martes, 24 de julio de 2018

Mrs. Robinson (las canciones de mi vida)


Era el verano del 68 y el calor era insoportable, yo un pibe pre adolescente que caminaba por el polvoriento camino con rumbo a casa de los Robinson, esperaba que mi amigo de toda la vida Roy me acompañara al río, iba despistado pateando una piedra que en el camino me encontré simulando una pelota de fútbol, cuando estuve parado frente al correo la patee y esta rodó hacia abajo de la calle, me dirigí con la hueva adentro de mí hacia la entrada principal de los Robinson y como casi era de la familia no llamé a la puerta; la abrí y lentamente la abrí por aquello de no ser inoportuno, mientras se abría esta emitía un chillido por falta de mantenimiento, esto hizo que lo hiciera más lento y de igual manera la cerré, ya adentro nadie a la vista, así que susurrando dije.

_¡Roy! ¿estas aquí amigo?

Y el silencio respondió, esto me intrigó, dónde estaba mi amigo Roy, así que seguí atravesando la sala y para cuando estuve en medio algo afuera en el patio llamó mi atención; era Roy entretenido con una tarea que le dio su padre, eso fue un alivio para mí, pues mi amigo de toda la vida se encontraba en casa y no había caminado por largo trecho bajo tremendo e inclemente sol, así que confiado me encaminé a encontrarme con mi amigo Roy, pero algo me detuvo justo cuando pasaba por las gradas que llevan al segundo piso, eran unos sonidos que jamás en mi vida había escuchado, eran una especie de quejidos de dolor, o de angustia, algo malo pasaba allá arriba, yo pensé que no era mi problema así que seguí mi destino, el cual era Roy, pero cuando avancé unos metros los quejidos subieron de tono y eso no me gustó, así que decidí revisar; que tal y alguien necesitaba de mi ayuda, que tal si alguien estaba muriendo y yo le salvaría la vida, eso me convertiría en un héroe, entonces regresé y subí por la escalera que lleva a los cuartos, cada que avanzaba los lamentos eran mucho más sonoros, creo que venían del cuarto principal, caminé de puntillas para no ser descubierto por quien le causaba daño a alguien, mi corazón iba algo agitado, pues no todos los días serás un héroe del poblado, cuando llegué a la puerta del cuarto de los señores Robinson, sí, era de allí que venían los quejidos, miré a través de la mirilla pero no logré ver nada, así que tomé valor y muy lento, mucho más que lo hice en la puerta principal abrí y la hoja de la puerta me iba permitiendo observar lo que sucedía adentro y por fin iba a saber quien se quejaba de manera tan desesperada. De pronto mis ojos de pibe se encontraron con la procedencia de quien aun se quejaba; se trataba de la señora Robinson, quien se encontraba completamente desnuda sobre su esposo, haciendo movimientos novedoso para mí, pero eso no fue lo que agitó a mil a mi joven e inmaduro corazón, lo que lo puso así fue porque era la primera vez que mis tiernos ojos veían a una mujer completamente desnuda, aquella imagen fue y será por siempre maravillosa, la señora Robinson era espectacular, creo que desde esa calurosa tarde yo me enamoré para toda la vida y nada menos que de la madre de Roy, lo que no comprendí era porque gritaba de dolor y esos movimientos de su maravilloso cuerpo lleno de sudor. Ahí estuve por todo el momento que ellos me lo permitieron pues, jamás se enteraron de que estaban siendo observados, por entre mi entre pierna sentí por primera vez que mi pilín tenía vida propia y por mi cuerpo corría un sacudón de energía inexplicable, no era desagradable, era algo que me asustó pero me gustó, cuando aquello terminó la señora Robinson dejó de sufrir y cayó al lado de su esposo con el pecho muy agitado, yo me asusté y cerré el sonido de la puerta convergió con el de su cuerpo cuando cayó casi desmayada en la cama. Corrí por el pasillo con el momento y la imagen grabados en mi mente y mi pilín duro, bajé las gradas, pude tropezar y morir, pero no habría importado, seguí sin parar hasta que estuve junto a Roy.

_Hey, ¿qué traes que vienes tan agitado y desorientado? se te ven los ojos desorbitados.
_Nada. Hola Roy. ¿Quieres ir al río? hace mucho calor.
_Está bien vamos, les avisaré a mis padres
_¡¡No!! Creo que ellos estarán de acuerdo, además están muy ocupados como para darse cuenta de que no estaremos por un rato.
_¿Cómo lo sabes, cómo puedes estar tan seguro
_Solo lo sé, vamos, aprovechemos que esta muy caluroso, el agua debe estar de lujo.

