martes, 26 de septiembre de 2017

AMANTE SERIAL 2


Viajaban en un vuelo internacional, un hombre con su esposa; de España hacia Colombia, regresaban de un viaje de placer, una especie de luna de miel, que su marido le regaló luego de una confusa y supuesta traición de él para con ella.
Durante el viaje, el hombre se sintió mal, un ataque de ansiedad, necesitaba hacer algo. pues ya antes de salir de España se había tomado su ansiolítico.

_No me siento bien...
_¿Qué te sucede mi amor?
_Creo que es una crisis de ansiedad...
_Trata de controlarlo, pues estamos a unos cuantos cientos de pies sobre el océano.
_Lo sé y eso no me ayuda en nada; disculpa, voy al baño o veré que hago para tratar que así se me pase. Con tu observación me has subido el nivel de ansiedad; gracias mujer. Dijo el hombre a su esposa muy molesto, quien quedó sentada con la pena a flor de piel. 

El tipo se dirigió hacia los baños, para así evitar que los pasajeros se dieran cuenta de su nerviosismo. Mientras avanzaba por el pasillo, iba cuasi topándose con los asientos de los demás pasajeros; el hombre sentía que nunca llegaba.

_Perdón... Qué pena... Disculpe usted...

Por fin llegó, y al acercarse, escuchó unos deliciosos gemidos, esto llamó su atención y lo sacó de su introspección y susto. Observó que un poco más adelante de los baños, por detrás de una cortina que separaba al resto de los pasajeros con la estación de las azafatas, justo de ahí salían los gemidos; con mucho cuidado se acercó al lugar de donde llegaba aquel delicioso y excitante sonido, era evidente que algo candente sucedía luego de aquella cortina, así que se acercó muy sigilosamente. Cuando estuvo a punto de tocar la cortina con su dedo para hacerla hacia un lado, con un movimiento justo para observar a quien producía tan excitantes, deliciosos y sugerentes sonidos sexuales. 

_¿Qué hace aquí señor?

Le llamó la atención una hermosa señorita, se trataba de una trigueña de ojos celestes, de cabellera lacia que le sobaba los hombros, en su parpado izquierdo un inquietante lunar de color café, muy pálido, pero que contrastaba de maravillas con su bello rostro.

_Perdón señorita, resulta que tengo un ataque de ansiedad y mientras me acercaba al baño, escuché un extraño sonido, uno que jamás antes escuché, y pensé; alguien necesita ayuda y aquí estoy.
_¿Y su ataque de ansiedad? Yo lo veo muy relajado, señor,  usted  lo que es, es un fisgón; regrese a su asiento por favor. Dijo la molesta azafata de nombre Doris, así lo indicaba su gafete de las aerolíneas SW555. El hombre, quien sabía perfectamente lo que sucedía en ese lugar, no se dio por vencido, pensó que quien lo reprendía era quien estaba con alguna de sus compañeras en tremenda faena sexual lésbica, pero mientras el incidente seguía su curso entre Doris y el hombre, se escuchó un gemido delicioso y largo, otro orgasmo, solo que este si que duró. Doris no tuvo más que contarle a quien llegó con ansiedad lo que sucedía.

_Por favor señor, sea discreto, es mi compañera quien se masturba para su novio.
_¿En serio? ¿Conoce la historia de Santo Tomas...?
_Está bien, pero de esto ni una sola palabra por favor, nos podría costar el puesto. Entre.
_No se preocupe señorita, soy una tumba.

