lunes, 31 de octubre de 2016

La Casa grande: Mi madre y la Ranita Millonaria


La madre de Lalito entró en la casa con su rostro pálido, al entrar se sentó sin emitir una sola palabra, el padre de Lalito, quien leí el periódico, lo dejó abierto sobre la sillón y dijo.

__ Lalito ve por un vaso con agua para tú madre.

Lalito corrió por el vaso con agua, mientras el padre de Lalito, le preguntaba con la cara de angustia a su esposa que la tenía así, que dijera algo.

__ ¿Qué te pasa mi amor, qué te sucede? ¡Di algo por favor!
__ ¡La rana! ¡Encontré a la condenada rana!
__ ¿De qué rana me hablas? ¿Acaso hay alguna en la pila?
__ ¡No! ¡esta rana!, ¡mírala!

Se trataba de una estampilla que venía en uno de los detergentes, el cual tenía a todas las amas de casa comprando como locas y desesperadas dicho detergente, esperando conseguir a la bendita rana. Mi madre tenía su cartón llenó, solo le faltaba la mencionada rana, con ella se hacía poseedora de de un premio millonario.
Por meses esperando a la ranita y por fin, la suerte le llegó, la rana le había llegado en el último detergente que recien compraba.

__ Aquí esta el vaso con agua mami, ¿ya te sientes mejor?
__ Si mi amor, ¡estoy feliz!

Algo que Lalito no comprendió, ¿cómo era posible estar feliz, si casi se desmaya?

__ Qué bien.

Dijo mi padre, mientras caminaba al sofá en busca de su periódico, pero mientras caminaba, mi padre hizo la pregunta del millón.

__ ¿Sabes qué saldrás en la prensa, en la tele, la radio? ¡serás famosa! 

La madre de Lalito volvió a palidecer, pues ella no estaba dispuesta a prestarse para ser parte de una publicidad, la cual podría atraer a los amigos de lo ajeno. ¿Qué haría para reclamar su premio millonario? Despues de unos minutos pálida y bebiendo agua con desesperación, dijo exaltada.

__ ¡Ya sé!

Mi padre ni se inmutó, él seguía con su lectura. Mi madre salió a toda prisa de la casa con rumbo hacia la casa de la vecina, la que vivía atrás de nuestra Casa Grande. Lalito no estaba dispuesto a dejarla sola en este estado de angustia; así que salió con ella. Llegaron a la casa de doña Masha, quien al salir y abrir la puerta, sorprendida, preguntó.

__ ¡Doña Blanquita! ¿qué le pasa?, está como papel, entre. ¡Chico! trae un vaso con agua para doña Blanquita. Siéntese por favor. Y dígame, ¿qué la tiene así?

La madre de Lalito le mostró la estampilla con la deseada rana. A doña Macha tambien le faltaba esa ranita para completar su cartón. 
Se trataba de un cartón, el cual la empresa dueña del detergente del concurso repartió en toda el país por medio de los periódicos y creo, sin temor a equivocarme, que todas las amas de casa tendrían el cartón lleno, esperando a la ranita millonaria. Este, era parecido al de una lotería, entre todas las figuras, estaba la ranita, la cual aparecía como caricatura sonriendo, como indicando: Eres la feliz ganadora de una suma millonaria.
Doña Macha cayó al lado de la madre de Lalito con el rostro pálido, Chico y Lalito corrieron a la pila por otro vaso con agua para doña Macha.

__ Doña Blanquita, ¡es usted muy rica!, qué bendición y qué envidia. Yo tenía mis esperanzas puestas en esa ranita, para salir de mis compromisos económicos, de mis deudas y poder llevar una vida mejor que la que ahora llevo.

Doña macha, era una marchante en el mercado del Guarda y con lo que ahí vendía mantenía a una buena cantidad de hijos y nietos, pues su esposo, era alcohólico y junto a sus hijos mayores pintaba cuadros, unos muy hermosos, para venderlos en el mismo mercado o bajo pedido, pero cuando recibía el dinero, se iba a celebrar y en la cantina terminaba con todo el dinero y hasta se endeudaba, por tanto, no era quien colaborara en el hogar. 
La madre de Lalito le dijo hizo a doña Macha una oferta que no podría rechazar.

__ Doña Macha, le traigo un ofrecimiento para ayudarla en su precaria situación.

Dijo una audaz y manipuladora madre de Lalito.

__ ¿De qué se trata doña Blanquita?

Dijo la ingenua de doña Macha.

__ Pues, yo no tengo el tiempo para ir a reclamar el premio, así que pensé que usted podría ir por mí, claro, que no lo hará en vano, pues le ofrezco la mitad del premio por su ayuda.

