martes, 6 de octubre de 2015

La borrachera


- ¿Qué sucede comadre? Entró en la casa de su amigo Pancho su inseparable amigo y compadre Juancho.
- ¡Compadre que bueno que vino, lo que pasa es que ya son dos días que no le veo la cara a Pancho y estoy muy preocupada!
- ¡Carajo comadre es mucho tiempo! dijo Juancho muy preocupado. _ ¿Ya dió aviso a la policía comadre?
- ¡No compadre, esperándolo a usté para ver que me aconseja y si me ayuda con las vueltas por favor! Le suplicó la comadre a su compadre. Entonces, ambos salieron de la casa y se dirigieron a hospitales, a la morgue y cuando se dirigían para la estación de policía, pues, no lo habían encontrado en ninguna de las instituciones anteriores.
- ¡Sabe que comadre, antes de poner en movimiento a los policías, deje que yo haga mis investigaciones, pues, no sería bueno alarmar a la justicia, si tienen tanto que hacer protegiendo a la población!
- ¿Y qué es lo que piensa hacer compadre?
- ¡No se preocupe comadre, que yo me se mis mañas, confíe en mi! ¿si?
- ¡Esta bien compadre, yo mientras me voy para la casa, de pronto y mi Pancho ya volvió!
- ¡Si lo encuentra en la casa me avisa de inmediato comadre! ¿sí?
Y eso acordaron, y cada quien tomo el camino a donde podría encontrarse el tal Pancho, la mujer del desaparecido, iba por las calles mirando para todos lados y preguntando a quien se encontraba que conociera a su marido. 
Mientras que el Juancho, se dirigió con paso seguro hacia la cantina de doña Chona, lugar en donde daban unas riquísimas boquitas y tanto a Pancho como a Juancho les gustaba mucho ir ahí, por lo mismo, de las delicias de doña Chona.
- ¡Buenas tardes doña Chonita!, ¿cómo le va?
- ¡Bien Juancho, que bueno que vino, así me saca de aquí al borracho de su amigo Pancho!
- ¿Cómo, Pancho está aquí? 
- ¡Si lleva dos días aquí sampado, chupando y artándose el desgraciado y no hay manera de que lo saque de aquí, lo pior es que ya me debe mucho y el colmo, como usted sabe lo que se harta el desgraciado ya me vacío la cocina y mis clientes, están protestando por lo chiquito de las porciones de mis ricas boquitas!
- ¿Y dónde está ese sinvergüenza doña Chonita? Pregunto el Juancho ya más tranquilo.
- ¡Ahí en el privado, el que usan ustedes!
- ¡Gracias doña Chonita, con su permiso!
Se dirigió el Juancho a donde encontró a Pancho, cantando una canción de esas de borrachos.
- ¡Vos Pancho, por fin te encuentro! ¿qué putas amigo? ¡tu mujer está muy preocupada por vos, vámonos! 
- ¡Mi huevo compadre, primero nos tomamos un traguito! ¿te parece?
- ¡Pero solo uno vos, porque la comadre está muy preocupada por vos!
- ¡Que le haga huevos, vieja cabrona! ¡salud mi hermano! 
- ¡Salud vos Pancho!
Y les dieron las diez, y las once, y las doce... Juancho ya un poco socado, se recordó a lo que llegó.
- ¡Vos hijo de puta, tu mujer nos va a mal matar vámonos de aquí!
- ¡Babosadas amigo, echémonos la del estribo! 
- ¡Babosadas, se me van a la mierda par de borrachos! Dijo doña Chonita, con escoba en mano.
- ¡¡Dios mio!! Gritó Pancho. 
- ¡¿Quéeee?! Gritaron doña Chonita y Juancho. Pancho respondió con la cara pálida; que seguro sintió que se desmayaba.
- ¡Una bruja dispuesta a volar y seguro me llevará con ella! 
- ¡Su madre borracho desgraciado ! Y, a escobasos los echó de ahí doña Chonita, como la gran puta.
- ¡Corre por tu vida Juancho o esta bruja desgraciada nos lleva con ella y luego nos harta!
Según ellos corrían a una gran velocidad, pero la realidad era que Pancho estaba en el suelo recibiendo la penquiada que le daba una muy enojada de doña Chonita, mientras que el Juancho, lo arrastraba por el sucio suelo, lleno de colillas de cigarros, escupitajos, gargajos verde musgo, restos de cervezas y quien  sabe que más porquerías. 
Cuando estuvieron por fin en la calle, Pancho se agarraba del palo del alumbrado eléctrico, mientras su amigo lo jalaba pidiéndole que caminara, para llevarlo a su casa. Por fin, el borracho de Pancho se soltó del palo y empezó a caminar, dando tumbos, mientras caminaban por la calle fría y oscura, Pancho vomitó y el vomito le cayó en los zapatos a su amigo Juancho.
- ¡Ah desgraciado, me vomitaste los zapatos! 
- ¡Deja ver! ¡ah! Dijo Pancho y agregó.
- ¡Enchiladas de la caseta de la vieja Chana!
- ¡Camina desgraciado, ya me las pagaras! Y siguieron caminando, mientras lo hacían el Pancho balbuceaba puras babosadas, lo que le provocó otra vomitada, ésta vez el vomito le cayó en la enorme panza de él mismo.
- ¡Jajaja! ¡frijóles de la Panchita, deliciosos frijolitos colorados con chicharrones Juancho! ¿quieres?
- ¡Tu madre hijueputa, camina que todavía nos falta mucho por llegar a tu casa!
- ¡A mi casa! ¿estas loco? Y se atrancó como burro con mecate y quien lo movía de donde se parqueó.
A Juancho le dieron ganas de mear y se separó a un paraje con vegetación y se tardó mucho sacando de su cuerpo las chelas que se había tomado; mientras el Pancho vomitó de nuevo, está vez le salió con fuerza y el vomito cayó un poco adelante de él, éste como pudo se inclinó controlando el balance agarrado de un cercado de alambre de púas en el camino y dijo.
- ¡Ah! ¡vos Juancho! ¿adivina qué es? El otro lo ignoró, pues seguía orinando.
- ¡Son las deliciosas tiras de pancita de doña Lotía, que viejita para cocinar tan rico! ¡vos Juancho aun ahí en el suelo se ven tan deliciosas, que hasta dan ganas de comérselas!
Juancho quien ya había regresado, lo agarró y de nuevo siguieron su camino; como a las cinco cuadras de hablar puras babosadas y de entonar alguna canción, de nuevo el Pancho vomitó. 
Él, con asombro al ver su vomito, dijo asustado a su amigo Juancho.
- ¡Puta vos Juancho!  ¿y, a este chucho hijueputa dónde me lo comí?, ¡esa debió haber sido la bruja de la escoba! Y de nuevo vomito del puro asco, pues según él, se había comido un chucho. Pero en realidad, había vomitado sobre un huesudo perro callejero, que pernoctaba en la misma calle por donde transitaban con rumbo a la casa del Pancho; en donde la mujer lo esperaba muy preocupada, pero que la preocupación seguramente cambiaría por cólera, y mejor habría sido que se lo llevara la bruja en la escoba pues la vergueada que le esperaba no se la iba a acabar en lo que le restaba de la noche.



Inspirado en un chiste muy viejo.








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