jueves, 30 de agosto de 2018

Entre maestros te veas 3


Salí de la oficina de mi jefe, un ingeniero que siempre manipuló a sus empleados, los cuales cuando se enteraron de mi osadía se alegraron y vieron la luz al final del túnel.

A la hora del almuerzo Maya llegó con su lonchera y las ansías de saber en su cara.

_¡Ahora me contarás Sergito?
_Sí, pero antes ¿qué trajo de almuerzo hoy?
_Yo traje esto ¿y tú?

Con Maya nos quedábamos siempre, desde que llegué a esa empresa a almorzar juntos, y al tiempo y con más confianza, de nuestros almuerzos obteníamos uno, además la confianza llegó a ser tal, que en ella descubrí las pantaletas, los llamados hilos dentales, y era tanta la confianza que en uno de tantos almuerzos le pregunté... Maya que sintió cuando se puso el primer calzón de hilo dental (pero esta es otra historia)

_Bueno, cuénteme ¿qué paso en el instituto, le dieron el trabajo?

Con cara de orgullo le dije.

_Me lo dieron.

Maya se puso de pie caminó por alrededor de la mesa y me abrazó, en ese momento ambos supimos que nos haríamos falta, almorzamos y yo le conté todo, cuando le conté lo de nuestro jefe a ella se le abrieron los ojos y con sus brazos hizo un gesto acompañado de un "yes".

_Te voy a extrañar y más a esta hora.
_Yo igual.

Cuando faltaban un par de días para el tiempo que solicité para entregar mi puesto, pedí hablar con el dueño de la empresa, en la cual llevaba trabajando tres años, años en los que aprendí mucho, en donde encontré muchas amistades, en donde encontré muchas anécdotas de las cuales ya ustedes conocen varias.

_Buenos días don Jorge.
_Hola Sergio, pase lo esperaba. Ya sé a lo que viene.
_Si don Jorge.
_Créame que lamento mucho que se nos vaya, pero debo respetar los puestos que yo mismo he dado en esta empresa, como también sé de buenas fuentes todo lo que usted ha hecho por esta su casa y que su jefe a venido a decir que él ha solucionado cada uno de los problemas que usted solucionó, injusto, pero así es esto. Ya ordené que le den su tiempo completo, pues usted sabe que quien renuncia pierde su indemnización, pero en agradecimiento a todo lo que hizo por la empresa es lo mínimo que puedo hacer por usted.
_Gracias don Jorge, no esperaba menos de usted.

Don Jorge se puso de pie y me ofreció un apretón de mano, esos que se les entrega a alguien a quien se aprecia, no hubo más que hablar, salí de esa oficina muy satisfecho, pues quien me interesó que supiera de mi trabajo lo sabía con pelos y señales, ¿quién lo mantuvo al día?, eso lo supe años después (esta será otra historia). Pues mi jefe, ya solo me hablaba lo necesario, estaba molesto conmigo. Todo siguió su curso y por fin el día de decir adiós llegó y me fui a mi nuevo trabajo. A los siete meses de aquello para una semana santa, la cual yo la disfruté descansando de viernes santo hasta el domingo de resurrección, llegué a saludar a mis ex compañeros y estrenando nave, todos salieron a conocer mi nuevo juguete muy entusiasmados y felices por mí, mi jefe solo dijo.

_Hola Sergio, ¿qué haces aquí, no trabajas?   
_Estoy de vacaciones. Dije con sonrisa en labios.

Cinco años después, esa empresa quebró y cerró.

El lunes siguiente al de mi despedida a la empresa a la que renuncié, me presenté a trabajar, ahora como todo un instructor, yo iba con la emoción a flor de piel, pues siempre me gustó enseñar lo poco o mucho que sé, me presentaron a uno de mi compañero en el área de electrónica, nos saludamos y decidieron que por una semana estaríamos juntos impartiendo clases, para que me fuera aclimatando, algo que no era necesario, pues tenía mucha experiencia en este tipo de trabajos.

En una mañana, al día siguiente en uno de los corredores me encontré con el padre mandamás de ese instituto y al verme se me coloca enfrente muy molesto y me dice.

_Así que le dieron el trabajo, aún sin mi consentimiento, lo estaré observando y al menor, al menor problema o error de su parte lo despido. 


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