miércoles, 23 de enero de 2019

El Profesor y el Padre



Corría parte de la década de los ochentas, yo todo un profesional adquiriendo experiencia en el arte de la reparación.
Un día llegó a casa la compañera de trabajo de mi hermana, una maestra quien la apoyaba en sus primeros años como docente y se habían hecho muy buenas amigas, ella le tenía una gran estima, la veía como una hija más, madre dos jóvenes un par de años menor que yo, el menor era precisamente quien estaba con problemas justo ahora.

Resulta que, según me enteré después de entrevistarme con su hijo, en el colegio tecnológico en donde estudiaba y estaba por graduarse, una institución católica, el padre quien era el Director, se le arruinó su televisor, uno que era moderno, traído del extranjero, por aquellas fechas aún se reparaban televisores a tubos e híbridos (tubos y transistores) por tanto, el profesor de estos jóvenes graduandos no estaba actualizado en estos modernos televisores que ya usaban transistores y Circuitos integrados.

_ Buen día maestro. Dijo el padre Nolasco al maestro.
_ Buenos días padre, ¿cómo está? Respondió sorprendido.
_ No muy bien, resulta que mi televisor se arruinó y quiero que me lo reparé lo más pronto posible.
_ Claro padre con mucho gusto. -Respondió el instructor, quien ignoraba la tecnología del televisor-, mandaré unos alumnos por él.
_ Pero solo para que lo traigan, pues no quiero que se los de a ellos para sus practicas, quiero que me lo repare usted. Ordenó el sacerdote.
_ Pues claro, ¿cómo se le ocurre que se lo daría a un alumno?
_ Lo digo por si acaso.

El Sacerdote se retiró sin decir más nada y el instructor le ordenó a un par de alumnos que fueran por el televisor del padre y de paso que les explique cual es el defecto. Los estudiantes salieron con rumbo hacia el lugar donde el sacerdote tendría su descompuesto televisor. Al cabo de un tiempo los alumnos llegaban al taller con un televisor que al nomas darse cuenta el instructor supo que era uno de esos modernos, uno de los cuales aún no estaban en venta en el país y si lo estaban solo lo tendrían en sus hogares los más privilegiados económicamente.

_ Llévenlo a mi salón y colóquenlo sobre mi escritorio, este aparato lo reparo yo. Ordenó el profesor a sus alumnos.

Los alumnos murmuraron entre ellos...

_ Que jodida la del profe, este televisor es muy moderno.
_ El profe debe saber como reparar estos aparatos de última tecnología. Dijo el otro orgulloso de su maestro y precisamente el hijo de la amiga de mi hermana.

Al cabo de cinco días y de visitas frecuentes del sacerdote en busca de su televisor ya reparado, el maestro ni salía de su oficina, se le veía cansado y con el desespero en el rostro, ya no daba clases, no hablaba con sus alumnos quienes disfrutaban del relajo. Al sexto día, el maestro salió de su oficina con el susto en su rostro, además del enojo que te deja la impotencia y agregado la presión de tu jefe, lo que podría definir un despido inminente. Y por nombre llamó a un grupo de estudiantes, los más inteligentes y que habían demostrado tener mucha habilidad para reparar televisores, a esto agreguemos que también habían hecho practicas supervisadas en empresas de prestigio y deberían saber de estos aparatos modernos, pero para mala suerte de todos, estos televisores de última generación nunca pasaron por practicantes, solo por los más preparados en el extranjero reparaban estos aparatos.

_ ¿Mando llamarnos profe? Dijo un grupo de cinco alumnos.
_ Sí, entren muchá y siéntense, escuchen bien lo que les voy a decir. Ya revisé y revisé este televisor y no he podido repararlo, es tecnología nueva y de ella no sé nada, ustedes hicieron practicas en una empresa que los está trayendo y seguro saben como repararlos, ¿verdad?

Los muchachos se vieron las caras con mucha pena y vergüenza, algo que el maestro había perdido al ser sincero con ellos; el hijo de la maestra, Rubén respondió.

_ No profe, no sabemos nada de estos nuevos modelos, nunca nos dejaron tocar uno, estamos igual que usted, lo sentimos mucho pero no podemos ayudarlo, es más, creímos que usted luego de repararlo nos hablaría de estos modernos aparatos.
_ Bueno, lo único que les diré es; que si no me reparan este aparato en el termino de la distancia, o sea, ya mismo, no se gradúan.
_ ¿Qué, nos esta amenazando con que si no reparamos algo que usted no pudo nos hará perder el año?
_ Sabía que eran inteligentes, así es, así que no perdamos más tiempo y a trabajar.

