Se escucharon los frenos de aire del autobús,
se detuvo sobre la cinta asfáltica, lejos de la ciudad, como a una hora de
camino; se escuchó el sonido producido por la puerta cuando el conductor
oprimió el botón que la abrió, el chico dijo: _Gracias conductor. Este solo le
regresó una mueca que le dijo, buena onda.
Johnny descendió por la escalera del bus,
cuando colocó sus pies sobre el camino de tierra que conducía a un aislado y
viejo pueblo en medio de la nada, este sintió el cambio de la temperatura, lo
fresco del aire acondicionado del autobús por el cual, de la ciudad al pueblo
lo transportó, y su cuerpo se acaloró, el sol ardía el aire del lugar, sus
lentes en sus ojos los colocó para protegerlos de tan fuerte luz que lastimaban
sus retinas. Llenó sus pulmones de un aire caliente pero puro, hondo respiró al
ver a unos ciento cincuenta metros de la cinta asfáltica el pueblito que un día
lo vio crecer y que también lo despidió cuando de él, para la gran ciudad en
busca de un mejor futuro se largó, al menos fue la excusa que a nadie dio.
Sin equipaje esta vez volvió, miró
alrededor y lo que vio lo llenó de nostalgias, recuerdos de cuando fue feliz,
amigos que con el crecieron en un tiempo lleno de inocencias, su mente le dijo;
ha cambiado, pero no mucho, ha crecido pero no tanto. Y las personas, seguirán
siendo amigables y amables.
Otro suspiro se le escapó, su caminar hacia
el pueblo lo llevó, gran expectación en las personas que lo veían llegar,
Johnny causó, a su encuentro, a quien veía este lo saludaba, algo que para él
ahora no era normal, se tendrá que acostumbrar a las costumbres de los pueblos,
al menos mientras este en aquella pequeña ciudad, no encontró rostros
conocidos. Sin embargo, los que lo veían por ahí caminar lo admiraban por su
gallardía, su presencia, la ropa que vestía, era alguien elegante, alguien a
quien todos deseaban parecerse, a Johnny no le interesaba causar aquel revuelo
y expectación, mucho menos esa rara admiración.
Él continuo caminando por aquellas calles
que lo vieron un día sucio correr, ni sus amigos de infancia lo pudieron
reconocer, ellos lo veían por la calle caminar y se preguntaban y comentaban;
han visto, hay un nuevo chico en la ciudad, las chicas suspiraban ante la
presencia del nuevo chico en esa viejo pueblo, un pueblo perdido en medio de la
nada, a través de sus lentes se lograban ver sus ojos verdes a consecuencia del
brillo intenso del sol, el que brillaba en la altura, en un cielo despejado;
las chicas veían música salir de ellos, mientras los que fueron sus amigos
deseaban ser de nuevo amigos del chico nuevo que recién llegó a la vieja
ciudad.
Johnny se detuvo por un instante, debido a
tanto calor, en una tienda, la que da al parque, justo en el centro del pueblo,
se acomodó y dijo.
-Don
Juan, me da una bebida bien fría.
El viejo quedó admirado de que el guapo joven
conociera su nombre.
-¿Me
conoces muchacho? Porque yo a ti no.
-Recuerdo
que ahí hubo un terreno baldío donde los chicos se juntaban para a la pelota
jugar.
Esto le respondió Johnny a don Juan, quien
admirado le respondió sin emitir palabra solo con el moviendo de su cabeza,
mientras con el ceño fruncido, como preguntándose; por qué este joven le era
familiar todo y sabía de lo que hubo en ese lugar.
Los chicos que fueron sus inseparables
amigos se acercaron al chico nuevo y uno de ellos, quien fue su mejor amigo le
preguntó.
-¿Eres
de la gran ciudad, verdad? ¿Estas de paso? O, ¿te dejo el tren tirado por la
carretera?
-Hola Raúl.
-Oigan, el chico nuevo conoce mi nombre. Pero, ¿Cómo es que lo sabes?
Era obvio que nadie lo recordaba, Johnny entendió
lo que sucedía y se concentró a lo que regresó, su mano le extendió a quien
fuera en tiempos pasados casi su hermano y se presentó.
-Me llamo Johnny.
-Oyeron, Johnny, cómo nuestro amigo de niñez, el que un día amaneció y
él ya no estuvo más por acá, lo extrañamos, era un buen amigo, diría que fue mi
hermano, con él tuvimos muchas aventuras y tiempo después, las mejores chicas
de este pueblo. ¿No es así chicos?
