lunes, 19 de octubre de 2015

Adolfo


Adolfo era un niño muy amado y consentido por sus padres, ellos, dos señores de posición económica muy buena, miembros de las mejores familias Europeas y con miles de compromisos; para poder cumplirlos, ellos contrataron a una pareja de esposos jóvenes sin hijos, extranjeros, los cuales velaban y cuidaban del pequeño Adolfo mientras sus padres se retiraban por largos periodos de tiempo a atender sus compromisos.

El tiempo transcurrió y para un adolescente Adolfo, la culpa de la separación por largos trechos de sus padres lo hicieron creer que había sido a consecuencia de sus padres sustitutos, esos extranjeros, a quienes les tomó un rencor que no podía controlar; el odio fue mayor cuando sus padres fueron muriendo y entonces, eso fue la gota que derramó todo su odio por algo que solo existía en su trastornada mente; Adolfo pensó: _ ¡Malditos extranjeros! ¡los odio, los odio, por haber matado a mis amados padres! Adolfo asesinó a la pareja de esposos que dieron parte de su vida y amor al joven Adolfo, pues como ellos nunca pudieron tener hijos, Adolfo era su hijo amado; pero eso no le importó al joven huérfano que decidió terminar con la vida de los que según él, le robaron a sus padres biológicos. Éste al ver lo que hizo, no se asustó simplemente lo disfrutó, y al ver a los cadáveres tirados, una en la cocina y el otro en jardín, los cogió y los llevó hasta el pozo ciego de aguas negras y ahí los depositó, primero cayó sobre la mierda y las otras porquerías la joven madre sustituta, después cayó sobre su amada esposa el padre sustituto. 
Adolfo quedó solo en la enorme casa pensando que haría ahora con su vida.

La primera guerra mundial dió inició y en Alemania necesitaban soldados para su ejercito y entonces Adolfo tomó su decisión; y cogió sus cosas y se marchó para la Alemania en guerra, se enlistó en el ejercito, quienes de inmediato lo enviaron a las trincheras, lugar en donde se llevaba la más sangrienta de las batallas, el joven Adolfo se sentía como pez en agua, el joven Adolfo con el uniforme militar alemán era el encargado de moverse entre las trincheras llevando información secreta entre comandantes, él llevaba consigo las técnicas o estrategias de guerra que los comandantes harían para ganar la batalla contra los ingleses y los aliados.

_ ¡Adolfo, lleve éste documento al general Gunderich de la trinchera sur, es urgente
_ ¡De inmediato mi general! y salió Adolfo corriendo de la tienda de campaña y centro de mandos del campo de batalla, Adolfo quien conocía perfectamente los laberintos que formaban las fosas de las trincheras alemanas, corría a cumplir la orden para el general, una estrategia tan buena que seguro con ella, al llevarla a cabo a cabalidad los alemanes tomarían el lugar de los ingleses y sus aliados y con ello tendrían casi ganada la primera guerra mundial.
Mientras Adolfo corría con las órdenes, en una de tantas vueltas escuchando las ráfagas de las metrallas y cañones, mientras por los cielos un avión B2 lanzaba una bomba, la cual cayó justo adelante de Adolfo; muchos murieron con aquella bomba que dió en el blanco, pero la artillería antiaérea le dió al B2 y éste se retiró echando humo negro en uno de sus motores. Cuando sobrevivientes volvían en si, algunos soldados lamentaron la muerte del soldado Adolfo, pero la guerra continuaba. Nadie sabía que mientras la bomba llegó a su blanco, Adolfo había sido absorbido por la tierra, pues en la trinchera había un agujero no tan grande pero como Adolfo era de estatura baja y de complexión delgada no tuvo problemas en caer y precipitarse en aquel agujero. Adolfo descendía en las entrañas de la tierra, él caía y caía, tal cual la historia de; "Alicia en el país de las maravillas"

La guerra finalizó y los alemanes fueron derrotados por ingleses y aliados, la guerra terminó y Alemania quedó en ruinas, completamente destrozada, los alemanes se hicieron a la tarea de reconstruir su patria, muchos militares se sentían humillados por la deshonrosa perdida de la guerra y de lo que la victoria representaba para Alemania.

_ ¡Maldición si ese B2 no hubiera aparecido y Adolfo hubiera entregado la orden ahora estaríamos celebrando la victoria! Se recriminaba un militar, el mismo general que le dió aquella orden a Adolfo antes de ser tragado por la tierra.
_ ¡Pobre de Adolfo, no se encontró restos de él, era un excelente soldado! Dijo el otro militar, el que debía recibir la orden que Adolfo llevaba justo cuando el bombazo.

