-¿Quiénes son? Le pregunto Jesús Ramos a su acompañante, Manuel Sagastume.
-Ni se fije amigo, pues una de ellas es hija de un Coronel, ambas son de la alta sociedad del pueblo y ellas no se fijaran en nadie, que no sea de los hacendados del Pueblo.
-Pero, eso no le impide decirme quienes son, ¿verdad? Le insistió Jesús a Manuel. Llegaron al lugar y antes de entrar, se voltearon muy disimuladamente y le dio las indicaciones. Se trataba de Blanca y Tulvia, un par de primas, que se llevaban muy bien; como hermanas.
Los días pasaron y el secretario no dejaba de pensar en Blanca, pues creo que se habia enamorado de ella, al nomas verla esa tarde, frente al parque.
-¿Sigue pensando en ella?, compadre. Le interrumpió Manuel, de sus pensamientos perdidos en las lomas que rodeaban al pueblo.
-Pues si compadre, no puedo dejar de pensar en ella. Le respondió, tomando en su pecho un profundo suspiro.
-Y, ¡si me la presenta compadre! Le pidió a Manuel, con mucha emoción.
-Bueno, con tal de que se olvide de ella... ¡esta bien compadre! hoy al salir del trabajo la buscamos y se la presento. Acordaron los dos compadres.
Al atardecer, como era costumbre, iban caminando despampanantes: Blanca, Tulvia y Micaela, la hermana menor de Blanca. Se acercaron a ellas y Manuel les presentó con las tres damas, Manuel no pudo esconder su asombro, ante la hermosa Micaela.
Al día siguiente, ambos miraban a las lomas con cara de borregos, y suspirando uno detrás del otro.
-¡Es hermosa!.. compadre. Le decía uno al otro.
-¡Vaya que lo es! Respondía el otro, cada quien pensando en su respectiva dama.
Una tarde de esas; Manuel no llego a trabajar y Don Pedro andaba en su caballo blanco, endiablado.
-¿Qué le pasa? a Don Pedro. Pregunto Jesús, a su fiel empleado, Tino.
-No sabe, Don Chus, que ¡Don Manuel se robo a Doña Quelita! Jesús quedo frío al escuchar lo que Tino le contaba.
-Ve que aventajado me salió el compadre, él con sus consejos moralistas y de las clases sociales y se robo a una de las hijas del Coronel. Pensaba Jesús.
Al paso de los días, tomo valor y le pregunto a Blanca, quien a estas alturas ya no le era nada indiferente. Si le gustaría ser su novia, que sus pretensiones eran serias, y que deseaba desde el fondo de su corazón, desposarla. Blanca acepto, pues tambien sentía que lo amaba. Acordaron que ella le prepararía el terreno con su padre, para que formalizara el compromiso, pues Doña Bertha, su madre, seguro le apoyaría, pues no era un secreto que Jesús, le era de su agrado.
-¿Qué? ¿Quée? Le gritaba el Coronel, al escuchar lo que su hija; la segunda, le estaba sugiriendo.
-¡Una hija mía! ¡casada con ése, tirado con honda!... ¡Jamás!... ¡Fin de la discusión! Como todo militar, no estaba acostumbrado a otra cosa, que no fuera su voluntad.
-Pero Pedro, yo si estoy de acuerdo.
-O, ¿quieres que se la robe? como hizo Manuel con Quelita.
-¡Nunca aceptaré, que mi Blanca, se case con ése... que vino quien sabe de dónde.
-¡Y no se hable mas!
A todo ésto Manuel y Quelita, habían regresado al pueblo y se habían asentado en la casa de Manuel. Lugar a donde se encontraban a escondidas, mis padres: Blanca y Jesús.
Jesús, llego un día, luego de darle vueltas al asunto y de tomar valor, a hablar con el Coronel. Éste, de manera despectiva, lo mando a volar literalmente.
Blanca, desesperada por estar junto al amor de su vida, con el consentimiento de mi abuela y la ayuda de su compadre y hermana, no le quedo otra, mas que hacer lo mismo que su compadre... ¡robársela!...
Y desde ese año, hasta 1994 que mi padre falleció, estuvieron juntos, inseparables y muy enamorados, junto a sus cinco hijos, fruto de su amor.....
Para mis amados padres: Jesús y Blanca... dónde quiera que DIOS los tenga... seguro estoy, que se siguen amando, como el primer día, de aquel 1,940...
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