El resto de jóvenes sonrieron y al hacerlo
lo hicieron con tremenda nostalgia, a su compañero dijeron que sí.
-¿El agua del río sigue tan fría, que casi le detenía el corazón a quien
se bañara en él?
-Ese río del que hablas chico nuevo, es ahora una posa llena de basura.
Dijo una vieja que estaba en una hamaca abanicándose
y jalándole a un puro Cubano.
-¿Ese puro también se lo regaló Fidel?
Dijo el chico nuevo sonriéndose, la vieja
dejó de abanicarse y con la cara arrugada lo vio y dijo.
-Eres impertinente, como ese Johnny del que te hablan los chicos, mejor
es que te termines el agua y te largues de aquí, sino quieres que te azote como
lo hacía con él.
-No le hagas caso, es una vieja loca.
Dijo otro de los chicos, otro de sus amigos
que no le reconocieron.
-Mejor camina junto a nosotros, de pronto y encuentras a lo que te trajo
al pueblo.
Johnny pagó a don Juan el refresco frío,
pero este no lo aceptó, adujo era una cortesía de su parte para el nuevo chico
que lo llamó por su nombre.
A Johnny, su mente nuevamente le habló;
siguen siendo buenas personas las de este pueblo, que bueno que no se han
contagiado con la indiferencia de estos tiempos modernos; luego con una mueca
que más tarde todos desearon imitar, Johnny le agradeció el gesto a don Juan.
Junto a Johnny, sus amigos de infancia
recorrieron de nuevo la pequeña y vieja ciudad, las chicas a su paso saludaban
a los chicos del pueblo y decían; no presentan al chico nuevo, pero este solo
sonreía y no se detenía. El chico nuevo en el pueblo, buscaba con ansiedad algo
en ese lugar, lo que lo trajo de regreso muchos años después, mientras
avanzaban, Johnny les hacía preguntas a los chicos, preguntas de lo que hubo
antes en algún lugar especifico del pueblo, esto a todos les intrigaba, por qué
ese chico nuevo sabía tanto de aquel apartado y perdido lugar.
El día transcurrió y nada que Johnny encontraba
lo que lo llevó hasta allí, su rostro palidecía al ver como el incandescente y tortuoso
sol ahora estaba en un costado, como iniciando su despedida, antes de morir
detrás de las verdes montañas.
-¿Recuerdan
que aquí, una tarde José besó a Rita, sin saber hacerlo y ella se burló de él,
esa sí que estuvo buena, algo que nos obligó a comprar unas revistas en la
tienda prohibida de don José para que cuando besáramos por primera vez, no pasáramos
la vergüenza de José.
Al escuchar esto., todos rieron y se
burlaron de José, a él se le encendió el rostro y mudo quedó pues, en su mente
regresó en el tiempo a ese embarazoso momento.
Mientras el sol por fin moría, recorrieron
casi todo el pueblo recordando viejos momentos, buenos momentos fueron, que a
Johnny se le olvidó por ese tiempo a lo que llegó, pero no se atrevía a preguntar directamente por
quien o qué regresó al pueblo.
La noche les llegó y el caluroso pueblo en
uno muy frío se volvió, pero a nadie le importó, se la estaban pasando muy bien
con el nuevo chico, quien causó una gran expectación cuando llegó, debido a su
indumentaria y sus modales muy nuevos para todos ahí.
Por fin llegó a un lugar, el cual creyó
recordar y frente a una casa se detuvo, su rostro se entristeció, sus lentes
los llevaba sobre su cabellera, todos vieron esa extraña mirada en el chico
nuevo, pero nadie preguntó, todos en silencio, fue Johnny quien dijo.
-¿Esta
no es la casa de…?
-Sí, es la casa de la novia de nuestro Johnny, ella si sufrió cuando
supo que él se fue y nunca volvió, muy amargada y desgraciada por años vivió,
si que era linda esa chica, abrazos cada noche con Johnny, lagrimas en los
hombros, muchas lagrimas , eso le dejó Johnny.
-¿En
serio? ¿Quién lo diría no? Quien sabe y a lo mejor ella fue el gran amor de ese
Johnny. Quien sabe y también él derramó lagrimas sobre otros hombros ¿no creen?
-Pues, quien sabe, yo personalmente sé que Johnny la amó, pero no quería
esperarla, él quería hacerla suya, pero ella no se lo permitió, tú me entiendes
¿verdad?
