jueves, 6 de septiembre de 2018

El perro negro (las canciones de mi vida)


Lupita es una mujer muy bonita y deseada por muchos en el pueblo de donde es oriunda, pero nadie se animó hasta el día de hoy a cortejarla por ser pretendiente don Julián, un hombre muy poderoso de la región, hombre acaudalado y terrateniente, acostumbrado a mandar. Del otro lado del puente, de la  Piedad, Michoacán vivía un hombre valiente de nombre Gilberto apodado el Valiente, siempre acompañado de un enorme perro negro, era su noble guardián, no tenía guardaespaldas pues para él el Perro Negro era mejor que cualquier guarura (guarda espaldas), leal y amoroso como tal. Un dí Gilberto llegó al pueblo de donde era el mero mero don Julián, a su lado su fiel perro negro, uno que causaba miedo al que lo veía al lado del caballo azabache del hombre valiente Gilberto, quien al ver a Lupita de inmediato como cualquier mortal se enamoró de la joven muchacha, ella al ver al jinete no le fue del todo indiferente, de esto se dieron cuenta los caporales de don Julián y como sus sirvientes y lame botas corrieron y le contaron lo que sus ojos vieron a don Julián, este se enojó azotando la mesa donde se encontraba bebiendo su tequila, a los chismosos les preguntó. 

_¿Quién es ese que le puso los ojos encima a mi Lupita?
_Yo no lo conozco don Julián. 

Dijo uno de los chismoso viendo hacia el piso y con el sombrero entre sus manos girando del puro miedo.

_Yo creo que vive al otro lado del puente patrón.

Dijo el otro, uno más avispado y confianzudo, don Julián se bebió de un sorbo su tequila y con otro latigazo ordenó a uno de los que le llevaron la noticia le sirviera otro y doble, quien lo hizo le temblaban las manos mientras servía su tequila a don Julián.

_¿Y ustedes por qué no le pusieron en su lugar y le dijeron que la Lupe ya tiene dueño, al fuereño?
_Lo que pasa patrón que ese tal fuereño anda con un enorme perro negro y se ve que ese animal puede matar al que se le ponga al brinco al tal fuereño ese.
_Par de maricas, tenerle miedo a un pinche perro, yo me encargaré de ese desgraciado. ¿Saben cómo se llama el maldito?
_Yo no patrón. Dijo el tímido.
_Yo oí que alguien le saludo por su nombre; un tal Gilberto.  
_¿Gilberto? Hay que averiguar donde vive ese que tal Gilberto.
_Yo creo que ese no será problema patrón, yo como que escuché que lo apodan el Valiente.
_Ya veremos que tan valiente es tal Gilberto.

Pasaron los días y a diario el valiente de Gilberto ya embrutecido por la belleza de la Lupita pasaba el puente para verla pasar, a su lado siempre el fiel perro negro, uno bien amaestrado solo era de escuchar una orden de Gilberto y el perro reaccionaba, era una bestia de animal, intimidaba a cualquiera, Lupita quien no sabía que estaba comprometida con don Julián se sentía libre para elegir al que a ella le gustara, y ahora tenía dos pretendientes, uno valiente y otro terrateniente, Lupita podía elegir con quien podría desposarse, pero hasta hoy no se había aún decidido, los dos tipos eran de buen ver y cada uno tenía lo que seduciría a cualquiera del lugar. 

La diferencia entre los pretendientes con el tiempo fue evidente; uno lo daba por echo, que la Lupe era su prometida, mientras que el otro la seducía con miradas y sonrisas, a veces con canciones en la cantina, el pueblo estaba nervioso, pues conocían el temperamento del patrón y acostumbrado a mandar y también a arrebatar, por otro lado se encontraba el valiente del Gilberto, quien no le tenía miedo a nadie y mucho menos si de su lado no se separaba tremendo animal.

Don Gilberto, a quien no le gustaba la competencia decidió hacer algo definitivo para terminar con el supuesto problema, no sea y la Lupe se le escape con el tal Gilberto, así que una noche en su hacienda don Julián pensaba que le daría muerte a su competencia, lo haría de noche para no ser visto por nadie, esto no por tenerle miedo a la policía la cual la tenía comprada, su diligente decisión era para que la Lupe no se lo fuera un día a reprochar. Ya don Julián con mucho tequila en sus venas, salió de la hacienda entrada la noche y se dirigió con rumbo hacia el puente que da a Piedad Michoacán, llegó hasta la casa de  su rival el tal Gilberto, vio al enorme animal dormido al lado de Gilberto y don Julián que solo había escuchado del perro negro de su rival al verlo sintió que le corrió el miedo por las venas, ahí estuvo don Julián esperando una oportunidad para hacer realidad su pensamiento, en la cama Gilberto se encontraba bien dormido, seguro y protegido por enorme animal. 

El perro negro sintió la necesidad de salir al patio y así lo hizo, esto lo observó don Julián quien se dijo ahora es mi oportunidad de matar a ese desgraciado, así que entró muy sigiloso y sobre la cama vio dormido a su rival, Gilberto ya no volvió a despertar, cuando don Julián dio la vuelta para huir de la escena del crimen se encontró con tremendo animal, era el perro negro quien le mostraba su mortal dentadura, y de la cual se escuchaban unos gruñidos capaces de hacer temblar al más valiente, don Julián al verlo frente a él le dice tiernamente, como comprando su piedad.

_Hola perrito bonito, mira, tu amo duerme plácidamente, nadie le hizo daño.

Luego de esto se escuchó un aullido infernal, cuentan en el pueblo, ese es un perro infernal, no, seguro es el perro del valiente de Gilberto, que al caso es igual, nunca lo escuché antes aullar de esa manera algo malo sucedió, pero qué, repetían todos en el pueblo mientras se santiguaban. 

Los caporales de don Julián buscaron a este en su hacienda pero al no encontrarlo supusieron que el aullido infernal tenía que ver con la ausencia de don Julián, tomaron sus armas y salieron en busca de su patrón, llegaron hasta el puente que da a Michoacán y lo pasaron hasta llegar a la Piedad, buscaron la casa de Gilberto y al dar con ella entraron y ahí encontraron los dos cadáveres, uno dormía plácidamente, mientras que el cuerpo de don Julián era carne molida, sobre el cuerpo sin vida de Gilberto gimiendo su fiel amigo, el enorme perro negro.

Lupita no fue a llorar al funeral, no lloró ni por Gilberto ni por don Julián. 
Pasaron los meses y del enorme perro negro nadie supo más, en el pueblo regresaba la calma, Lupita decidió cortar las mejores y más lindas flores que encontró en el jardín, con ellas hizo una especie de altar y las llevó hasta una tumba del panteón municipal, la sorpresa que se llevó Lupita al ver sobre la tumba de Gilberto a un flaco perro negro, que no era ni la sombra de la bestia que siempre lo acompañó, ella se preguntó será el perro negro del Gilberto, ella se acercó hasta la tumba de uno de sus pretendientes y depositó sobre ella parte de aquella especie de altar con las más lindas flores, en ese instante observó al que fue un día enorme y hermoso animal, era el Perro Negro que dio muerte a don Julián, llevaba días sin comer y sin dormir, el perro cansado lo único que quería era ver a su amo, el valiente Gilberto. 

Echado estaba el perro sobre la tumba, quien quería ver a su dueño, ya no le importaba vivir, así murió el Perro Negro, aquel enorme animal, aquel enorme guardián, que quiso mucho a Gilberto y dio muerte a don Julián.



Inspirada en la canción: El Perro Negro de José Alfredo Jiménes. 
Historia de: J. A. Jiménez Y SergioRaga.



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