sábado, 21 de mayo de 2016

La Isla de las corrientes y las fantasias


Adormitaba a la orilla de un pacifico río, por fin me quedé dormido y cuando me desperté
las corrientes de ese río me llevaban sobre él, serpenteaba, pues tenía sus accidentes geográficos; fue mucho lo que viajé sobre él, pero no iba asustado, por el contrario iba emocionado,
Mi vista se deleitaba con los paisajes; eran verdes, azules, blancos y multicolores, si que era bello todo aquello, nunca pensé por qué voy aquí y hacia donde llegaré, eso no me importó, 
lo único era las sensaciones que yo sentía, era un niño sobre un juego mecánico el cual disfruté como tal y luego de varias vueltas; a la izquierda y a la derecha, por fin llegué a un lugar aun más especial. Se trataba de una isla que se veía flotando sobre aguas translucidas, me dije: Este es el paraíso, el río parifico que me transportaba me lanzó por los aires y durante un tiempo literalmente volé. 
Cuando iba cayendo, cerré mis ojos y apreté mis piernas (nalgas) para soportar el golpe, pero caí sobre las hojas largas y verdes de un cocal, uno de tantos que rodeaban a tan bello lugar y mi peso venció lentamente a la larga y verde hoja o almenos eso creí, pero a lo mejor el cocal me depositó con cuidado para no lastimarme un solo hueso de mi cuerpo. Al estar en tierra firme, antes de bajar del noble cocal extraje mis zapatos y mis calcetas tambien; movi mis dedos como para prepararlos o relajarlos y despues de eso me pare sobre blanca y aterciopelada arena, si que era suave y no quemaba, a pesar de que al centro y en lo alto brillaba como nunca el astro sol, creo lo vi sonreirme, eso me dio confianza y di otro paso, la sensación era insuperable, jamas sentida, me relajé y lo disfruté, caminé, luego corrí y despues brinqué, cada brinco que di me transportaba por largo tiempo detenido por un raro viento que me amacaba, rica sensación que solo sentí una vez cuando fui niño y hoy lo recuerdo, lo había olvidado, que rica sensación. 
Recorrí la playa, hasta que llegué a un lugar en donde escuché como las olas golpeaban furicas contra unas rocas que se lamentaban al recibir cada embate, me acerqué y pregunté: ¿Qué sucede ahí? lo hice, pues me pareció antagonico a lo que hasta ahora había visto, el mar me dijo: No te metas, no es tu asunto ni de tu incumbencia, las rocas me vieron heridas y suplicaron, ¡vete de aqui o te pasará lo mismo!
Pero me envalentone y dije: Oiga señor mar ya perdone a las pobres rocas. 
El sol alumbro fuerte hacia el lugar y creo escuché cuando dijo el astro sol: Ya oíste al joven, no seas mal educado, deja a las rocas en paz ya creo entendieron. Y el mar se tranquilizó, las rocas lo agradecieron y prometieron no hacerlo nunca más, no supe el porque de la reprenda, pero me lo agradecieron, baje del desfiladero y regresé y sobre rica arena blanca de nuevo me paré, sentí una especial caricia; entonces comprendí, era como un agradecimiento pues la arena son diminutas rocas las cuales un día fueron enormes rocas como las castigadas hoy, me dije: Y ¿ahora qué hago, a donde voy? En ese instante, del cielo azul y con pocas nubes de ahí se escuchó un relajo, yo vi asustado o mejor asombrado, era una parvada de pájaros que pasaban por la isla, los cocales me dijeron: Mejor te resguardas. Yo dije: ¿por qué? mientras corría a resguardarme bajo un cocal, el que me quedaba más cerca y que bueno, pues al pasar por ahí los relajeros pájaros, de ellos se desprendió sus excrementos y a la playa la llenaron de colores verdes de varios tonos y al hacer contacto con la arena blanca, miles de animales salieron de todos los lugares y con desespero cogían y a la vez comían; el cocal que me resguardaba me dijo cómo si fuera mi madre en fiesta después de quebrar la piñata, ¿no vas a ir a recoger y comer del rico manjar?, yo la vi asombrado y dije: Pero ¿es excremento? y luego razone, pero aquí todo es diferente, como si estuviera en otro mundo, entonces corrí y al hacerlo el que corrió fue un niño, al verme reflejado en aquellas aguas translucidas lo vi y era yo, pero muchos años atrás, algo que tambien habia olvidado, divertirme como un niño, ¡santo olvido! aquello si era delicioso y mi rostro se encontraba todo manchado, pues había que comer a prisa y pelear contra los otros seres que comían y tambien llevaban, supongo a sus hogares, cuando ya no hubo nada, todos desparecieron, no se donde se metieron y al ver al agua que rodea a la isla me vi de nuevo y era yo, pero como ahora soy, reí como hace mucho no lo hacía que hasta me dolió la barriga.
Del translucido mar, salió un personaje. Yo dije: ¿algún pez? pero no, era una bella niña pero con cuerpo de sirena, me dijo: ¿Estas bien, te has divertido? yo la veía incrédulo, pues solo las había visto en películas o libros de cuentos nunca vi una en cuerpo y espinas y hueso ¿creo?, ella me dijo: ¡Si soy lo que ves!, yo respondí: ¡Perdón !.. no hay pena dijo sonriendo, entonces respondí, me siento muy bien ¿pero donde estoy?.. ¿eso no lo sabes? me dijo con el seño fruncido como signo de ignorancia, pero la mía claro... perdón pero no sé... eso no importa me dijo ella y me extendió su mano yo la tomé con la confianza de quien se acoge a una mano amiga o de madre, me dijo: ¿Confías en mi? yo le dije que sí... entonces acompáñame y me llevó por las aguas marinas de aquel bello mar translucido y viaje con ella de la mano. Conocí lugares increibles, me tope con un tiburón que sonrió y me asustó ver tanto diente filudo, pero luego se marchó, en mi brazo como brazalete una estrella de mar, que me sonreía, yo a ella tambien, vi una ballena algo seria pero muy bella, me dijo la pequeña sirena: Ahí donde la vez, ella fue herida y casi muere, pero llegó aquí y la sanamos, por ello es así con los humanos que rara vez llegan aquí,  ¡mira ahí!, ¿lo vez? sí. respondí... es mi hogar, ven te presento, sentí un envión, creo entramos en una corriente a la que no cualquiera puede entrar, ella nos llevó directo al reino de aquella isla, adentro muchos guardias bien armados, con armas un poco extrañas  pero no me importó pues yo era un invitado, llegamos a un enorme salón y la niña sirena dijo: Padre aquí esta tu invitado de hoy, se trataba del rey de aquella extraña isla, 
su majestad le dije y Él con tremenda vos me respondió: ¡Hola hijo bienvenido, te he esperado hace tanto, pero nunca aceptaste mi invitación, que pena! Yo dije: ¿No entiendo Señor?... Si recuerdas que siendo niño una tarde de lluvia deseaste venir. Pero yo no recordaba nada... ¿No recuerdas? es obvio, eso pasa cuando dejas de ser un niño y creces, todo lo bueno y bello lo olvidas y te vuelves un ser egoista y resentido, estresado y amargado... yo sentí mucha verguenza de mi, pues lo que me decía el Rey era cierto, pero aun no recordaba. 
Mira por acá. Me dijo su Majestad y en la pared, una de las mejores pantallas con tremenda definición y heme ahí; de unos cinco años parado en mi ventana viendo caer la lluvia, llenarse de charcos mi calle, cuando vi que frente a mi pasó lo que creí fue un juguete flotando sobre las aguas que llevaba la corriente de los tragantes y pensé: ¿A dónde ira esa balsa? me gustaría ser su capitán y viajar en ella y vi que de ella alguien me invitó, pero me dio miedo y mis ojos cerré y luego después limpie y cuando vi de nuevo ya se había ido. Yo grité: ¡Mamá! ella me dijo: ¿Qué pasa hijo? le conté y ella me dijo; debió ser tu imaginación, me abrazó y la pantalla se apagó. ¿Ahora lo recuerdas? me dijo el Rey, yo dije cómo no, si lo he visto con mis propios ojos. Él rió y mucho, típico, hasta no ver no creer ¿verdad?... Perdón dije, pero debe comprender... y lo comprendo, ¡ah! quiero agradecerte por interceder por el dolor de mis rocas, ves, eres un niño bueno, por ello estas acá conmigo, ese pequeño que te invitó a subir a su nave era yo de joven buscando amigos, pues tambien era un solitario y en ti vi tanta bondad y a tu alma limpia y pura, como hasta hoy la mantienes y por ello te probé; con el castigo de las rocas, yo era el sol quien dio la orden de terminar con el castigo, te envié manjares para ver si podría confiar en ti y como tú confiaste en mi cuando te invite a comer de ese rico manjar, pues tambien yo era el cocal, te envié a mi hija, la menor, para evitar existiera en ti  una pizcas de morbo, pues mis hijas, las mayores son muy sexys debo confesarlo y para no turbarte te envié a la menor y ella me transmitió tus sentimientos a través del contacto de su mano con la tuya y por ello, estas frente a mi, para decirte: ¡Deseo concedido!
Yo empece a llorar al escuchar todo lo que me dijo su Majestad y entonces Él, me llamó hasta llegar con Él y me abrazó para consolar mi llanto, pues lloraba como niño y en su regazo me quede dormido...
_¿Amor? ¡despierta!... ¡cielo despierta!... los niños quieren jugar contigo, la hora de la siesta terminó.
_¡Ah! ¿dónde estoy? 
_¿Cómo que dónde estoy? Acá, con tu familia, en un día de campo. 
_Y, ¿el río que pasaba acá? 
_¿Río? oye que te fumaste, ¡jajaja !ve tus hijos te reclaman.
Me levanté y corrí como un niño, el niño que aun vive en mi y le permití salir y disfruté de mis hijos y ellos de mi, fue el mejor día de campo, uno que jamas olvidaré y si un día, uno de mis hijos me dice que vio algo extraño que nadie podría creerle, más que la imaginación de un infante, yo le creeré y es más le preguntaré ¡adonde? y le ayudaré a buscarlo y al encontrarlo, lo acompañaré... 
Quien quita y un día volveré a La Isla de las Corrientes y de las Fantasías con uno de mis hijos, eso sería increíble... 


¿¿Continuará??....




Inspirada en la canción: Island in the estram, del Bee Gees

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