Pasó el tiempo y un día, de las raíces de un enorme árbol maltrecho debido a la reciente guerra cuando Alemania se reponía de sus heridas y la primera guerra solo era un mal recuerdo, de ahí salía un Adolfo, ya no el joven inquieto, sino un Adolfo mayor, cuando él logró salir por aquel agujero, se tapó los ojos, pues la brillantes le hicieron que su vista se lastimara pues él salia de un lugar muy oscuro, su uniforme ya no le quedaba porque ahora era un hombre tal.

_ ¿Qué pasa aquí? ¿Y, los soldados; las trincheras; los tanques? Adolfo se encontraba confuso, quizás porque para él el tiempo no había pasado igual en las entrañas de la tierra o el lugar en donde estuvo, y ya habían transcurrido algunos años de aquella horrible guerra y la paz inundaba los campos de Alemania. Adolfo caminó por horas un camino y por fin llegó a una pequeña granja que quedaba camino a Berlín.

_ ¡Buen día señor! le dijo el campesino a Adolfo.
_ ¿Sabe para dónde se dirigieron los soldados del regimiento 66? El campesino pensó.
_ ¡Otro loquito producto de la vergonzosa guerra! El campesino simplemente lo vio con compasión y siguió con sus labores del campo.
- ¡Ah campesino ignorante y además, extranjero! ¡Los odio! ¡Si tuviera mi arma lo asesinaría! Pensó el pequeño Adolfo y siguió su camino.
Cuando logró llegar a Berlín, consiguió ropa y se vistió, él no comprendía que había sucedido y su búsqueda por los generales con quienes tuvo relación en el campo de batalla empezó, pero de ellos solo quedaba uno y éste era otro que debido a la pena y vergüenza estaba retirado en una de sus fincas.

_ ¡Mi general! se cuadró el pequeño Adolfo ante su superior.
_ ¿Adolfo? preguntó un asombrado militar _ ¿Pero, como es posible? ¿No estabas muerto?
_ ¡No mi general! ¿Pero qué sucedió con la guerra? Preguntó Adolfo con mucha ansiedad _ ¿La ganamos?
_ ¡No mi gran soldado! _ ¡La perdimos! _¡Somos la vergüenza ante el mundo!
_ ¿Pero, mi general? ¿Qué pasó? ¡cuénteme por favor!

El general le contó todo a Adolfo y éste lloró junto al general, Adolfo se quedó ahí con su amado general quien estaba muy enfermo. 
Se reunían con otros militares, los cuales no aceptaban la derrota y al escuchar al elocuente e inteligente Adolfo, hablar de inteligencia militar se emocionaban y vieron en él a un líder genuino con quien podrían convencer al resto de militares y al mismo pueblo para retomar lo perdido y encontrar la victoria. El general amigo y maestro de Adolfo por fin murió y Adolfo sobre su cuerpo aún caliente juró que Alemania dominaría el mundo y que vengaría lo que le hicieron a su amado líder; luego se retiró a una habitación en donde una mañana con el dolor aun en su pecho, doble dolor ahora, uno por la perdida de la primera guerra mundial y el segundo, por la muerte de su mentor; se detuvo frente a un espejo y ahí estuvo por horas, frente a él, mientras veía el espejo de sus ojos caían lagrimas y entre su rostro reflejado se reflejaba el rostro de su mentor ahora muerto y al ver lo que se reflejaba Adolfo tomo una navaja empleada para rasurarse y le dió una nueva imagen a su rostro, recortó su cabellera y su barba la erradicó, dejándose únicamente un bigote, pero de un corte muy peculiar, después de ello entró en el cuarto del difunto general, sacó un uniforme, lo adaptó a su corta estatura y se lo colocó, cambió las insignias por otras que llegaron a su mente mientras caía por aquel imparable agujero y colocó dos eses, una encima de la otra y las cosió en sus mangas, regresó frente al espejo y se paro ahí, observando su nueva apariencia, mientras ésto sucedía habían transcurrido por lo menos una hora y entonces en el espejo sobre su imagen apareció el rostro de su mentor confundiéndose con el suyo, Adolfo levantó su brazo derecho hacia el cielo y gritó:  _¡Heil mein Führer! en honor a su general muerto, mentor y padre adoptivo; luego somató sus botas, emitiendo un sonido temible junto al grito que le presidió. Mientras eso, en la puerta militares y políticos veían a su futuro líder y presidente de la Alemania a la que llamaron: Alemania Nazi.

... Y dió inicio una Alemania sangrienta, algo que daría inició a la segunda guerra mundial, pero esta vez, no habría revés, la Alemania nazi sería la victoriosa y propietaria de toda Europa y con ese poder, él, el exterminio de los extranjeros a los que Adolfo odiaba tanto... El resto es historia...
¿Cómo fue?, quien realmente podría explicarlo, pero para mi así fue, ésta es mi humilde versión. ¿Quién sabe y así fue?...
Y tú, ¿qué opinas?









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