triunfes. ¡Amor eterno, uno que no se olvida! 
Luego de una pausa pues, ella se quebró al igual que yo. Continúo.  _ Un amor inolvidable para toda la eternidad, aunque tú ya no estés en este mundo, seguirá amándote por toda la eternidad, y algo increíble; Dios que conoce de éste sentimiento, permitió que estén juntos, para seguir ¡amándose por toda la eternidad!
No pude más y rompí a llorar, caí de rodillas sobre la tumba de mi madre y sobre ella un niño volví a ser y como tal lloré. 
La viejita, se acercó a mi y colocando su vieja y rustica mano sobre mi cabeza la acarició y me consoló; diciendo:
_ ¡Hijo, he leído cada palabra en tus cartas y he disfrutado de tus rosas, las más bellas que jamás me hayas regalado; no sufras pues, mi amor para ti es eterno y no ha muerto, sigo ahí junto a ti, al lado tuyo, entregándote todo mi amor! _ ¡Dios es amor y nos permite a todas las madres no separarnos jamás de ustedes, nuestros hijos, pues, como Él dijo: El amor de una madre, es un amor eterno, sin tiempo ni espacio, algo que nadie puede comprender, es un amor comparado únicamente con el mismo amor que Yo les tengo! ¡Eso dijo Dios!
Yo sentí un alivio en mi corazón al escuchar esas palabras, palabras de alguien que no conozco y que nos une el mismo dolor, el mio: El de mi madre muerta y el de ella: El de su hijo muerto. 
Cuando la tormenta que me azotó pasó y la paz regresó, limpié mi cara y me puse de pie; para agradecer a la viejita con la que me encontraba cada año. Pero, ella ya no estaba, mire por todos lados y el cementerio, vacío. Me dije: _ ¡No puede ser, una anciana no podría caminar con tanta velocidad, como para que desapareciera y no pueda verla! Mi cuerpo se erizó y entonces volteé a la tumba de mi madre y me santigüe, al hacerlo pude ver que las rosas rojas y mi papel que le escribía cada año tambien habían desaparecido junto con la viejita que hace un rato me consoló. _¡Qué raro! me dije y pensé. _ ¿Seguramente la viejita se las llevó y no la ví, pues me habré tardado más de lo que sentí? 
Regresé a mi carro, no sin antes decirle a mi madre muerta: _ ¡Hasta el otro 10 de mayo madrecita, no sabes cuanto te extraño! Un viento me envolvió y creí escuchar. 
- ¡Yo tambien hijo amado!
Me sentí incomodo y me apresuré, monte a mi auto, lo arranqué y cuando ví hacia donde quedó el cuerpo de mi madre, vi algo que no comprendí: Entre una especie de nube, como esa que sale del pavimento cuando el sol esta inclemente, vi a la viejita acomodando unas flores sobre la misma tumba de mi madre y ella se santiguaba como despidiéndose de su hijo y lo más raro fué, cuando se levantó pues, ella estaba hincada santiguándose; me vió y me dijo con su mano adiós, dio la vuelta y caminó al lado contrario de donde yo estaba y en su espalda sus manos, en una, las rosas rojas que yo le lleve a mi madre y en la otra, el papel que había escrito y conforme avanzaba se desvaneció y esa especie de bruma con ella.
Pensé: _ ¿Estaré volviéndome loco? pero una voz en mi mis sentidos me dijo: Ella vive en otro nivel y ahí, el que esta muerto soy yo y convergemos cada año; yo a enflorar a mi madre muerta y ella a enflorar a su  hijo muerto en ese mundo.  Me dije.
- ¡¡Esa viejita que me consuela cada año, es mi madre!!
- ¡¡Qué locura!! dije; arranque y me fuí, pero mientras manejaba con rumbo hacia mi casa en mi mente resonaban las palabras: _ "¡El amor de una madre, es un amor eterno, al que Dios, por ser igual al que Él nos tiene, les permite a las madres cosas maravillosas como éstas! 
- ¡Tarde o temprano estaremos amándonos mamá! Dije en voz alta y me perdí entre la enorme avenida.



Tema tomado de la canción: "Amor Eterno" de J. Gabriel

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