Dijo su mejor amigo, Raúl, aun con la misma
inocencia de años atrás, algo que aun era tabú de discutir en ese pueblo.
-Te refieres al sexo ¿no es así?
Nadie respondió, más bien todos se
despidieron y solo quedaron los hermanos, los amigos, de infancia y
adolescencia.
-¿Recuerdas
Raúl, que bajo este poste que aun tiene una débil bombilla, vimos (… ) vieron
su primera revista prohibida, la primera mujer desnuda tú y Johnny?
-¿Cómo es que sabes tanto de nosotros y nosotros no sabemos nada de ti?
-Raúl, ¿en verdad no me reconoces? Mírame bien, ¿acaso no me recuerdas, tanto
he cambiado? Soy tu hermano, el mismo Johnny de quien me has hablado tanto el
día de hoy.
Raúl sintió que su corazón se frunció y no
pudo evitar que una lágrima le lubricara sus ojos y con Johnny se fundieron en
un cálido y fraternal abrazo.
-¿Eres tú, mi hermano? ¿En verdad eres tú?
-Pues claro que soy yo, ¿cómo sabría tantas cosas nuestras sino lo
fuera?
-¿Regresaste por ella verdad?
-Si Raúl, pero ya no sé si quiero verla, no después de todo lo que me
has dicho, lo que la hice sufrir amigo. ¿Aun vive aquí? ¿Está sola o tiene
esposo, hijos, novio, es feliz?
-Sígueme
amigo, velo por ti.
Dijo Raúl, quien condujo a Johnny a un
lugar apartado y privado, un lugar que Johnny nunca conoció, un lugar nuevo que
los chicos de esa generación hubieron encontrado para amarse clandestinamente, sin
que nadie hablara mal de ellos, pero al decir amarse, Raúl no se refería a lo
sexual, era un lugar en donde algunas parejas llegaban y se besaban, eso sí,
besos muy apasionados, demasiado diría yo.
Eso dijo Raúl y después de caminar varios
minutos, llegaron a un apartado, oscuro lugar, ella, la chica por quien Johnny
regresó al pueblo muchos años después, se encontraba en los brazos de otro, se
le veía muy feliz, muy enamorada de quien la besaba con un amor que quizá
Johnny no sintió antes, uno que ahora le dolía pues, ahora sí que la amaba, se
había dado cuenta de que en la gran ciudad habían chicas bellas y sensuales,
pero que no valían la pena, como la chica que en ese pueblo él hace años dejó
llorando por él durante mucho tiempo, hasta que le llegó de nuevo el amor, de
quien ahora la tenía otro entre sus brazos, pero sin la malicia que Johnny
deseaba en aquella época; una que descubrió justo bajo aquel poste con luz tan débil,
lugar en donde junto a Raúl conocieron que había algo más que un simple beso,
esas imagines se llevaron al chico nuevo a la gran ciudad, y en ella encontró
lo que al ver aquellas revistas deseó, pero que con el tiempo comprendió que no
era lo que él realmente deseaba, todo en aquella ciudad donde un día también fue
un chico nuevo en la enorme ciudad y esta le entregó solo vicios, drogas,
prostitución y una vida sin sentido alguno, y que tuvo que pasar mucho tiempo,
mucho diría, para tomar valor y regresar en busca por el verdadero y puro amor,
que ahora perdía por encontrarse muy feliz en brazos de otro, de esa vieja y
perdida ciudad.
Raúl lo regresó a la realidad.
-Vamos amigo, regresemos a casa, pues no podrás regresar al que hoy es
tu hogar, ese por el que nos dejaste un día sin dejar huella, el último bus
pasó a las nueve. Hace frío, hoy dormirás
en mi casa, tu hogar, mi hermano.
Y abrazados como hace años, los amigos, los
hermanos, Johnny y Raúl, se perdieron en la oscuridad de una de las calles de
aquella vieja ciudad, el hogar de Johnny, un lugar, en el cual, ahora para
todos solo era un chico nuevo en la ciudad.
Raúl le prometió a Johnny que nadie sabría
el secreto. Se refería a que él era el Johnny, al que todos extrañaban, además,
nadie sabría que había regresado por un pasado que ya no tendría futuro, un
amor perdido por la lujuria y el pecado de la enorme ciudad.
Inspirada en la canción: “New kid in Town”
de: Glenn Frey, Don Henley y J. D.Souther. Eagles.
Historia de: G. Frey, D. Henley, J. D. Souther y S. Raga
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