Dije mientras corría con rumbo al río y atrás mío Roy, gritando espérame. En mi mente, la imagen maravillosa de la Sra. Robinson. Aquel fue el mejor verano de mi moribunda inocencia y niñez. 

Habían pasado ya casi diez años de aquel maravilloso verano y de aquella imagen que me acompañó por muchos años en la cama antes de dormir, no podía olvidar a la Sra. Robinson, para ahora ya eramos unos jóvenes, seguíamos siendo unos adolescentes, pero ya con experiencia en lo sexual y me sonreía cada que tenía sexo y a mi pareja le atrapaba un orgasmo, sus gemidos eran iguales a los de la Sra, Robinson, y el mío era supremo porque recordaba la maravilla de mujer, el majestuoso cuerpo que no podía olvidar y que para ahora ella aún lo cuidaba y lo mantenía. Habían pasado ya unos cinco años de que la Sra. Robinson había enviudado y eso era una pena para una mujer como ella, mujer asediada por los hombres del pueblo, pero ella era una dama y no recuerdo que haya tenido una cita amorosa, las que tuvo fueron por cortesía, para cubrir su soledad, no se volvió a enamorar, en su casa ella y Roy, quien la descuidaba y la dejaba sola por largos períodos de tiempo, yo fui quien estuvo siempre al tanto de la Sra. Robinson, con regresos a menudo, a merendar, a cenar, a almorzar o simplemente a hacerle compañía, pero mientras ella me contaba sus anécdotas de tiempos pasados en mi mente y recuerdos sus gemidos y su sudado cuerpo, el cual aún estaba lindo, yo la observaba desde sus lindos pies, pasaba por sus pantorrillas, por sus rodillas, eran perfectos, seguía por sus largas y bien formadas piernas, las que cruzaba sin malicia, yo seguía mi tour sin detener a la imaginación, al fin de cuentas conocía bien su cuerpo, no solo por aquella ya lejana tarde de un verano caluroso, sino porque la seguí observando durante todo este tiempo acariciando su cuerpo encerrada en su cuarto y gimiendo de esa manera que me enloquecía, yo la deseaba como nunca antes desee a nadie, y eso, que habían unas chicas de mi edad que eran unos lindos bombones, que no pasaban desapercibidas para ojo de hombre, yo la observé muchas veces masturbándose en la bañera, en su cama, en su sala, pobre de la Sra, Robinson, seguro ella cuando lo hacía recordaba los momentos de pasión con el difunto Sra. Robinson. No era un mirón, ni fisgón, simplemente era que sin saberlo estaba perdidamente enamorado de la Sera Robinson. Pues seguía mi tour por sus caderas, luego ese abdomen que el tiempo no ha podido hacerle estragos, luego esos senos tan firmes como lo fueron antes de amamantar a Roy, y su cara, rostro angelical, ojos de un profundo azul, cabellera larga, crespa y negra; era perfecta. 

Señora Robinson conozco, sus lunares más íntimos, el lugar que le provoca más placer, la hora en la que le gusta hacer el amor, Sra. Robinson conozco todo de usted y usted sin saberlo.

Para cuando se acercaba la fiesta de fin de año y graduación, yo me encontraba con una encrucijada, debido a mi interés por la Sra. Robinson no había podido aprender a bailar y esa fiesta era importante para todos, una de las chicas más populares y lindas del colegio me había echo llegar su invitación para esa noche y la invitación no era solo para pasarla bien en el baile, era para pasarla mejor después del baile, según me hizo entender era aun virgen y su sueño era perder su virginidad esa noche conmigo, yo sin embargo deseaba estar con la Señora Robinson. 

Esa tarde a unos días del acontecimiento en el colegio, me acerqué a la casa de Roy, sabía que él no estaba, así que llegué y como siempre fui recibido por la señora Robinson.

