Como
todos los días el gusano se hacía al camino por el inmenso bosque, cada que podía
se detenía y veía hacia el cielo, buscando que por ahí no se encontrará algún pájaro
que hiciera de él un suculento platillo, ese era el andar diario de su trabajo a
la casa y de la casa a su trabajo, caminando por el terreno con movimientos
como si midiera el terreno, pausado andar distraído con sus preocupaciones de
pronto algo lo detuvo ipso facto.
-Hola
señor gusano!
-Qué
lo trae tan distraído y preocupado? Le pregunto un sanate que se encontraba
justo frente a él. Esto lo dejo tieso e inmóvil, presintiendo que la hora de
morir le había llegado.
-¡por
aquí, señor sanate!
-De
regreso para mi casa.-¿Le puedo servir en algo? Le pregunto con la voz quebrada
y casi a punto de desmayarse.
-Nada
amigo, pero relájate, solo quiero pedirte que a partir de mañana traigas contigo una
deliciosa lombriz… crees poder complacerme?
-Eso
creo señor, trataré de no fallarle!
Con
su permiso y hasta mañana señor sanate. Paso tímidamente por un lado muy cerca del
ave con la cabeza erguida se alejo siendo observado por el sanate hasta que
luego de varios minutos éste se perdió entre raíces y hojas del camino, el
sanate levanto el vuelo y se alejo del camino. Durante varios días el sanate se
encontró en aquel camino a la misma hora esperando a su acechado y desventurado
amigo, el gusano quien de alguna manera siempre le conseguía un gusanito pero
de dulce, pues en un basurero cercano a su trabajo encontró una bolsa con
gusanitos que algún niño dejo caer.
Luego
de ese tiempo el sanate espero y espero pero el gusanito de color verde con líneas
negras y de más o menos dos pulgadas de largo nunca volvió a pasar por aquel
camino. El sanate estaba que echaba rayos encolerizado. Diciendo a todo pulmón
improperios estaba cuando algo le llamo la atención deteniendo su cólera y sus
malas palabras ipso facto.
-Que
le sucede señor sanate, está usted muy molesto, le puedo ayudar. Le pregunto
una hermosa mariposa que pasaba volando por allí. Era una hermosa mariposa con
alas grandes llenas de colores vivos.
-Nada,
señora mariposa, pero que gusto que alguien tan elegante se detenga a preguntar
por los problemas de una harapienta y maltrecha ave de rapiña que solo espera a
un su amigo para alimentarse de él.
-Pues
nada señor sanate me llamo la atención verle por aquí todos los días a la misma
hora, y al darme cuenta que cada vez lo veo más delgado y arruinado quise
detenerme para conocer su desgracia.
Pero
dígame puedo hacer algo por usted?
-De
ninguna manera señora mariposa, por el contrario dígame usted que puedo hacer
yo por usted y así poder ganarme algo para mi sustento diario. Le suplico el
maltrecho sanate, sin saber que a quien le estaba suplicando era el mismo a
quien estuvo extorsionando por días.
El buen vestir hace que otros te respeten, mientras que la ropa humilde favorece para que seas irrespetado. Aunque sea claro el refrán: “La sotana no hace al Monje”….”Según cómo te vea así te tratare”
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