lunes, 26 de marzo de 2018

La Culoncita


Adal es el nombre de un primo que rara vez llegaba a nuestra casa y un día sin más ni para qué Adal llegó. Se escuchó el timbre anunciando que alguien estaba llamando a la puerta, mi madre quien se encontraba en la cocina preparando un suculento almuerzo (no recuerdo uno que no lo fuera y como los extraño), gritó.

_¡Llaman a la puerta, ve y abre huevón!

Como cosa rara mi madre ese día estaba de mal humor y yo con tremenda hueva y una consigna en mi mente; la culoncita. Y para cuando mi madre gritaba en ese tono, su grito resonaba por toda la casa, las paredes temblaban, el piso se hundía, su eco era más aterrador que el mismo grito. La hueva salió de mi cuerpo, bien que la vi huyendo hacia el techo y yo ya me encontraba enfrente de la puerta.

_No te preocupes madre yo abro.

Dije con seguridad pero aun mis piernas temblaban y se balanceaban pues el suelo se abría aún.

_¡Hola primo!

Dijo Adal con su característica amabilidad y jocosidad, nos fundimos en un fraterno abrazo. Luego entró y preguntó.

_¿En dónde está la más linda de las tías?

Mi madre que seguramente estaba atenta y reconoció su melosidad dijo.

_¡Aquí estoy hijo entra!

Dijo mi madre ya con Dios en su cuerpo, el exorcismo había dado resultado con la inesperada visita de nuestro pariente y con mi agradable ofrecimiento para abrir la puerta. Adal caminó hasta la cocina y mientras lo hacía iba agradando a mi madre con lo rico que olía lo que cocinaba, este estaba en todas las jugadas, yo tomaba la película para en un futuro cercano dominar a la fiera que mi madre guardaba bajo su piel de cordero.

_Que delicia tía, ya se me abrió el apetito.
_Que bien hijo porque hay para todos y hasta para repetir.

Por aquellas fechas de bonanza mi madre se caracterizaba por hacer comida como para todo un regimiento del ejército, esto era a consecuencia de que hubo un tiempo en el cual yo aun no nacía y la situación era precaria, a pesar de que mi madre venía de una familia acomodada pero ella era muy orgullosa y mi señor padre, el cual tenía un excelente puesto político pero todo se lo consumía en licor (pero esta es otra historia) ese problema psicológico era la causa de que en la casa siempre abundaba la comida, era tanta que mi amada madre salía
con platos de comida para la vecindad, recuerdo que para una semana santa mi vecino don Tono, le dijo a su esposa que no hiciera comida para él pues, doña Blanky seguro había hecho pescado forrado y lo esperaba con una ansiedad, pero para la mala suerte de don Tono y la alegría de su esposa en esa oportunidad mi madre hizo pero otro platillo típico para la ocasión, don Tono dijo -Hoy me jodió doña Blanky (esta también es otra historia).

_La mesa está servida.

Dijo mi madre y Adal y yo nos sentamos ansiosos y con mucha hambre pues, el almuerzo olía delicioso.

_¿Se lavaron las manos?
_No.
_Pues se las lavan, seguro se tocaron los coyoles chucos.

Como niños malcriados nos dirigimos al lavadero a lavarnos, una vez con las manos descoyoladas regresamos a la mesa, en ella ya el resto de la familia. El almuerzo estuvo como todos, delicioso, y el primo fue el que hizo la diferencia ese medio día. Después del almuerzo nos recostamos por un rato, ya cuando dieron las cinco seguíamos en el cuarto hablando de culitos y cosas de jóvenes cachondos.

_Ya va siendo hora.
Dije mientras me levantaba.

_¿Hora para qué?
Dijo Adal aún recostado.

_Ah, es que a esta hora salé por el pan una chavita bien buena, tiene un culito bien rico.

Adal que era uno más calenturiento que yo y unos años mayor se puso de pie como si uno de los resortes lo hubiera expulsado de ella.


_Pues ¿qué esperamos? Vamos por la Culoncita.

Salimos para la esquina, justo enfrente del Árbol de don Mario.

_Ya se creció el Árbol de don Mario vos. Dijo admirado.
_Esta calidad ¿verdad? Mira allá viene, mírale el culito.
_Esta bien rico vos. ¿Y qué pasa que no es tu novia aún?
_Es por un tal Oveja.
_¿Oveja?
_Sí, así le dicen al chavito y está bien colgado de la Culoncita.

Ella caminaba por el otro lado de la calle, siempre que lo hacía se percataba de que yo estaba esperando por ella al otro lado de la calle, yo que me conformaba con ver ese cuerpecito y ese culito, era como una hormiguita o una abejita, cinturita y esas caderas que ¡huy!, sin nada de abdomen, este era plano como una tabla, senos ni grandes ni chicos, cabellera negra, lacia abajo de los hombros, nariz respingada, como de 16 años, era linda la Culoncita.

_¡Puta primo esta linda la chica! ya deberías de haberla ingresado a tu inventario.
_Es por el Oveja.
_Ese Oveja que vaya a buscar el amor de su madre. Vamos y le hablamos, por lo que veo no le sos del todo indiferente, me fijé como te vio de reojo y además se sonrió, disimuladamente, pero esa es una invitación para que le hables.
_Lo sé.

Al rato, lo que se tarda en llegar a la panadería, en ser atendida y regresar, eso era suficiente para mí a diario, luego entraba en una calle, la contraria a donde yo estaba parado y la veía caminar hasta que llegaba a su casa y antes de entrar ella veía si yo aún la observaba, verla caminar de regreso a su casa era para... Bueno una imagen que hasta el día de hoy la recuerdo y me reprocho mucho lo que les sigo contando.

