viernes, 9 de febrero de 2018

El Árbol 3


Carmen no pudo evitar voltear la vista hacia el Árbol y cuando ella lo vio este agitó sus ramas como si un viento violento le hubiera llegado del barranco en cuya profundidad parecía estaba la entrada al infierno, algo que aún Carmen desconocía...

Habían pasado unos días después de aquel extraño episodio, para ahora la familia completa estaba ya instalada, con ellos sus hijos, un varón de 7 años y una adolescente de 15, con ellos un perro de raza cocker de color blanco con manchas café quien dormía con el niño.

Una mañana la señorita entró del patio con una jugosa manzana roja, muy roja en su boca, por las comisuras de la boca corría el jugo de la manzana al verla Carmen se le antojó y se la tomó de entre la boca.

_¡Mamáaaa!
_Solo una mordidita, se ve exquisita. Mmmmmm. Está deliciosa.
_Devuélvela.
_Está bien cómetela golosa.
_Yo quiero. 

Dijo el niño, mientras el perro ladró de una manera que nuca antes lo hizo, esto le llamó la atención al muchacho quien le entregó toda su atención al canino olvidándose de la roja manzana.
Después de que la joven terminara su deliciosa manzana depositó en el bote de la basura lo poco que quedó de la manzana, lo cual era casi nada, unas semillas y los receptáculos que las contienen.

La joven salió con una de las vecinas, precisamente la hija de Elenita, estas hablaban de su primera vez, la hija de Elenita le comentaba a la chica como y con quien lo había hecho, a lo que Zulema escuchaba con atención y emoción.

_¿Y tú, ya lo hiciste y con quién? Pregunto Irazema, hija de Elenita.
_Nooo, ¿cómo crees? aún soy virgen, será porque no me he enamorado y quiero que la primera vez sea con alguien a quien ame y que también él me ame.
_Me parece bien, yo ya no pude esperar a uno como dices y cuando sentí en la fiesta de los Rodríguez me acosté con un chico bello, creo que estaba drogada y eso me hizo perder el control, pero bueno, ya lo hice, y no pienso dejar de hacerlo, ya veras lo mismo te sucederá a ti es tan rico. 

En eso Carmen pidió a Zulema que entrara pues la cena estaba dispuesta y su padre recién regresaba del trabajo y venía con mucha hambre.

Zulema se despidió de Irazema y entró, la cena se realizó de lo más normal, con las charlas de siempre, cenaron y después de ello, el chico se retiró a su cuarto junto a su perro para hacer las tareas, Zulema subió también al cuarto a chat con sus amigos. 

Se quedaron en la cocina los esposos lavando los trastos, Carmen lavaba mientras que Charles secaba, estaban muy juntitos hablando cosas sin importancia, pero para Carmen esta noche sucedía algo extraño en ella. 
De pronto escuchó de nuevo su nombre al oído muy sensual, este susurro que ella creyó le llegó de su amado Charles le provocó que de los pies le subiera una extraña temperatura la cual se iba incrementando a medida que se le acercaba a su entrepierna, cuando esta le llegó a este lugar sus piernas casi no la sostienen, ella ahora se encontraba muy excitada como nunca en su vida lo había estado y con malicia inicio una pelea de agua con su esposo, pero la más mojada en todo el sentido de la palabra era ella, su prenda de vestir estaba empapada y dejaba a los ojos de su esposo sus muy bien cuidados senos, este no pude evitar excitarse también y él los tomó entre sus manos, ella le colocó los brazos por su cuello y se los acercó a la boca, después se le encarama y lo enrolla con sus también bien trabajadas piernas, este sintió que lo caliente de entre sus muslos lo quemaba.

_Estás que quemas.
_Te quiero adentro de mí... ¡Ya!
_Pero no aquí, pueden bajar los niños.
_Al diablo con los niños, ya deben estar dormidos.
_Mejor subamos.
_Esta bien, te la chuparé, te cogeré, esta noche no la olvidarás.

Dijo mientras su Charles la subía por las escaleras, ella no dejaba de besarle y de apretar sus piernas contra él, este casi no podía caminar. 

Por fin llegaron a su recamara y ella lo empujó sobre la cama, le desgarró la ropa, ella tenía en su cuerpo una fuerza increíble la cual asustaba a Charles, pero a la vez le gustaba, jamás antes su Carmen le había hecho lo que ahora le hacía, ella prácticamente lo cogía, lo violaba, Charles no se percató del colorado extraño de sus ojos, ella lo acabó, este quedó profundamente dormido, el único que escuchó los quejidos y toda la faena fue el Cocker, el cual chillaba en silencio de miedo. 