Doña macha casi se cae de la silla de palo blanco y de una bebió por completo el agua.

__ No bromee con eso doña Blanquita, mire que casi me da un infarto.
__ No estoy bromeando doña Macha, ¿lo hará?
__ ¡Pues claro que lo haré!, mañana mismo iré a reclamar nuestro premio.

Dijo doña Macha con una emoción que no le cabía en el pecho, Chico y yo nos emocionamos al escuchar que nuestras madres serían ricas, imaginábamos todo lo que nos comprarían. ¡Qué emoción!

A la mañana siguiente, doña Macha salió con rumbo a la empresa que le tendría que dar el ansiado premio. 
Al llegar, la pasaron pasar amablemente a una oficina, en donde la tuvieron como dos horas esperando mientras verificaban si no era una estampilla falsa. 
Luego de ese tiempo deliberando, salieron los señores con traje formal y un fotógrafo, detrás de ellos, una señorita muy emperifollada con un enorme cheque.

__ Doña macha, felicitaciones, la estampilla esta correcta. Ahora le entregaremos un cheque simbólico y le tomaremos una fotografía para la prensa. Luego, en los día subsiguientes tendrá que acompañarnos a la radio y a la televisión, pues son reglas necesarias por cumplir para poder entregarle su cheque, el cual lo podrá hacer efectivo una vez cumpla con todos los requisitos, ¿nos comprende? ¿Esta de acuerdo? Pues de no ser así, usted perdería el premio que tanto le a costado ganar.

__ Estoy de acuerdo.

Dijo doña Macha muy emocionada y luego recibió en sus ojos el flash de la fotografía, la cual mi padre vio al día siguiente en el periódico.

__ También doña Macha, necesitamos nos firme estos documentos, ya sabe, solo son requisitos.
__ Pero yo no sé leer ni escribir.
__ Ese no es problema, entonces le tomaremos su huella y eso será suficiente.

Las semanas siguientes a esa mañana, a doña Macha la tenían de un lado para otro, salió en la televisión mostrando el enorme cheque, fue entrevistada por varias emisoras de la radio nacional, hasta la carrocearon sobre un camión, exhibiendo el ansiado cheque que todas las señoras del país deseaban y a la vez envidiaban a doña Macha. En el mercado, donde ella tenía su puesto, ya era famosa y las envidias no se hicieron esperar, pronto llegaron, pues imaginaron que doña Macha ya no volvería al mercado del Guarda. Así qué, las vecinas se apoderaron de su puesto.

Despues de tanta burocracia, doña Macha empezaba a enfadarse y además, ya no tenía dinero para su transporte y en su casa, la comida escaseaba. 
Despues de varias semanas, doña Macha y mi madre comprendieron que habían sido estafadas, pues la huella de doña Macha y el ser analfabeta les había arruinado la oportunidad de ser millonarias, pues, para la empresa y todas las señoras del país, doña Macha ya había recibido su cheque millonario, pero este jamás les fue entregado. 
Cuando mi madre acompañó a doña Macha para reclamar su premio, el policía de la garita no les permitió ingresar a la empresa. 

El sueño de ser millonarias se había terminado. Doña Macha sufrió mucho para que le devolvieran su puesto en el mercado y mi madre se daba de golpes en la cabeza, pues si ella hubiera reclamado su premio no la habrían podido estafar.

Como al mes de aquella mala experiencia, mi padre llamó a mi madre, ella llegó hasta el sillón de mi padre, quien con tono de burla le dijo.

__ Mira mi amor, tienes de nuevo la oportunidad de hacerte millonaria.
__ ¿Por qué me dices eso?

Dijo mi madre muy molesta. Mi padre le mostró el anuncio de una pagina completa en el periódico; en el cual aparecía doña Macha con el enorme cheque y el anuncio decía:

"Sea usted la próxima millonaria cómo lo es ahora doña Macha. Ya llegó la Ranita millonaria 2".

Mi madre, creo le sacó la madre, espero que a los del concurso y se retiró a la tienda de la esquina a comprar un detergente, pero de la competencia. Mi padre, solamente sonrió, como diciendo.

__ Ojala hallas aprendido la lección.

Yo, salí al jardín de la casa grande a jugar con mis pocos y contados juguetes y con la desilusión de no tener todo lo que Chico y yo habíamos planeado. La desilusión le duro poco a Lalito, un par de segundos, pues al cabo de ellos, se encontraba sumergido en una de tantas aventuras en el enorme jardín de su madre.



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