_Hola Herald. Roy, ya sabes que no está, casi nunca está.
_Lo sé y no vengo a buscarlo a él, vengo a buscarla a usted Sra. Robinson.
_Ah. ¿y a qué debo ese honor? Dijo con esa sonrisa tan hermosa.
_Quiero pedirle un favor.
_¿Qué favor Herald?
_Como usted ya sabe se acerca el día del baile anual en el colegio y de nuestra graduación.
_¿Cómo olvidarlo, al fin mi Roy y tú se graduarán, cómo han crecido eh?
_Bueno, sí, así es Sra. Robinson. 
_Bueno y ¿qué deseas de mí Herald?
_Me da vergüenza pero, no he aprendido a bailar, usted sabe, me refiero a esos bailes abrazados.
_Ah, comprendo ¿y quieres que yo te enseñe?
_Sí, no es problema ¿verdad?
_No, no lo es, pero no sería mejor qué tu madre te enseñe, para ella sería un honor.
_Eso sería bueno, pero mi madre es un tronco, mucho más que yo, jajaja. Pero si es problema se lo pediré... 
_No, no es problema, por el contrario, me hubiera gustado que Roy me lo pidiera también, pero cambió mucho desde que su padre murió y le gusta estar lejos de mí. Dime, ¿qué te hace pensar que yo no soy un tronco también igual que tu mamá.
_Porque ya la he visto bailar y lo hace muy bien.
_Pues muchas gracias caballero, no se diga más...

Dijo caminando hacia el tocadiscos y colocó una melodía hermosa. ella dijo que era la mejor para que alguien aprendiera a bailar, mientras ella hacia y decía yo la desnudaba con la vista, a mis oídos llegaban aquellos quejidos que me confundieron de niño. Entonces se dio la vuelta y me vio con eso lindos y profundos ojos azules, luego sonrió y me extendió sus brazos, la invitación que toda la vida esperé estaba allí. Me dirigí hasta donde ella me esperaba ya balanceando su linda humanidad al ritmo de la música y cuando me tuvo cerca a ella dijo.

_¿Veamos qué tanto sabes?

Tomó mi mano y la colocó sobre sus lindas y redondeadas caderas la otra la colocó entre su mano, la que ya no era más tersa y suave a pesar de sus cremas, ella se empezó a mover y yo la seguía mirando a los pies, para no machucar sus lindos pies. Ella me tomó por la barbilla y me levantó la cara y haciendo un movimiento me indicó que la mirada debería de ir a sus ojos, esa tarde bailamos toda la tarde, fue otra maravillosa tarde, cada que yo aprendía, ella reía muy satisfecha y me acercaba más a ella, solo parábamos para que ella cambiará otro disco y luego seguíamos bailando.

_Bueno, ya eres un tremendo bailarín, te has graduado como bailador, dejarás a la afortunada chica con la boca abierta.

Yo no dije nada pues deseaba que mi pareja fuera ella, pareja para toda la vida...

_Gracias Sra. Robinson, pero puedo venir otra tarde para practicar otro poco.
_Claro que puedes, aunque ya no es necesario, claro que para mí será divertido no estar sola y recordar estos momentos tan gratos Herald.

A la tarde siguiente y la siguiente estuve ahí, bailábamos hasta entrada la noche. Una de tantas tardes llegué, ella me dijo entra y coloca el disco que ya conoces, ya bajo. Yo coloqué el disco y esperé, pero la Sra, Robinson no bajaba, así que decidí subir para ver si todo estaba bien y la encontré en ropa interior llorando con la foto de su esposo entre sus brazos, la imagen fue maravillosa y a la vez conmovedora; ella al verme parado en la puerta de su cuarto en paños menores se exaltó y se cubrió con una bata, yo no me moví de mi lugar, ella se limpió el rostro e intentó disimular su soledad y la falta que le hacía su esposo, yo tomé valor y avancé hacía ella, mientras lo hacía se mezclaban mis recuerdos de las imágenes que se grabaron en mí aquella tarde que ella hacía el amor con su finado esposo.

