jueves, 17 de mayo de 2018

Sugestión


Por unos días estuve en casa de unos amigos, amigos muy queridos, me la pasé muy cómodo, muy bien, como si estuviera en mi propia casa, pero justo el día que me despedía, tuve un encontrón con un miembro de la familia, Kelvin, un joven de esos rebeldes sin causa alguna, sin la más mínima decencia.

_Escuche Kelvin, es usted un maleducado y por esto que me ha hecho, un día lo habré de ver a usted sumido en la desgracia y para salir de esa situación deberá buscarme y pedirme perdón, yo le veré a la cara y esbozaré una sonrisa como esta. Póngale la firma.

Kelvin se burló de mí y siguió con su pedantes, con su desagradable personalidad de joven que cree jamás la vida le dará un revés, yo tomé mi maleta y con un mal sabor de boca me despedí de quienes fueron tan amables conmigo y me hicieron sentir como en mi propia casa, ellos con la pena en sus rostros, pero nada podían hacer para detener al energúmeno e insolente de Kelvin. Yo me dirigí hacia mi auto y lo arranqué, bajé los cristales para despedirme de mis amigos, ellos hicieron lo mismo, mientras que Kelvin desde atrás del grupo me enseñaba su dedo medio y reía con la misma rebeldía de lo que le causó la molestia y dio origen a su comportamiento.

Al paso del tiempo, con el desafortunado incidente ya olvidado y con mi amistad intacta para los familiares del Kelvin con quienes seguimos en contacto, pero ya no pude aceptar nunca más una invitación de ellos, lo que era una lastima, pues el lugar era hermoso, era idóneo para relajarme e inspirarme; justo ahí logré encontrar los temas que me dieron mis primeros best sellers; tuve que buscar otros lugares para tener una cita con la inspiración e imaginación, pero esto ya no me fue posible, y a pesar de que mis obras se vendían no logré colocar en el mercado literario otra historia que fuera un best sellers, esto había sido el resultado de aquel desagradable incidente con el adolescente indomable Kelvin.

Para hoy día, yo sigo con mi vida y de algunos miembros de la familia que me acogieron como un miembro más de ellos y me ofrecieron su hogar como si fuera propio, amigos que para mí eran familia, ya muchos de ellos se habían adelantado en el viaje que inicia cuando el de la vida termina, lo único que he sabido de ellos era que quien les sobrevivía era Kelvin, ahora un adulto responsable dentro de lo que se le puede pedir a quien a sido toda la vida un desobligado, un inmaduro, un abusivo, en fin, para lo que fue, lo que hoy era había sido un tremendo paso, pero al parecer por su historia la vida le empezaba a pasar factura, esa factura que crees jamás te llegará, pero claro que llega y a veces con los intereses por mora, el pobre del Kelvin, pasaba por una de esas rachas que la vida nos ha entregado a todos en su momento, claro a unos más fuerte que a otros, pero al final de cuentas mala racha, lo malo para Kelvin era que él tenía ahora su propia familia, y de la fortuna que un día tuvieron él y sus familiares, amigos míos, esta se había terminado, por lo mismo de la vida insolente que Kelvin llevó y hoy estaba apretándose el cinturón y tronando sus dedos.

Por su misma boca más tarde me enteré que un día entre penurias y más penurias, caminando en busca de un trabajo y poder empezar de nuevo una vida decorosa para él y su familia, pasó frente a una librería y entre varios libros me vio en una fotografía de una de mis obras que en su momento fue un best sellers, y que en la actualidad aún se vendía, a pesar de que ya había una película basada en mi obra, por cierto una película taquillera, actuada por celebridades de peso y dirigida por un tremendo director, maestro del misterio y terror; Kelvin quien había pasado de largo se detuvo, pues creyó haber visto mi rostro en el libro, regresó y se acercó a la vitrina de la librería, y sí, efectivamente era yo, me vio y al hacerlo le llegó a la mente el incidente, ahora ya un adulto maduro, sintió que el peso de el momento que me hizo vivir, malo e incomodo para mí pero muy satisfactorio para él regresó de golpe, y entre la recreación mental que su conciencia le recreo como visión recordó palabra por palabra lo que yo ese día le dije; y que, resumido era que su desgracia cedería si me pedía perdón, pues mis palabras ese día fueron como si yo le echara una maldición producto de mi cólera.
Entonces pensó.

_¡Claro, como no lo recordé!, esa es la maldición que me tiene bien jodido. Pero, para poder romperla solo tengo que encontrarlo y pedirle perdón y la maldición se terminará y yo podré seguir con mi vida. ¡Sí, eso debo hacer!

Esto se dijo Kelvin muy emocionado, pues había encontrado la manera de terminar con su mala racha, lo bueno es que solo debía pedirme perdón a mí, pues a todos los que les hizo algo parecido o peor que a mí, ninguno lo maldijo, el único fui yo.
Regresó a su casa y entró con mucha prisa en busca de algo que le diera una pista de como encontrarme, la casa de Kelvin era un relajo, cosas tiradas por todos lados; su esposa al ver lo que sucedía con Kelvin le preguntó.