El Instructor los dejó con el aparato desarmado y los muchachos no sabía que hacer, al igual que el profe, luego de unos minutos de hablar y recuperarse de la mala suerte llegaron a una conclusión y salieron a contarla al maestro.

_ Profe, no es justo lo que nos hace, pero le venimos a ofrecer esta solución -dijo Rubén- usted sabe que no podemos reparar algo que ni usted pudo pero, ¿qué le parece si nos llevamos el tele a un taller y pagamos su reparación?
_ A mí no me importa que hagan, lo que yo quiero es que lo reparen. Así que, sacaré el televisor del instituto y afuera se los entrego y ya ustedes sabrán que hacer.
_ Está bien profe.

El instructor habló al respecto con su superior, diciéndole que se llevaría el televisor a su casa para terminar de repararlo en ella, para no atrasarse con su clases, algo que al padre le pareció muy justo, pero le ordenó que le urgía y que ya llevaba muchos días con él.

Ya los alumnos con el televisor en su poder acudieron a un taller de prestigio y lo dejaron ahí para que lo repararan, en un par de días fueron citados por el técnico de dicho taller y ellos llegaron emocionados a recoger el televisor supuestamente reparado y con el dinero recaudado entre ellos para el pago de dicha reparación.

_ Hola chavos, ahora les traigo su televisor. Dijo el técnico.

Ellos emocionados observaron como lo colocó sobre el mostrador.

_ Lo siento muchachos pero no se los puedo reparar, es muy moderno y desconozco de esta tecnología, no es nada por la revisión así que buena suerte con esto.

Ellos salieron con el aparato y el miedo encima, ya en el auto, se preguntaban que harían para resolver su problema.

_ Pues, que nuestros padres hablen con el padre Nolasco y le comenten lo que el profe nos dijo. Habló Estuardo.
_ Pues sí, eso deberemos hacer. Se pusieron de acuerdo.

Mientras esto sucedía en el auto de uno de ellos, en mi casa de visita la amiga de mi hermana, preocupada por la suerte de su hijo.

_ Buenos días Martita. Dije mientras llegaba de la calle.
_ Hola Sergio. Dijo ella con un beso en mi mejilla.

Seguí de largo hasta mi cuarto, fue entonces que mi hermana me llamó y ellas me comentaron todo, yo les dije.

_ Pero si el profesor y el técnico no pudo reparar el televisor ¿qué les hace suponer que yo podría?

La maestra que era creyente, me dijo.

_Por algo me tiene el Señor hoy aquí y tuve la suerte de verlo. Hágame el favor de revisarlo y si no puede no importa, pero yo sé, por fe, que lo reparará.
_Esta bien que me lo traigan por favor, ya veré que puedo hacer.

Dije no muy convencido, sin embargo en los ojos de la maestra iluminados con la certeza y confianza en mí que sí lo repararía. 

Al día siguiente unos muchachos llegaron a mi casa con el aparato, era un televisor de 25 pulgadas, marca Sears, o sea un Toshiba en su electrónica totalmente solid state, esto me hizo dudar de mí, pues era uno completamente transistorizado y de circuitos integrados, con estos no tenía mucha experiencia, pero ya encaramado en la mula ni modo a agarrarse de los pelos.

_¿Qué problema tiene muchá?
_Pues, solo sintoniza una banda de canales, los altos para ser exactos no así los bajos.
_Bueno, me lo dejan y cuando les tenga una respuesta le aviso a tu mamá.

Le dije al hijo de la maestra, este estrechó mi mano al igual que los demás y dijo.

_Eres nuestra última carta, en tus manos está el que nos graduemos o no. Y se fueron.

Vaya responsabilidad que me endosaron, así que lo coloqué con ayuda de mi padre sobre la mesa del comedor y procedí a abrirlo, mi padre al lado observante y con la curiosidad a flor de piel.

_Ojalá puedas repararlo, pobres los muchachos. Estos maestros de hoy día son una porquería. Dijo enojado.

