viernes, 18 de mayo de 2018

Cosas de la vida en el amor


Una de tantas noches de viernes pase por un bar nuevo, lo había visto otras noches pero nunca en él entré, pero esa noche que caminaba sin rumbo ni lugar específico a donde ir como las noches anteriores, decidí entrar para conocerlo y sentir el ambiente, además habían pasado algunos meses desde que mi relación de años se terminara y estaba solo y mi corazón me exigía una pronta relación, así que entré, no tanto por la curiosidad de conocer el interior del bar si no para ver si podía conocer a alguien que valiera la pena para empezar una nueva relación sentimental. 

El lugar estaba muy bonito, era un lugar agradable, con música suave y del pasado, nada de lo de hoy.

Desde que entré, una chica la cual se encontraba sentada en un lugar del bar, me ve, pero yo no la veo, era una chica sensacional, la más linda esa noche en aquel lugar, ella bebía un cosmopolitan. el color rosa y en la orilla de su copa una fruta hacían juego con el color de su vestido y el rosado de sus mejías al natural con solo un delicado colorete, pues no necesitaba mucha ayuda para verse esplendorosa; yo me dirigí hacia la barra, mientras lo hacía veía a varias mujeres jóvenes y no tan jóvenes pero sí muy atractivas, las cuales nunca me vieron, yo a ellas sí. La chica quien bebía muy sensual su cosmopolitan me veía, pero yo a ella no, ella mientras me veía avanzar en su mente mil fantasías conmigo, se limpiaba sus labios sensuales y carnosos con uno de sus dedos, el cual lo metía ligeramente entre su linda boca de dientes perfectos y de un blanco que contrasta con el rojo de su pintura de labios, por momentos ella se reía con picardía sin dejar de verme y sus mejías se prendían y se colocaban más coloradas, esto le venía bien. Yo que avanzaba inflando mis pectorales, tal cual ave real que intenta llamar la atención de alguna hembra, pero no daba resultado alguno, al menos eso era lo que yo veía, nadie se daba por enterada que yo existía y lo peor que estaba ¡allí!, la chica que yo no lograba ver aún, me seguía con su penetrante mirada sin parpadear para no perder detalle de mi colorido llamativo que según yo, no daba ningún tipo de resultados, la chica seguía sonriente mientras su mente la llevaba por imágenes que me habrían gustado vivir junto a tremendo ejemplar femenino.
Por fin llegué a la barra un tanto decepcionado por no lograr un mal pensamiento en una de las chicas que reían y disfrutaban esperando a que alguien que valiera la pena entrara en el lugar.

_Buenas amigo, ¿que se va a tomar?
_Buenas, lindo ambiente y las chicas... las mejores. Dame un whisky en las rocas por favor.
_En el acto.

Y sí, así fue, en el acto mi copa con líquido amarillento y hielos estaba sobre un porta vasos con el logotipo del bar, tomé un sorbo del embriagante líquido y mientras lo hice mi mirada clavada en el espejo que estaba por detrás del cantinero observando a la docena de chicas en aquel bar, esperando encontrarme con un mensaje, por mínimo que este fuera para coquetear con la que me lo enviara, pero nada, yo no existía para nadie en aquel bar. Mientras la chica se cambiaba de silla y lugar para tener una mejor vista de mi persona, jugueteaba con la orilla de su copa de líquido rosa y deseaba que mi mirada se juntara con la de ella, pero esto no sucedía, ella pensaba; cómo hacer para que la magia entre nosotros diera inicio y quizá así una nueva historia de amor real daría inicio, pero por más que ella me clavaba su mirada en mí, yo no la lograba ver y esto nos desesperaba a los dos, ella tratando de existir para mí y yo tratando de existir para alguien en el bar, pero mi invisibilidad entre la concurrencia era desesperante.  Así que decidí ser más directo y dejar de ver tímidamente a través del enorme espejo y muy lento y sensualmente empecé a girar sobre mi eje personal y volteaba, en mi imaginación yo era todo un galán de cine, un James Bond, con mi whisky en las rocas en la mano, con la mirada fija en quien estuviera frente a mí mientras giraba, con una misteriosa y sensual sonrisa en mis labios, mirada fija y segura, al fin el espejo quedo a mi espalda y yo ahora veía a todo el conjunto de lindas mujeres en el bar, una que otra acompañada por alguien de mi sexo, otras en parejas femeninas y otras en solitario, pero yo seguía siendo solo un fantasma, un alma sin cuerpo el cual nadie lograba ver. Pero la chica más bella del lugar seguía intentando ser visualizada y mejor conquistada, pero que vaina, yo no la veía, para mí ella no existía, para mí ella era otra alma sin cuerpo, y vaya que tenía un cuerpo de diosa. Yo sonreía como si lo hiciera con alguien pero la verdad no había nadie a quien sonreír.

_¿Otro trago amigo?  
_Creo que sí, lo necesito, gracias.

Por ahora para mí solo existía para el bartender, pero yo estaba muy seguro de mi sexualidad y el tipo también, lo aclaro por si las dudas a mi relato.

_Salud amigo. Dijo el joven cantinero.
_Gracias amigo.

Regresé a mi posición inicial, mi vista de nuevo clavada en el espejo, para ver si ahora que me ofrecí alguien me veía, por no haberse atrevido pues mi presencia la pudo haber intimidado, pero no, nada, nadie me veía. mi autoestima estaba por los suelos, bebí un buen sorbo de mi bebida y mi cabeza empezó a burlarse de mí, empezó a hacer los reclamos del por qué era tan feo, tan insignificante que no lograba ni siquiera una mala mirada, un mal pensamiento, un mal gesto, algo como esto sería mejor a no sentirme que existía en ese lugar. 
Mientras mi existencialismo sufría de una paliza mental y psicológica, la chica que seguía observándome con la ilusión de que yo la viera, con la esperanza de ser cortejada, con las mismas inquietudes que yo, pero con más seguridad que yo, pues ella sabía lo que era, ya muchos se lo habían hecho saber en otras oportunidades y justo esa noche también, pero le inquietaba y le atraía mi indiferencia hacia ella, una que no era real, pues de haberla visto observándome y de haber observado tremenda belleza en esa mujer creo que habría muerto ipso facto, me habrían temblado las piernas y ni en pensamientos la habría abordado. 

Ella decidió tomar la iniciativa y se puso de pie, al hacerlo uno de los meseros el cual se disfrutaba de ver los tremendos atributos de tan majestuosa mujer, él que estuvo muy cerca de ella babeando, por ella jamás visto, de inmediato se acercó a retirarle la silla, ella por fin lo ve y le agradece la atención y luego le pide.

_Puede servirme otra bebida igual pero en la barra, cerca del caballero que está en la barra.
_Con mucho gusto señorita.

Dijo el impresionado mesonero, mientras que ella se dirige hacia el tocador; cuando ella entró al tocador, yo bebí mi trago de un solo sorbo, pedí la cuenta y pagué, me puse de pie aun con la esperanza de ser visto por alguien, pero nada, empece mi caminar con rumbo hacia la puerta y mientras lo hacía iba muy atento por si al fin alguien se animaba a dar una señal pero esto no sucedería. Ahora la chica salía del tocador de damas con el escote más pronunciado, la falda más elevada dejando a la vista todas esas espectaculares bellezas justo a una cara angelical y perfecta, más de una sintió celos de su acompañante quien no pudo evitar ver a esa belleza, otras desearon mentalmente ser ella, pero de sus labios solo se escuchó; que vulgar ¿verdad?

Cuando llegó a la barra, su bebida de color rosado y fruta en el borde de la copa esperaba por ella y también el bartender y en un lugar invisible el mesonero que babeo toda la noche por ella, la hermosa mujer se sentó y cruzó sus piernas, imagen que bajó del cielo para todos en el lugar, ella supuso que yo no estaba ahí y que estaría en el baño y que pronto volvería; al paso de un tiempo prudente la chica pregunta al cantinero.

_Perdone joven ¿y el caballero qué estaba sentado acá?
_Hará un par de minutos que se retiró señorita.

La chica se sintió muy decepcionada por su mala fortuna de no haber logrado su deseo, el de haber conocido al chico que esa noche la hizo soñar e ilusionar, así que tomó su bolso, pagó su cuenta, se levantó y salió del bar, dejando a todos adentro con un lindo recuerdo, al salir del bar ella tomó con rumbo norte, esperando otra noche volver a encontrarse conmigo y tener la buena fortuna de un encuentro casual, aunque este no lo fuera de su parte. Mientras que yo caminaba con rumbo sur, con una depresión impresionante, mi cabeza recriminándome el por qué era tan feo, el por qué no podía atraer al sexo opuesto y mil cosas más de este tipo.


Moraleja: ¿Cuántas veces nos pudo haber sucedido algo parecido y nosotros ni enterados, cuántas veces nos hemos sentido una porquería simplemente por no haber visto bien, cuántos suspiros habremos robado sin saberlo, cuántas oportunidades se nos han ido de las manos sin saberlo ni por un segundo, cuántos le habremos hecho tanto daño a nuestra autoestima pensando que no somos atractivos, que no somos capaces de levantar ni un mal pensamiento, cuántas veces matamos una linda historia de amor sin saberlo y cuántas otras cosas más que quedarían como anillo al dedo. Lastima por nuestra autoestima y lo bella que pudo ser nuestra vida, y si lo fue, pudo ser mil veces mejor, y tan solo por no ver lo que otros si vieron.


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