_Yo los vi...
_¿Nos viste?
_Sí, hace ya casi diez años que usted estaba haciendo el amor con su esposo en esta cama y yo los vi.
_¿Qué dices?, qué vergüenza. Y ¿cómo pudo pasar?
_Eso no importa Sra. Robinson. Desde ese día no la he podido sacarla de mi mente, he soñado con usted, me hice hombre con su imagen, creo que desde entonces Sra. Robinson yo la amo.
_Que cosas dices, tienes la misma edad de mi Roy, eso no es posible. Dijo nerviosa.
_No puedo callar más Sra. Robinson, pero ya no puedo con esto, desde esa tarde yo la vengo amando, por eso siempre he estado a su lado.
_No digas más por favor.
_Lo siento Sra. Robinson pero yo no puedo callar más esto que siento por usted, conozco todo de usted, siempre he estado a su lado, sé que no ha estado con otro hombre desde la muerte de su esposo y que lo desea tanto o más que yo, conozco cada rincón de su lindo cuerpo.
_¿Me has espiado, eres un enfermo?
_No Sra, Robinson, soy un chico enamorado de la primera mujer que vio desnuda y haciendo el amor, mujer apasionada que amó a su esposo, pero ahora llegó el momento de olvidar a su esposo y de darse una oportunidad de volver a amar y ser amada. Sra. Robinson yo estoy seguro que nadie la amará como la amó su esposo y nadie la amará como la amo yo.
_Calla por favor, no digas más nada, no sabes lo que dices.
_Claro que lo sé y estoy seguro de lo que quiero y usted también lo quiere Sra. Robinson, lo desea igual que yo, si mira en el pasado verá que después del entierro de su esposo no ha habido nadie que no sea yo acompañándola, amándola en silencio, pero ya no más.

La Sra. Robinson, hizo una pausa y en su mente vio y confirmó que era cierto lo que Herald le decía y cuando ella quiso recapacitar y controlar la situación yo la besé, al principio ella no abrió la boca, no cerró sus ojos azules, ella estaba en shock, confusa, sin saber que hacer, pero no opuso resistencia como lo hizo con tantos en estos años, esto la asustaba, pero también le gustaba y lentamente se fue relajando y entre abriendo sus labios, sus ojos se fueron cerrando como cediendo a fuerte sedante, y me besó como nunca lo hizo desde que su esposo falleció, me apretó contra su pecho mientras con frenesí y locura desenfrenada nos desvestíamos: mi sueño de años se hacía realidad y la Sra, Robinson de nuevo volvería a amar, después de diez años de abstinencia, aquel momento fue el mejor de mi vida y posiblemente el de ella también hicimos el amor como adolescentes descubriendo el amor, como amantes de toda una vida, como lo harían dos locos poseídos por el amor. Una y otra vez, así nos amaneció.

Esa fue la primera y última vez, para un día previo a la graduación la Sra. Robinson ya no estaba en su casa se había mudado a la casa de unos familiares, yo al llegar y encontrar solo a Roy, sentí que el mundo se me vino encima, como si un balde de agua fría me caía. Yo llegué con la intensión de que ella fuera mi compañera de baile para esa noche, pero la decepción de una realidad me hizo regresar a mi realidad. Aquella noche de graduación vi a la Sra. Robinson desde lejos, ella no permitió que me acercara a ella, ella como lo que era una dama, siempre asediada por los hombres del lugar, pero de nadie aceptó una invitación, ella me observó detenidamente desde lejos, luego de verme con esos lindos y profundos ojos azules me sonrió y yo comprendí que mi historia con la Sra Robinson había llegado a su final, uno que ella decidió, pues de ser por mí, habría muerto cuidándola hasta su último día de vida. 

Esa noche que la Sra. Robinson desapareció de mi vida para siempre, quien me invitó para ser su pareja de baile, me entregó su virginidad y mientras hicimos el amor, yo pensé que ella era mi Sra. Robinson, al tiempo me casé con ella y aunque la amo y tenemos una linda familia, para mí estará siempre la Sra. Robinson. 

Lo que siempre me he preguntado es si ahora recordará a su esposo o me recordará a mí, o quien sabe y nos recuerda a los dos, los únicos dos hombres en su vida. Con el paso del tiempo me encontré con un despreocupado y abandonado Roy, nos abrazamos cuando nos vimos y lo primero que hice fue preguntar por la Sra, Robinson, Roy me contó como si nada que hacía un año que su madre había fallecido y que sus restos estaban descansando con los de su padre, yo me contuve y al día siguiente la visité en su tumba y cada mes la visito, nunca le faltarán mientras yo viva sus rosas rojas, nuestro secreto me lo llevaré conmigo hasta la tumba. 

Adiós mi Sra. Robinson, mi amor secreto, mi primer amor, la primera mujer que mis ojos vieron desnuda, el primer orgasmo que no olvidaré, la primera mujer a la que le hice el amor. 
Juro que jamás la olvidaré, usted fue lo mejor que me sucedió en esta y la próxima vida. 
Mi primer amor, mi único amor; la Sra. Robinson.


                       El Fin


Basada e inspirada en la canción. Mrs. Robinson de Paul Simon.
Historia de: El Graduado, P. Simon y S. Raga.



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