viernes, 16 de diciembre de 2016

La noche de navidad


No existe otro momento del año que no te sientas más noble y lleno de amor, para compartir.       El mundo es tan distinto.

No hay otras melodías más que las tradicionales cada año, las que al escuchar te hacen viajar en el tiempo. 

Mis recuerdos me llevan en ese viaje al seno de mi hogar, lugar en donde con amor crecí, rodeado de mis padres y hermanos también.

Hoy veo a mis hijos y sus caritas de ilusión, parados frente a una vitrina, la misma que un día tuve yo y que más tarde en mis sueños me encontré jugando ahí.

Ahora me encuentro esperando ese día, esa noche que estaremos todos reunidos escuchando esas viejas canciones, soportando la insistencia de los niños preguntando: ¿Qué hora es?, ¿Cuánto falta para la media noche? Y ansiosos y disgustados regresando a sus juegos a la larga espera.

Contigo viajo en la distancia, a mi memoria llegas, cuando esa noche te conocí, al verte me ilusioné, creo que me enamoré, no dejé un solo momento de ver tu linda cara, tus ojos que me daban muestra de lo que había en tu noble alma y esa sonrisa, tímida y coqueta a la vez, cada que nuestras miradas se encontraban, para mí eras esa bella melodía, la que deseaba escuchar pero si era junto a ti, bailarla solo contigo, juntitos nuestros cuerpos, apretaditos, escuchar latir a nuestros corazones, con la ilusión de que mi regalo de esa noche buena fueran tus sensuales y angelicales labios. 

Cómo ahora te veo en esta larga y enorme mesa, tú en un extremo yo en el otro, amándonos solo con nuestra miradas, rodeados de lo que nos dejó esa noche, esa bella navidad, nuestros mejores regalos, los que ya han crecido y que sus risas sustituyeron a nuestra hermosa melodía.

Deseo esta noche, cuando den las doce, mi regalo sea el mismo de aquella noche buena, doce campanadas, doce segundos que nuestros labios se unieron y sin palabras se hablaron, se dijeron, te amo. 

Con ese inolvidable beso; después salimos juntos al jardín a ver el cielo iluminarse con miles de estrellas, las naturales y las artificiales, yo me sentí que regresaba a mi hogar y que era recibido como el hijo que lejos de su hogar por un largo tiempo estuvo, pero esta vez, al cielo, su hogar regresaba y llegaba acompañado de otro ángel, el más bello que no encontré en el cielo, pues lo hallé en la tierra una noche buena, una noche de navidad.

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