jueves, 19 de julio de 2018

Volando llegué. Ven y volemos juntos


Eran los sesenta y llegué volando, que magnífica la vista, todo era poco pero el amor era infinito, volando llegué y en mi lugar me quedé, junto a mí, toda una familia ya completa, nada que hacía falta, por eso siempre creí que volando llegué y me quedé.

Eran los setenta y yo seguía volando, algo había cambiado y en mí algo se fraguaba, pero yo seguía sin comprender, no lograba entender que era esa magia que me permitía volar.

Eran los ochenta y por esa década dejé de volar, será que me cansé, eso no lo sé, mientras descansaba descubrí que había otras cosas fantásticas como volar y aquello era el amor de mujer, con cada beso, con cada caricia si que volaba, a mi lado la chica también lo hacía, yo pensaba que en el amor no había tiempo que perder así que no importaba si volaba o no, lo importante era descansar cada semana en nuevos brazos, y así fue, que maravilla de vida la mía. Llegué volando, me mantuve en el aire y hoy descanso entre muchos brazos y labios que le dan frescura a mi vida.

Eran los noventa y ya hacía mucho que no volaba, ya no lo recordaba, tampoco habían más brazos que quisiera encontrar, mi sed la saciaba únicamente los labios de una mujer, llegaron más alegrías y con ellas muchos desvelos y responsabilidades. Ahora había olvidado que un día pude volar.

Llegó un nuevo siglo, era el dos mil, yo me encontraba sobre la cumbre y desde ese lugar rodeado de fuertes y jóvenes águilas, yo al centro, observaba como el tiempo pasaba, me decía; por qué no le temo a las alturas, era porque así fue que vine a este mundo, como esas águilas, un día llegué volando.

Pero en un pequeño descuido con una pequeña piedra tropecé y por el desfiladero rodé y nada me podía detener, caía y caía y yo asustado solo veía, jamás algo así me había pasado, las águilas a mi paso extendían sus enormes y fuerte alas y se elevaban perdiéndose por entre las nubes, fue entonces que a mi mente de golpe todo regresó, recordé que podía volar; alcé mis brazos como lo hacían aquellas enormes aves y me encontré de nuevo volando, pero no crean que literalmente volaba como si fuera otra de aquellas majestuosas aves, yo de nuevo empecé a volar con mi imaginación y así fue que me encontré con mi esencia, con mi propia ser, ese que un día me trajo hasta aquí volando, 
pero lo que siempre me mantuvo por el aire era esta imaginación, yo ni enterado, ahora lo comprendo todo, ahora todo tiene sentido, encontré lo que me hace ser, lo que soy, lo que siempre fui...

Una vez alguien me dijo; vaya que imaginación la tuya. Esa frase hasta hoy tuvo sentido y por eso estoy hoy aquí, compartiendo con todo el que quiera escuchar mi historia, que venimos a este mundo con algo particular que tarde que temprano toma sentido, pues nunca lo has sabido. 

Lastima por aquellos que llegaron un día y al otro se fueron y nunca descubrieron para lo que los enviaron. 

Por mi parte yo se a que vine y en esas estoy, todo lo que un día hice sin saber cómo ni por qué, ahora lo sé. 

Que bien que se siente hacer lo que traes por dentro, descubrir ese don que Dios te dio, que te hizo un Quijote. Así que toma mi mano y vuela conmigo. 

Venite volando, toma mi mano y viajemos juntos por el maravilloso mundo de las letras, lugar en donde no hay más límites que los que tú mismo te pongas. 

Venite volando, inventemos nuevos mundos, nuevos seres, nuevas historias, historias nunca jamás contadas ni imaginadas.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario