miércoles, 18 de julio de 2018

Cita a ciegas


No tenerte hace frío en el corazón. 

Hace tiempo que sufro de frío. 

Cálidos fueron tus besos y tus caricias. 

El destino nos hizo mala jugada al separarnos, 
alejar nuestras manos fue como una traición. 

Hoy recuerdo 
largas tardes observando a los pájaros 
y a las nubes alejarse, 
como presagio 
de muestra historia de amor. 

Hace frío y mi corazón se congela 
con recuerdos que ya no son. 

En mis adentros 
grito desesperado; te necesitamos, 
pero el tiempo y la distancia 
son ahora quien nos separan. 

Recuerdo nuestras primeras miradas 
con el miedo en el pecho y corazón, 
preguntándome 
te gustaré o no, 
la misma pregunta en ti. 

Que lindo fue saber que si hubo química. 

Largas tardes de charla 
sin saber quien eras, 
fueron nuestras almas 
las que se enamorarían, 
lo físico paso a segundo plano. 

Por un tiempo 
la felicidad estuvo de nuestro lado, 
éramos seres alados 
que volaban con aires de amor, 
sencillo fue amarte
y difícil olvidarte. 

Recordarás aquellas tardes 
hasta entrada la noche 
solamente hablando, 
hilando una madeja de amor 
e ilusión en el corazón. 

Sé que no querías 
probar el experimento de una cita a ciegas, 
la verdad yo también, 
pensaba que era mala idea, 
pero resultó ser 
la más maravillosa experiencia;
cosas del amor. 

Alguien me contó de tu desilusión 
y decidió que yo sería la solución, 
bendita conclusión, 
pues vaya que le atinó, 
se armó la confabulación
y como si fuera extorsión 
escuché por primera vez tu voz en el teléfono, 
mi corazón se estremeció, 
empezó la ilusión 
y la duda de cómo serías, 
si me gustaría 
o peor, 
si te gustaría yo. 

Recuerdas nuestra primera cita, 
fue bajo una tormenta, 
te despintó el maquillaje 
y a tu cabellera la desmarañó, 
a mí me paso igual, 
parecíamos dos pájaros 
bajo la tormenta sobre débil rama, 
soportando el vendaval. 

Esto nos causó gracia 
y decidiste nos diéramos otra oportunidad, 
para conocer la verdad, 
si había algo para salvar 
de nuestro primer encuentro,
 cada quien tomó su camino y en él, 
mil pensamientos 
nos aconsejaron si debía ser o mejor ya no. 

Pasaron varios días
y yo no me animé a levantar el teléfono, 
tú esperabas como yo 
el timbrado que no llegaba, 
ya estabas desilusionada 
pero de mi acostumbrada, 
a mí me pasó igual 
pero aguante hasta el final, 
esa tarde observando el teléfono 
este por fin timbró.

Será ella,
fue mi primera idea, 
con la emoción a flor de piel 
lentamente y aclarando la voz 
respondí; 
lindo fue escuchar de nuevo tu voz.

La pregunta fue directa; 
no te gusté, 
por eso no has llamado... 
No, yo pensé lo mismo, 
que bueno que has marcado. 

Te parece bien este fin de semana. 

Así fue, 
esa tarde sin problemas de tormentas, 
era una tarde hermosa, 
no más que tú, 
después del saludo 
y un embarazoso silencio
nos atrapó el amor 
con un eterno beso. 

Así fue cuando empezó 
nuestra corta historia de amor. 

El tiempo que duró no bastó, 
el frío invadió mi corazón 
cuando me dices que debes partir, 
el tiempo se nos fue 
en conversaciones largas, 
largas tardes hasta anochecer 
por temor a perder 
una hermosa amistad. 

Para cuando esta cambio por amor 
el tiempo fue corto 
y de aquellos días enamorados 
no queda más que este lindo y triste recuerdo. 



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