Estuve sentado solamente observando la nueva tecnología y estaba perdido, como naufrago sobre un trozo de madera, no sabía ni donde empezar a medir. Después de un par de horas me llegó la iluminación divina, recordé que para cuando hice mis practicas uno de mis compañeros me obsequió un libro y al hacerlo me dijo: léelo, te ayudará mucho a mí me ayudó bastante, hay unas técnicas de reparación que no enseñan en los colegios.Busqué el libro, a pesar de que recordaba dichas técnicas de reparación y ciertamente en mis practicas me fueron de mucha utilidad. Con libro en mano y debido a mi inseguridad de no dañar el aparato en lugar de arreglarlo leí otra vez minuciosamente dichas técnicas y efectivamente eran tal cual las recordaba. Ya confirmada las técnicas procedí con mucha seguridad en mí, no sin antes hacer mi oración de siempre. La primera técnica era observación, así que de nuevo por unos largos minutos observé detenidamente el aparato, creo que para ahora ya lo conocía muy bien, después analicé el problema y por lo dicho por ellos y confirmado por mí, el problema no podía estar en otro lugar que la sintonización de canales, pero en donde estaba el sintonizador que yo conocía, este ahora era digital, los que yo conocía eran análogos, nada que ver; asumí que este estaría precisamente asociado a los botones de los canales, así que concentré toda la artillería en ese lugar y por el método de observación me percaté de que habían tres integrados con el mismo número de matrícula, esto me dio curiosidad y recordé otro de los métodos citados en el libro; la sustitución de piezas, solo que para esto sería el intercambio de dichos integrados, total si estaban buenos no sucedería nada, todo seguiría exactamente igual, así que procedí al intercambio de los tres integrados, el de abajo lo coloqué en el lugar de el de hasta arriba y el de en medio lo bajé, quedando el de arriba en medio; una vez hecho esto y con mi padre al lado esperando qué sucedería con este primer movimiento, me vio y dijo.

_¿Qué esperas préndelo? 

Sin decir nada, obedecí la orden de mi padre, lo coloqué de manera que nos quedara al frente la pantalla, lo enchufé, le coloqué antena y procedí a dar on, se escuchó el sonido de encendido esto me dio alivio, por lo menos seguía encendiendo y al hacerlo pinché uno de los botones correspondientes a los canales que no funcionaban y para nuestro asombro, el de mi padre y el mío, apareció el canal, la emisora con el programa respectivo a ese horario. Mi padre me vio y dijo.

_¿Qué, funciona o no?
_¡Síiii! ¡Funcionó, este canal no entraba y ahora sí!

Mi padre con el orgullo a flor de piel externo un suspiro de aliento y me abrazó felicitándome por la hazaña.

_Sabía que lo lograrías. Me alegro por ti y por esos pobres muchachos.
_Ahora, espera hay que revisar todos los canales, de pronto se cambió el defecto y ahora no entran los otros canales.
_Pero solo sería de comprar esas cosas con muchas patitas ¿no?
_Así es padre.

Pero para mi fortuna y sorpresa todos los canales funcionaron, el aparato estaba "reparado" y lo pongo entre comillas porque el circuito integrado malo entraba en la banda de UHF, una que para esas fechas no se usaba.
Lo dejé un rato en prueba y a la hora de funcionamiento normal y de que mi padre viera el noticiero, procedí a cerrarlo. Le digo a mi hermana.

_Puedes llamar a tu amiga y le das la buena noticia.

Al mes de aquello, los chicos se graduaban con honores, yo feliz por ellos, la maestra quedó junto a sus hijos y amigos agradecidos hasta el día de hoy. (y es qué, recordé esta anécdota porque recién nos visitaron para las fiestas de fin de año y siempre que nos juntamos nos recordamos de aquel episodio).

Ya todos unos profesionales llegaron a mi casa con la maestra.

_Bueno, ahora hagamos cuentas, ¿cuánto le debemos por la reparación?
_Nada, para mí fue un placer ayudarlos, además aprendí algo que jamás olvidaré y que seguramente me dará réditos pues, al parecer este defecto nadie lo conoce aún.
_Ya sabía que no nos cobraría y por eso le traigo este obsequio. Dijo la maestra.

Era un pantalón de lona. con esto me di por bien pagado.



Tomado del libro: "Historias de un Adolescente Tímido". de Sergio Raga




SergioRaga 23-01-19




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