Esa noche nuestra charla, una vez regresamos de vacilar con los cuates (otra historia más que luego les cuento), nos cogió la madrugada, una fría, pues la navidad estaba muy cercana, mi madre pasó por la puerta y la tocó y dijo.

_Levántense huevones que el desayuno ya esta listo. Y se lavan las manos porque seguro se estaban rascando los coyoles. 
_Esa mi tía que jode, jajaja.

Ese día por la tarde nos encontrábamos con Adal, bajo el Árbol de don Mario y en eso.

_¿Ves al que viene por allá?
_¿El colocho de mierda?
_Sí.
_¿Qué hay con él?
_Es el oveja.
_Ese cabrón es el Oveja. Llámalo lo vamos a ahuevar, le diremos que yo soy el novio de la Culoncita. jajaja.
_Pobre, mala onda.  
_Divirtámonos un rato, vamos llámalo.
_Bueno, pero no se te pase la mano.
_Llámalo.
_¡Oveja! Vení.

El Oveja llegó con su caminar de mula, moviendo la cabeza para uno y otro lado, como si al caminar en lugar de andar bailara, aquel era un chiquilín de apenas 15 años y según recuerdo no había tenido novia, y esta colgado a morir de la Culoncita.

_¿Qué onda?
_¿Qué onda mi Oveja, para donde vas?
_Para donde el Pando.

El pando, era Oswaldo, un duro junto con su hermanito para conquistar chavas, este par de hermanos conocían sin mentir a todo el gremio femenil del barrio y más allá, a su hermano pequeño le decíamos el Tiburón (pero esta también es otra historia) Ah, y da la casualidad que el Pando vivía al lado de la Culoncita, era por el Pando que yo sabía que el Oveja estaba colgado de ella.

_¿Seguro el Pando te está haciendo el conecte con la Culoncita?
_Eso me dijo, ojalá y no sean pajas.

Dijo un Oveja bien ilusionado, al cual le brillaron los ojos cuando lo dijo. Entonces Adal quien estuvo callado, entró en acción con su actuación.

_¡Woo, Woo! ¿No estarán hablando de mi Culoncita?

Dijo este poniéndose de pié y muy agresivo. Yo lo calme y le pedí que se sentara, mientras que el Oveja estaba pálido. Este siguió con su drama.

_Vos querés con mi novia la Culoncita, la que vive justo atrás de nosotros, justo en esta calle, en la casa de color verde.
_Pues, ella que yo sepa no tiene novio.

Dijo el Oveja tartamudeando y cuasi blanco, mi primo se puso de pué otra vez (lo estaba disfrutando) y sacó de su bolsa una navaja, la cual era inseparable y le servía cuando en el pueblo salía de cacería para quitar la piel a su presa (otra historia). Yo cuando vi que el Oveja casi se nos desmaya, salí a su rescate.

_Tranquilo chavo, el Oveja solo esta bromeando ¿verdad?


Pero el muy culicagado valentón dijo.

_No, no estoy bromeando y el Pando me dijo que no tenía novio y yo a vos no te he visto nunca, así que esas son pajas y si querés usa esta tu babosada.
_Tranquilo, guarda esa porquería, puede verte la policía y aquí no estás en el pueblo cabrón y te vas al bote.

Dije, pues la broma se estaba saliendo de las manos, pero el Oveja se mantuvo estoico y huevudo a la altura de alguien que debe estar muy colgado para actuar de esa manera.

_Sabes qué Oveja mejor lárgate.
_El Oveja, con el rostro blanco como un papel bond, todavía nos dio la mano y se fue con rumbo hacia al casa del Pando. 
Mi primo soltó la carcajada y dijo.
_Tiene sus huevos ese Oveja primo, creo que se ganó el derecho a ser el novio de la Culoncita, ¿no crees? 
_Pues, creo que sí, sin duda esta colgado. 

Dije con la moral por los pies, me la había ganado a la buena, una pelea en la que la Culoncita no tuvo nada que ver, no pudo elegir, ella ni enterada.


Para el 24 de diciembre, mi primo aún estaba con nosotros y yo estaba invitado a la fiesta que se llevaría a cabo en la casa del Pando.

_Vamos al toque primo.
_Vamos pues. Dijo Adal.

 Y salimos hacia la casa del Pando, la música sonaba por afuera de la casa, y esta estaba llena, nadie fallaba a una fiesta del Pando, pues allí estarían todas las chicas del barrio, llegamos y entramos, al hacerlo el Oveja estaba bailando con la Culoncita como se lo ofreció el Pando, este palideció al ver entrar a mi primo a la fiesta y más cuando este sin más ni para qué se dirigió hasta donde ellos estaban y yo no lo pude detener, el pobre del Oveja seguro pensó que se le avecinaba una buena taleguiada, pero no era así, mi primo llegó hasta donde ellos estaban y esto le dijo al Oveja.

_Te felicito mano, sos huevudo, todo era una broma yo ni conozco a la chica, así que éntrale mano, así como tuviste los huevos de enfrentarme, con esa seguridad pedile que sea tu novia, llevas las de ganar  y por el Sergio no te preocupes, aquel piensa igual que yo.

Se dieron la mano y el Oveja respiró con alivio, Adal regresó hasta donde me encontraba solamente observando y mientras venía se detuvo con un par de chavas y luego de un par de palabras, pues mi primo era un cabronazo para conectarse, cuando sentí estaba con ellas a mi lado y me presentó a la que sería mi pareja esa noche. La Culoncita cuando me vio, bailar y ya no volver a verla se hizo novia del Oveja. El mejor regalo para el Oveja esa navidad, después del ahuevón fue hacer realidad su primer noviazgo y vaya que para estrenarse no había nada mejor que la Culoncita, pero se la merecía.



Tomado del libro: "Historias de un Adolescente Tímido 2" por Sergio Raga.



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