Doris entró al curioso ansioso, lo colocó por detrás de la cortina para no llamar la atención de nadie, y este al ver a la bellísima mujer con las ropas a media asta, dándose placer para su novio a través del celular, ella no tuvo tiempo para percatarse de que estaba siendo observada por uno de los pasajeros; quien llegó con un ataque de ansiedad y que ahora estaba boquiabierto, al ver el escultural trasero de la azafata, de una de las nalgas, un enorme lunar de una particular forma, esto le daba cierta exótica belleza al trasero de la chica que por ahora estaba a punto de que le llegara otro orgasmo y con este no le quedó más que agacharse y taparse la boca para evitar ser escuchada por el resto de pasajeros, pero a pesar de ello no pudo evitar que se le escapara el delicioso sonido. Para ahora el ansioso, ya no lo estaba, pero si estaba con una tremenda erección, la cual se le notaba, Doris observó que el pasajero calzaba número grande, él notó que era observado por la bella trigueña, y cuando se vieron a los ojos cada quien, uno al otro, luego de un caliente instante, los dos sucumbieron, como aquellos muñecos de los años setenta, muñecos besadores, los cuales tenían en sus cabezas un imán que los atraía, a ellos les sucedió lo mismo, fueron atraídos por la pasión y se entregaron las lenguas, ella le cogió por la entrepierna, mientras que él la subía sobre uno de los muebles, ya con la falda hasta la cintura y entonces la otra salía ya vestida y como que nada, con el celular en su aún olorosa mano, olor a su sensual entrepierna; ella cuando vio a Doris se hizo a la cortina para evitar que su compañera, quien ahora disfrutaba de la magia del sexo clandestino no fuera sorprendida, le devolvía el favor, pero claro, se preguntaba quien era el extraño que le hacía el amor con frenesí a tan linda mujer. 

Ninguno de los tres se dio cuenta de que en el baño había alguien que observaba, quien había escuchado todo y que disimuladamente tenía la puerta del baño abierta para observar con detenimiento todo la actividad que sucedía en la cabina de las azafatas, se trataba de Fernando Escribano, el famoso escritor. Una vez Escribano con los detalles en la mente y luego de que por enfrente de la puerta del baño pasará satisfecho el pasajero ansioso, ahora feliz y muy relajado con rumbo hacia su asiento, lugar en donde lo esperaba su esposa muy preocupada.

_¿Cómo te sientes?
_Ya bien, tranquilo, gracias.
_Pero ¿qué sucedió?
_Nada, estas azafatas que se las saben de todas, todas, creo que han recibido un curso de psiquiatría pues, nomas me vio, supo que llevaba un severo ataque de ansiedad y mírame, me curó, me estabilizó, ahora me dormiré un rato.
_Está bien mi amor, bendita azafata. Dijo la esposa del suertudo y ansioso pasajero.

Mientras tanto, Escribano regresaba con rapidez a su lugar, pues, le faltaba un capítulo para terminar otro de sus famosos libros: "Amanta Serial". 
Se sentó, sacó su ordenador y escribió el último capítulo de su próximo Best Sellers de la saga: Amante Serial. 

_Disculpe, ¿no es usted el famoso escritor Fernando Escribano?
Preguntó alguien de los pasajeros. Y agregó.
_Podría firmar mi libro...

Dos meses después... 

_¡Doris! ¡Doris!
_Si mi amor, estoy en la recamara.

El esposo de Doris entró en el cuerto, donde se encontraba Doris depilandose su parte íntima.

_¿Qué sucede mi amor?
_Quiero qué me expliques que significa esto que escribió Escribano sobre ti...
_¿De que hablas? no comprendo...
_De lo que dice el capítulo número diez del libro Amante Serial, el capitulo titulado: Sexo en las alturas. Relato de dos azafatas.
_Maldito Escribano, es cierto, ahora lo recuerdo, él iba en ese vuelo. Desgraciado de Escribano. Pensó Doris. 

Luego ella se dio vuelta dejando a la vista de su esposo su vulva excitada y dispuesta a ser poseída.

_Pero luego me explicas esto...

Mientras Doris satisfacía a su esposo y pensaba en la excusa perfecta, en otro lugar de la cidudad.

_¡Oye Claudia! Jamás recibí tu video erótico que se supone me enviaste mientras volabas de Europa a Colombia...



Los libros de Fernando Escribano han tenido mucho éxito debido a que todas sus historias son basadas en experiencias personales. Así que tengan cuidado, porque en la próxima de la serie; podrías ser tú una de sus protagonistas.


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