_¿Kelvin qué haces te has vuelto loco?
_Calla mujer, que estoy buscando la dirección del tal Raga.
_¿La dirección del escritor, y para qué la quieres?
_Debo ir y pedirle perdón, así saldré de esta situación que nos esta ahorcando.
_¿Pero, de qué tonterías hablas, por qué pedirle disculpas al señor Raga te traerá buena fortuna?
_Es una historia muy larga, mejor cállate y ayuda a buscar la maldita dirección tiene que estar en algún lugar.
_Mi amor...
_¿Qué mujer? ¡Busca la maldita dirección!.
_Mira, aquí en uno de sus libros tiene una dedicatoria y por debajo de su firma hay un número de teléfono y una dirección de correo electrónico.
_Presta a ver. ¡Sí!

Beso a su mujer y tomó el teléfono, marcó el número de mi celular y le respondo, él muy educado me explica quien es y además me solicita una cita para platicar conmigo, yo que le tuve un gran cariño a su familia y al escucharlo muy descompuesto le doy una cita, le invito a tomar un café en mi residencia, y más temprano que tarde Kelvin estaba timbrando mi puerta.

_Hola señor Raga, gracias por recibirme.
_Hola Kelvin, me da gusto ver que ya no eres le joven insolente que tengo en mis recuerdos. Pero pasa, por favor sigue.
_Gracias, muchas gracias.

Dijo un Kelvin completamente desconocido, diferente al que yo recuerdo, con una tremenda humildad en su persona.

_Siéntate Kelvin, ¿un café?
_Sí, gracias con dos de azúcar, muy linda su casa.
_Gracias.

Mientras el servicio nos servía el café.

_Pues bien Kelvin a pasado mucho tiempo, estas irreconocible, me da gusto ver que has cambiado.
_Muchas gracias, he madurado, eso creo, jajaja.
_Claro, has madurado sin duda. Y, dime ¿en qué te puedo servir, qué necesitas de mí?
_Pues, sí, necesito de usted un favor, el cual espero me lo haga.
_Pues, no lo haré hasta no saber qué es el favor que quieres de mí.
_¿Sí verdad? Es que no sé por donde empezar.
_Pues, empieza por el principio. Kelvin, di lo que necesitas sin pena; yo he querido mucho a tu familia, con todos me lleve bien a excepción tuya, pero eso ya no importa.
_Ese es el problema señor Raga.
_Vamos dime Sergio.
_Esta bien Sergio. ¿Recuerda nuestro incidente de la última vez que nos visitó?
_Cómo olvidarlo, fue un momento muy incomodo y gracias a ese incidente, como lo llamas tú, nos ausentamos tu familia y yo.
_Sí y me siento muy mal por eso.
_Pero eso es parte del pasado. Haber, ¿di ya qué necesitas?
_Cuando sucedió ese infortunado incidente entre usted y yo, usted me dijo, que un día me vería sufriendo una desgracia, y precisamente estoy sumergido en ella; pero también me dijo que si yo lo buscaba y le pedía perdón, esa desgracia desaparecería. ¿Lo recuerda? Pues bien; Sergio quiero pedirle perdón, perdóneme por favor.

Suplicó Kelvin y yo lo vi y esbocé la misma sonrisa de aquel día, Kelvin dijo sentir un alivio al ver la misma sonrisa de ese día, pues todo estaba sucediendo como lo predije. Entonces le digo.

_Kelvin, en verdad me has creído, aquello solo fueron palabras para darle una lección a un insolente adolescente que me hizo pasar un momento desagradable.
_No Sergio, por favor perdóneme, usted dijo que lo haría y con eso toda mi mala racha cambiará, lo sé.
_Esta bien Kelvin -dije sonriendo-, te perdono.

Vi en el rostro de Kelvin una expresión de alivio, sus hombros tensos se relajaron, él se acomodó en el sillón, parecía que de encima se había quitado un enorme peso, bebió y saboreó lo que quedaba de su café, mientras yo lo veía con esa misteriosa sonrisa en mis labios, y al ver a Kelvin yo pensaba el poder que tiene la sugestión, esto me habría una posibilidad para mi siguiente obra, la cual una vez publicada fue un best sellers. A kelvin le cambió la vida, dio un giro de 365 grados y compró mi libro, hizo cola con su familia para que se lo autografiara. Tanto para Kelvin como para mí, aquel incidente de hace muchos años nos cambió la vida. Hoy día Kelvin y yo recuperamos la amistad que se quedo levitando en el tiempo y a menudo lo visito y en mi estancia en su casa nos reencontramos la inspiración y la imaginación, cada que termino un libro que será un best sellers se dibuja en mis rostro la mítica sonrisa que le cambió al vida a Kelvin.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario