lunes, 21 de diciembre de 2015

Juan Charrasqueado (las canciones de mi vida)


_¡Agárrenlo bien fuerte al desgraciado! 
Dijo el viejo muy enojado a quienes le ayudaban a encontrar venganza y con ella lograr limpiar su honor.
_¿Qué piensas hacer Poncho?, ¡mejor es que me mates o sino te vas a arrepentir! 
Dijo Juan a quien ordenaba que lo detuvieran, mientras él extraía de una hoguera un cuchillo, cuya hoja estaba colorada y humeante; muy lentamente Pancho le fue acercando el fierro ardiendo y sin contemplación ni arrepentimiento se lo colocó en la mejía izquierda y mientras lo hacía le decía a Juan.
_¡Ésto es para que no me olvides desgraciado! 
Los que detenían a Juan sintieron que a sus cuerpos les invadió un miedo horrible, pues de Juan no escucharon un solo quejido cuando la hoja al rojo vivo le penetró en su mejía. Juan los vió a los ojos y éstos ya no pudieron más y lo soltaron muy asustados corrieron gritando.
_¡Perdona Juan, nosotros solo recibimos ordenes del patrón...! ¡Perdona nuestras vidas! 
Juan al verse libre no les respondió a los pobres desgraciados caporales quienes se echaron a correr, quedando solamente Juan y Pancho, de los ojos de los dos salía el odio que un hombre puede sentir por otro y el color de sus ojos se torno del mismo color que hace un rato tenía la hoja del puñal, la cara de Juan quedó cauterizada y de su cara ni una gota de sangre; el otro esperando la reacción de Juan, pero éste solo advirtió al desgraciado de Pancho.
_¡No te mato ahora mismo Pancho, pues tienes tus razones, pero óyeme muy bien si te cruzas en mi camino, entonces te mato! 
Luego caminó y al lado de Pancho Juan pasó hasta llegar a su caballo, se encaramó en él y dijo. _¡Arre! 
Y como endemoniado se perdió entre las sombras del monte.

De aquí en adelante a Juan lo conocerían como: Juan Charrasqueado, pero aquella experiencia no lo hizo cambiar su forma de vida, la de mujeriego, pendenciero, jugador, borracho, valiente y muy arriesgado en el amor. 
A todas las mujeres bonitas de aquellos pueblos, a todas se las llevó, su historia y la fama de ser parrandero y mujeriego la inició desde muy joven, a su corta edad se acostó con la mujer del patrón y desde ese día nadie nunca lo detuvo.
Hubo un tiempo que Juan se calmó, pues de una mujer se enamoró todos por los lugares decían que aquella mujer tenía pacto con el diablo para poder haber calmado a Juan; por al menos algunos años con aquella mujer vivió y con ella tuvo un crío, también se llamaba Juan vivían en una lomita halla por el Pedregal; Juan compró unos terrenitos en donde sembraba y de las cosechas Juan vivía y alimentaba a su familia, el resto se lo gastaba en licor, tequila y mujeres, de ellas siempre las mejores, además de ser mujeriego, pendenciero y bebedor de los mejores tambien era un apostador y tenía suerte el Charrasqueado en el pócker y tambien en los gallos y en las carreras de caballo no se diga, Juan era un excelente jinete; él y su caballo muchos decían que eran uno solo y con ese hermoso caballo a quien tenía muy bien entrenado era con quien se robaba a las mujeres que el con su mirada fuerte y una sonrisa dulce enamoraba a todas las chicas de los pueblos a la redonda, pero lo que en realidad las conquistaba era la fama que en sus hombros llevaba, muchas niñas que se convertían en mujer ya desde pequeñas escuchaban las historias de Juan y algunas lo hicieron con él por curiosidad y al probar a Juan perdidamente enamoradas de él quedaron, pero todas sabían que el corazón de Juan ya tenía dueña y además era un consentido de todas la mujeres, no había quien no quisiera pertenecer a Juan.

En uno de sus muchos viajes, Juan llegó a una hacienda a la que hacía muchos años no visitaba, pues el dueño de esa hacienda era muy mafioso para los negocios, pero esta vez le habían contado a Juan que el patrón estaba pagando muy bien y eso hizo que Juan se arriesgara a llegar a dicha hacienda a negociar sus cosechas. 
Cuando Juan entró en la enorme hacienda de las terrazas los guardaespaldas del patrón al ver entrar a Juan desde ahí lo tenían en la mira, adentro de la hacienda al escuchar el alboroto de las sirvientas del lugar por la llegada de Juan a la hacienda; el patrón salió y junto a él, la mujer más bella que Juan nunca se imaginó que sus ojos azules podrían ver en ésta vida.
_¿Eres Juan el Charrasqueado no?
_¡Si señor, el mismo! 
Respondió Juan sobándose la cicatriz que lo identificaba como tal.
_¿A qué has venido Charrasqueado?
_¡Oí que esta pagando muy bien las cosechas y le vengo a ofrecer la mía Mr. John!
_Y ¿qué te hace imaginar que yo haría negocios con pendenciero, borracho y jugador?
_¡No sé, solo vine, si le interesa esta bien, sino tambien esta bien! ¿Quiere ver los granos o no? Dijo Juan a John Stevens un gringo que se quedo en aquellas tierras, que compraba barato y vendía caro en el extranjero; John se acercó a la mula que llevaba Juan con unos sacos llenos de semillas de su cosecha, como muestras de que su semilla era de lo mejor.
_¡Pues pa´que no, es buena tu semilla Charrasqueado! ¡Entra, haré negocios contigo! 

Caminaron adentro de la hacienda y del brazo del patrón Stevens, su hija, una venteañera muy bella y refinada quien veía a Juan con asco.
_¿Quieres tomar whisky Charrasqueado?
_ ¡No, si tiene Tequila ese sí Mr. John! 
Cerraron el trato y brindaron, él con tequila y el Mr. con whisky del mejor.
Así fue como Juan conoció a su perdición, esa venteañera hija de Mr. Stevens. 
Los día siguientes las empleadas de Mr. Stevens, al momento del desayuno una vez que el patrón se alejara a sus labores, las mujeres de la cocina, del aseo y casi todas rodearon a la niña y con ansiedad preguntaron.
_¡Niña! ¿es guapo el Charrasqueado?...  _¡Dicen que tiene unos bellos ojos azules, el desgraciado!...  ¡Otras dicen que hace el amor como el mismo demonio, pero contradictorio es que te lleva hasta el cielo!... ¡Jajajjaa?... ¡Jijijijijij! Reían todas y la señorita tambien reía al oír las tonterías que hablaban las muchachas a su servicio; cosa que a ella le fue dando curiosidad y desde ese día ella empezó a tener sueños con Juan, ella se despertaba sudando por las noches asustada y luego se negaba que eso llegará a suceder, que solo era un mal sueño.

Una tarde, llegó Juan a la hacienda a buscar su dinero, según fue el trato con Mr. John.
_¡Quien vive! 
Gritó uno de los hombres armados del Mr. 
_¡Soy Juan Charrasqueado, que buco a tu patrón! 
Gritó Juan y Miriam escuchó, pues se encontraba leyendo en el corredor y tambien escucharon las demás féminas del lugar, las que se alborotaron como gallinas en gallinero.
_¡El patrón no está, mejor te vas Juan y regresas otro día, pues él anda por el norte!
_¡No señor, de aquí no me voy, pues teníamos un trato y para hoy el Mr. prometió pagar lo que me debe!
El hombre que lo recibió, cargo su rifle amenazador y le dijo.
_¡Yo creo que te irás Juan, vivo o muerto, pero te irás o vuelve cuando esté el patrón! 
Juan con la mano en la cacha de su arma listo para desfundarla, pero alguien intervino en la platica, la cual ya iba subiendo de tono.
_¡Señor Charrasqueado, pase por favor! 
Era Miriam, quien detuvo lo que pudo terminar mal.
_¡Pero señorita a su padre no le gustará esto! ¡Mejor que regrese cuando el esté en casa, por favor! 
_¡Tranquilo Cipriano, yo atiendo al Sr. Charrasqueado!
_¡Pase por favor Sr. Charrasqueado! 
Juan siguió a la bella mujer, sus ojos se iluminaron al verla y de inmediato su sombrero se quitó de su cabeza, Juan esta vez había llegado muy elegante pues ya conocía a la señorita y deseaba dejar una buena impresión en ella; por su parte, ella esta vez lo pudo apreciar muy bien y mientras lo atendía ofreciéndole un tequila.
_¡Ésto toma usted verdad Sr Charrasqueado!
_¡Exacto! ¿señorita....?
_¡Miriam!, ¡y no le molesta que le diga Charrasqueado! ¿verdad?, ¡pues por lo que sé ese es su apodo!
_¡No se preocupe Miriam ya me acostumbre y ese ahora es mi nombre!
_¡Disculpe que no lo acompañe con una copa, pero no bebo! ¡Mejor indíqueme! ¿cuánto le debe mi padre? 
Le preguntó Miriam justo frente a la caja fuerte.
_¡Mejor regreso cuando esté su Sr. padre, no sea y se moleste con usted por mi culpa!
_¡De ninguna manera, estoy autorizada a pagar planillas y todas esas cosas de los negocios de mi padre!
_¿Ésto es lo que se le debe no es así?
_¡Pues sí! ¡Gracias Miriam! 
Juan extendió la mano a la joven y cuando ella con mucha seguridad se la dió, él como todo un caballero europeo le beso su mano, cosa que a ella le llamó la atención pues para todos Juan era un don nadie, borracho, mujeriego y jugador; no esperaba de él una deferencia tan fina, al recibir el beso de Juan en sus delicadas manos sintió lo tosco de su barba de dos días, eso le erizó la piel y más, al ver como sus profundos ojos azules la veían directo a los verdes de ella.

Juan se retiró de la hacienda con su dinero y con una imagen fija en su mente, sí, la cara preciosa de Miriam. 
Distraído con esa imagen iba, que no se percató que adelante lo esperaba una mujer a quien casi atropella.
_¡Oye idiota, por poco y me matas! 
Era Marta, una amante de Juan quien trabajaba en la hacienda.
_¡Ahora no Marta! ¡En otra ocasión! 
Dijo Juan y siguió su camino. Marta quedó caliente y deseando a Juan en medio del camino 
_¡Desgraciado, seguro va pensando en la señorita! 
Se dió la vuelta y regresó a la cocina de la hacienda muy enojada por no haber podido acostarse con Juan.
_¡Bueno! 
Dijo Marta esa noche. 
_¡Me voy a dormir estoy cansada!
_¡Si, seguramente Juan te dejó así! 
Dijo otra de las sirvientas, ella no dijo que no, por lo que todas asumieron que así pasó, mientras Marta se dirigía a los cuartos de la servidumbre, algo la detuvo.
_¡Hola! ¿qué haces acá? 
Marta acarició al caballo de Juan, que se encontraba escondido entre los matorrales, a Marta le entraron todos los celos que mujer pudo sentir, imaginando a Juan y Miriam, amándose en el cuarto de la señorita; pero eso no era así, Juan esa noche si llegó para poder ver a Miriam, pero se encontró con la hija de Petronino, una jovencita que recien cumplía sus 16 y tuvo que 
aprovechar la oportunidad que la niña le dió.

Pasaron  los día y Juan pensando solo en la señorita Miriam y ella por ratos recordaba la escena del beso y de aquellos ojos azules, tambien del roce de la barba que aún le erizaba el cuerpo cuando lo recordaba. Para ésto el patrón Mr. John ya había regresado a la hacienda, muy contento, pues la venta de los granos de Juan habían tenido mucho éxito.
_¡Buena noche patrón! 
Dijo Marta.
_¡Buena noche que descanses Marta!
_¿Patrón no se le ofrece nada?
_¡No Marta, ve a descansar! 
Marta se retiró a descansar, pero en su camino se encontró de nuevo con el caballo de Juan y ella se llenó una vez más de todos los celos del mundo y vió para el cuarto de la señorita Miriam ahí ella vió sombras, ésto más la lleno de cólera.

_¡Maldito Juan! 
Pensó. Mientras Juan se comía a la hija de Petronino, la joven de 16 años.
_¡Patrón, patrón! 
Gritó Marta a la puerta del cuarto del patrón.
_¿Qué sucede Marta, acaso estas loca' ¿qué quieres?
_¡Patrón, vi salir de la hacienda al desgraciado de Juan y creo que venía del cuarto de la señorita Miriam!
_¡Estas loca! 
Dijo el viejo John, mientras corría con el revolver en mano hacia el cuarto de la joven; en el  entró y Miriam se despertó asustada.
¿Que sucede padre? pero el  Mr. buscaba por todos los rincones del cuarto. 
_¡Te exijo me expliques! ¿qué sucede padre?
_ ¡Es Juan señorita, quien se metió en su cuarto!
_¡Están locos, Marta fuera de mi cuarto y tu tambien padre me ofendes con tus dudas!
_¡Perdón mi niña, pero ese Charrasqueado es un cabrón que pensé....
_¡Tú tienes la culpa maldita Marta ya me la pagaras!
_¡Patrón, escuchamos el relajo! ¿qué sucede? 
_¡Nada vayan a dormir todos, aquí no pasó nada! 
Dijo el patrón a sus guardaespaldas.
_¡Es juan! ¡quien anda merodeando a la señorita Miriam! 
Dijo Marta y el patrón la cayó con un bofetón.  
_¡Respeta a mi niña! ?¡y no te mato... vete a tu cuarto!
_¡Patrón, patrón! 
Gritaba otro peón, quien había visto a Juan escapar, pues por el relajo que se hizo en la hacienda Juan dejo a medias su faena con la niña de 16 años y se escapó, pero éste peón lo vió que iba huyendo por las montañas aledañas a la hacienda. 
_¡Era el Charrasqueado patrón, iba como si lo siguiera el mismo diablo!
_¡Se lo dije patrón! 
Siguió metiendo cizaña Marta y en la mente del patrón la duda, no de su hija, sino del cinismo de Juan.

Desde aquella noche, la reputación de la señorita Miriam andaba por el suelo y todas sus empleadas la veían con malos ojos, de puros celos que sentían, seguras todas de que Miriam y Juan ya habían tenido sus quereres y aquella falsa historia se regó por toda la región; ¡Juan Charrasqueado y la señorita Miriam! se escuchaban los chismes por doquiera que él iba y tambien por donde iban Mr. John y la señorita Miriam.

Aquello era insostenible y el honor de la familia Stevens estaba entre dicho, Juan intentó darle la cara al señor John y a la señorita Miriam quien llegó a pensar que Juan tambien había levantado aquella pluma para hacerse más famoso y nunca le permitieron dar la cara.

Una tarde de domingo que Juan se encontraba chupando en la cantina y jugando al póker, llegaron hasta él los que lo sostuvieron cuando su patrón lo marcó para el resto de su vida; ellos sentían que tenían una deuda con él y le advirtieron.

_¡Cuidado Juan que por ahí te andan buscando, son muchos hombres no te vayan a matar!
Juan cuando escuchó la advertencia se disculpó con sus compañeros de chupa y juegos de póker y sin saber quienes lo buscaban, pero es que la fama le precedía y él no se iba a quedar a esperar a averiguar quienes eran y si era cierto o no, lo que esos rancheros le advirtieron, pero cuando Juan salió de la cantina y chifló a su caballo, aparecieron por la calle Mr, John y sus guardaespaldas y lo coparon.

_¡Mr. John no vaya a cometer un error, lo que dicen que pasó entre su hija y yo son habladurías, Señor!
_¡Pero si quiere bala, soy buen gallo y no me rajo y aunque ahora estoy borracho... 
Ésto fue lo ultimo que Juan Charrasqueado logró decir, pues Mr. John Stevens le disparó y el único tiro que de su arma salió le dio justo en el corazón, sin tener ya tiempo de montar en su caballo y con pistola en mano, cuando la bala le atravesó su corazón. 
Detrás de aquel disparo el resto de los guardaespaldas del Mr. le dispararon a Juan y es que a todos se las debía el mujeriego y pendenciero de Juan; era de aprovechar, pues ellos solos jamás se hubieran atrevido a enfrentarse uno a uno a Juan. 

Ese domingo ahí tirado quedó el cuerpo de Juan Charrasqueado, victima de su fama, de ser el consentido de todas las mujeres de aquellos lugares, menos de una, la señorita Miriam por quien perdió la vida. Miriam a escondidas lo lloró y a Marta despidió.

Esa tarde lluviosa,  del maizal de Juan, el mejor de toda la región, sus amigos, los que un día lo cogieron mientras lo marcaron y otros que lo apreciaban, compañeros de póker y borrachos amigos de cantina y otros rancheros más, van con un féretro en hombros a un hombre muerto lo llevan a enterrar, es el cuerpo de Juan. 
En eso sonaron las campanas del santuario, y todos los del pueblo se dirigieron a rezar y a despedir el alma de Juan.
Las mujeres al verlo pasar se santiguan y se encierran a llorar para no darse color que fueron algo de Juan. 
De los potreros que quedaban atrás de la choza de Juan, bonitos toros llevaban al  matadero. alguien dijo: 
_¡Qué buen caballo va montando el caporal!
 _¡Es el caballo de Juan, él dice que Juan le debía dinero, ya sabes deudas de juego! 

Mientras pasan por ahí, en una choza muy humilde llora un niño y su madre lo consuela con cariño, luego mira al cielo, llora y reza por su Juan.
_¡Es papá, verdad mama? 
_¡Es tú padre!
_¡Hijo promete que nunca serás un borracho, pendenciero y jugador! 
_¡Lo juro madre!
_¡Promete que no seras un mujeriego, que no harás sufrir nunca a una mujer!
_¡Lo prometo madre!


                                        El Fin


Inspirado en el corrido de Juan Charrasqueado. 
Historia de Victor Cordero Aurrecoechea y Sergio Raga.

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