Luego de terminar se le fue desapareciendo el rojo de los ojos y ella regresó a ser la Carmen de siempre, observó todo lo que había pasado en el cuarto; pedazos de telas por cualquier parte, ella completamente desnuda y Charles con tremenda sonrisa en sus labios, ella no recordaba del placer disfrutado esa noche, al contrario, ella estaba asustada de lo que pudo suceder en el cuarto pues realmente estaba echo un desastre, no hubo lugar en donde no estuvieran con su esposo amándose.

Ella sintió como le llegó a su espalda desnuda un aire muy frío, como si alguien le soplara lujurioso, pero el aire no era cálido, era muy frío que se le heló la espalda, hasta la columna, esto la obligó a voltear pues realmente sentía que alguien o algo estaba soplando a su espalda, pero no, nadie, solo se encontró de nuevo con el Árbol, cuando sus ojos incidieron con este, ella vio como este se mecía, lo hacía de una manera inusual, esta vez no había vientos que le hicieran que se moviera y ahí quedó viendo al Árbol, maldiciéndole en mente y corazón.

Fue entonces que del Árbol sin dejar de mecerse se dejaron oír unos gemidos muy excitados, unos muy parecidos pero elevados de tono a los que ella hizo hace unos minutos en ese cuarto, ella le puso atención a los quejidos y a las porquerías que con ellos muy agitados se escuchaban, ella reconoció a la excitada y vulgar voz y gritó mientras corría al corredor.

_No, mi hija no desgraciado.

Mientras corría con rumbo hacia el cuarto de Zulema, el viento se le antepuso y este no le permitía avanzar como ella deseaba, pero tomándose de donde pudo, ella lentamente avanzaba y mientras lo hacía lloraba y repetía...

_No, mi niña no, por favor mi niña no...

Pero del cuarto de su hija se escuchaban los gemidos, quejidos muy pausados y las groserías que serían censuradas en una película porno por ser tan sucias. 

Por fin se agarró del picaporte de la puerta del cuarto de su niña, y esta, ella sintió como por entre sus dedos y su mano empezó a girar, la puerta se abría sola, se escuchó un muy horroroso e irritante rechinar, como si se abrieran las puertas viejas y muy oxidadas de la entrada al infierno. 

Mientras esta se abría lentamente, la perilla no le permitía soltarla y a la vez de que se abría también jalaba a Carmen, ella deseaba cerrar sus ojos, tapar sus oídos, pero esto no era posible, a sus oídos los sonidos prohibidos del más sucio y duro sexo y sus parpados pareciera los tenía engrapados en la parte superior, como si herramientas quirúrgicas para una cirugía ocular no le permitiera cerrarlos, eran sus cejas las que los jalaban para que abriera muy bien sus ojos, sus pestañas eran metales que le jalaban de tal manera sus pestañas para que sus ojos se le saltaran hacía donde estaba la acción, ella lloraba sin poder hacer nada más que ver y oír a su pequeña. 

Una vez abierta la puerta, así como sus oídos y ojos, la niña en medio de la cama haciendo movimientos pélvicos para cogerse al que le daba por el culo, con sus manos masturbaba a otros dos, y dejando un sonido metálico escapar de su boca por la cual le colgaba una baba de saliva y líquidos seminales que resonó por toda la habitación cuando soltó de su boca el miembro del que se la chupaba, Zulema le dice entre gemidos y con la voz entrecortada por las embates sexuales.

_Holaaa mamiii, ven y úuuunete a nosotros, esto está deliciosooooo.

Le llegó uno de tantos orgasmos, después de gritarle esto a Carmen se mete en la boca de nuevo el miembro del que tenía adelante.

_¡No, deja a mi niña, hazme a mi lo que quieras pero a ella nooooo, Maldito Árbol deja a mi niña, ella aún es virgen!
_No madre, ya no. -Dijo Zulema pero con una voz satánica- ¡Jajajajajajajajajaja!

La voz satánica siguió hablando y dijo. 

_Ven y únete a nosotros, disfruta de una buena cogida. ¿Estaba jugosa y deliciosa la manzana verdad?, ese solo fue el preámbulo para esto.
_¡Maldito. Te maldigo!
_¡Jajajajajajaja!, Nada me da más placer que tu maldición. Tu hija esta deliciosa.

Los que violaban a Zulema eran una especie de sombras negras con figuras humanas y con características Africanas, las cuales a veces se desvanecían y quedaba solo la chica sobre la cama en escena pornográfica, mientras qué Carmen no podía hacer nada más que ver como impotente violaban a su pequeña Zulema...



Continuará... 



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